Boronali, pintor excesivista y burro en sus horas libres

El burro Lolo, alias Joachim-Raphaël Boronali, pintor excesivista

Os presento a Joachim-Raphaël Boronali, pintor futurista genovés, impulsor y único representante del Excesivismo, un breve y polémico movimiento artístico de vanguardia que se desarrolló en París durante 1910. ¿Qué cara se os ha quedado? Supongo que parecida a la que se les quedó a los franceses en aquella época.

Pero empecemos la historia por el principio, en uno de los cabarets más antiguos de Montmartre, situado en el número 22 de la Rue des Saules: Au Lapin Agile. La historia del nombre de este cabaret no deja de ser curiosa. Hacia 1880, el propietario del Cabaret des Assassins, que así era como se llamaba entonces, le encargó al caricaturista André Gill un emblema para la fachada de su local. El artista pintó un divertido conejo escapandose de una cazuela. La imagen era tan llamativa que la gente empezó a llamar al cabaret Le Lapin à Gill (el conejo de Gill), que con el tiempo derivaría en Le Lapin Agile (el conejo ágil).

Copia del conejo de André Gill
(el auténtico se conserva en el Museo de Montmartre)
Le Lapin Agile hacia 1872. En esos años, se llamaba À ma campagne
y era propiedad de Adèle, una antigua bailarina de cancan

A principios del siglo XX, el cabaret pasó a manos de una pintoresca pareja: Berthe Sébource y Frédéric Gerard, a quien todos llamaban le père Frédé. Este personaje, que calzaba zuecos y lucía una larguísima barba blanca, no tenía problemas en dar de comer y beber a los artistas indigentes a cambio de poemas, canciones, dibujos o cuadros. Eso sí, los clientes del local tenían que compartir espacio con las numerosas mascotas de Frédé: el mono Théodule, la cabra Blanchette, una corneja amaestrada, un perro y varios ratones blancos. Pero sin duda, el más querido por todos era Lolo, un delicioso burro con el que Frédé se había ganado la vida como vendedor ambulante algunos años antes. Toda esta fauna se codeaba los mejores artistas y escritores de la época como Guillaume Apollinaire, Max Jacob, Amedeo Modigliani, Georges Braque, André Derain, Maurice Utrillo o Pablo Picasso.

Le Père Frédé con su burro Lolo

Frédé logró convertir este antro en un cabaret artístico de primer orden. En sus mugrientas paredes, colgaban obras de arte por las que entonces nadie daba ni dos francos y que ahora ocupan lugares privilegiados en las paredes de grandes museos. El propio Picasso colaboró con dos obras. La primera de ellas, La femme à la corneille, es un retrato de Margot Luc, la hija de Berthe (que luego se casaría con el escritor Pierre Mac Orlan), una figura estilizada que acaricia con ternura a la corneja adiestrada de Frédé. La pintura está a medio camino entre la época azul y la época rosa de Picasso.

Pablo Picasso, La femme à la corneille (retrato de Marguerite Luc, 1904), Toledo Museum of Art, Ohio

La segunda de estas obras, Au Lapin Agile, es un autorretrato del propio Picasso vestido de arlequín en el interior del cabaret. Al fondo podemos ver a Frédé cantando y tocando la guitarra (una de sus aficiones, aunque parece ser que no se le daba demasiado bien). La joven que está junto a Picasso es su amante de aquel momento, Germaine Pichot, la mujer por la que se había suicidado su amigoCarlos Casagemas cuatro años antes, y que Picasso no tuvo reparos en llevarse a la cama pasado un prudencial periodo de luto. Este cuadro, que Picasso le cedió a Frédé a cambio de comida y bebida, se vendió en 1989 en Sotheby’s por la friolera de 40,7 millones de dólares (en ese momento, ya no pertenecía al Lapin Agile; Frédé se lo había vendido en 1914 a un coleccionista americano por unos 20 dólares).

Pablo Picasso, Au Lapin Agile (1905), Metropolitan Museum of Art, Nueva York
El interior del Lapin Agile durante esos años, con Frédé tocando la guitarra

Pero vayamos al grano. En 1910, uno de los habituales del local, el escritor Roland Dorgelès, ayudado por unos compinches, decidió dejar al mundo del arte en evidencia. En pleno auge de las vanguardias, se inventó un nuevo movimiento llamado Excesivismo y a un joven artista italiano, Joachim-Raphaël Boronali. Los conspiradores se reunieron en el Lapin Agile y pidieron a dos artistas que pasaban por allí que pintasen el fondo de un lienzo con colores vivos, al estilo de los pintoresfauvistas. Acto seguido, ataron un pincel a la cola de Lolo, colocaron el cuadro en un taburete detrás de él y empezaron a hacerle monerías para que rematase la obra a base de coletazos. Todo se hizo en presencia de un notario, Paul-Henri Brionn, que levantó acta del proceso.

Lolo pintando su obra de arte mientras Frédé le da de comer. Al fondo, los conspiradores enmascarados.
Documento notarial certificando la autoría de Lolo.

Unos días después, se envió la obra de Lolo al Salón de los Independientes con el pomposo título Et le soleil s’endormit sur l’Adriatique (Y el sol se quedó dormido sobre el Adriático), acompañada de un manifiesto del Excesivismo redactado por el propio Dorgelès. Allí estuvo colgada durante quince días, junto a cuadros de Matisse y de Rousseau el Aduanero entre otros. Los críticos de arte, azuzados por los cómplices de Dorgelès, cayeron de lleno en la trampa y escribieron en los periódicos sobre este joven artista desconocido, alabándole o criticándole según el caso, e incluyendo fragmentos del manifiesto en sus artículos:

«L’excès en tout est un défaut, a dit un âne. Tout au contraire, nous proclamons que l’excès en tout est une force, la seule force.» (El exceso en todo es un fracaso, dijo un asno. Todo lo contrario, proclamamos nosotros, el exceso en todo es una fuerza, la única fuerza.)

No podían ni imaginar que «Boronali» era el anagrama de «Aliboron», el nombre de uno de los personajes de una fábula de la Fontaine titulada Los ladrones y el asno, que venía a ser sinónimo de persona corta e ignorante.

J.R. Boronali, Et le soleil s’endormit sur l’Adriatique (1910), Espace Paul Bedú, Milly-la-Forêt

Varios días más tarde, Dorgelès se presentó en la redacción del periódico Le Matin con el documento notarial que certificaba que todo había sido una gran broma. Al día siguiente, se podía leer este titular en primera plana: «Un asno por jefe de escuela».

Le Lapin Agile hoy en día, uno de los edificios más deliciosos de Montmartre

En estos dos enlaces, podéis leer un artículo de la época que explica todo el asunto: hoja 1 y hoja 2. Y en este vídeo, ver al genial artista Lolo paseándose entre las mesas del Lapin Agile y a Frédé fumando su pipa:

harteconhache

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