En 2005 el festejo por los quince años del Ballet Argentino reunió a Julio Bocca con Les Luthiers; aquí un fragmento del espectáculo.
La voz grave y solemne de Marcos Mundstock anuncia que lo que se verá a continuación es la última producción de Johann Sebastian Mastropiero, el célebre compositor de ficción creado por Les Luthiers, y así da comienzo a la presentación de El lago encantado, una parodia –desopilante pero en todo momento respetuosa de El lago de los cisnes– en la que las doncellas, víctimas de un hechizo, por las noches se convierten no en bellos cisnes sino en… marineros. El narrador, que comenta y explica cada acción antes de que los bailarines puedan realizarla, da la bienvenida a la primera bailarina –Eleonora Cassano en el papel de la princesa Malixendra– “y a la segunda, la tercera, la cuarta, la décima, y la centésima…”, y así sigue. Más tarde aparecerá el príncipe Vassili -Julio Bocca– (“el que siempre vacila”, acota el locutor), con sus súbditos: todos luciendo ajustadas calzas “que denotan su status social”, por lo que Julio, por su jerarquía, se pavonea mostrando un bulto bien abultado.
Así comienza esta breve pieza coreográfica que el Ballet Argentino estrenó el viernes pasado con motivo de la celebración de su 15º aniversario, en un doble programa mixto con Julio Bocca a la cabeza, Hernán Piquín y Cecilia Figaredo como primeras figuras y Eleonora Cassano como primera bailarina invitada. Con texto y música de Les Luthiers y coreografía de Lidia Segni, Bocca se ríe de sí mismo y de los cánones tradicionales del ballet clásico en esta nueva versión de El lago… en la que –siempre a modo de juego– las parejas de bailarines se esconden tras los juncos, la bailarina principal –alzada, y no sólo en los brazos de su partenaire– engaña al príncipe con su mejor amigo y las doncellas se convierten en marineros que salen a bailar con otras doncellas que aún no se han convertido.
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