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La información de que el intento de golpe en Turquía del 15 de julio fue organizado por el ex comandante de las fuerzas estadounidenses en Afganistán, el general John F. Campbell, no es sensacional. Este es un acto bastante lógico y natural que representa los métodos de supremacía geopolítica estadounidense en varias partes del mundo.
Si profundizamos en la historia moderna de estos conflictos, vemos entonces en todas partes una notable participación de Washington, directa o indirecta. En algún que otro caso, los conspiradores potenciales se prepararon directamente en los Estados Unidos, en bases militares, con el pretexto de diversos cursos, organizaciones, o para crear un personal potencial en el país que se haya convertido en objeto de interés para la Casa Blanca.
Traigamos algunos ejemplos.
La maldición de los recursos y la intervención de Washington
La noción de la «maldición de los recursos» está ligada a África, ya que el término fue usado para describir las operaciones de las empresas transnacionales y de los países occidentales que adoptaron métodos neocoloniales para gobernar la región. Sin embargo, las intervenciones militares también han ocurrido alguna vez cuando hay una conexión clara entre jefes militares locales y el Pentágono.
A finales de octubre de 2014, Burkina Faso, país de África occidental, experimentó disturbios que llevaron a la renuncia de Blaise Compaore, el dictador en el poder desde 1987, después de haber organizado el asesinato del dirigente nacional Thomas Sankara, conocido como el Che Guevara africano, y haber usurpado la autoridad suprema. Algunos han considerado estos acontecimientos como la continuación lógica de una larga crisis política institucional que ha prevalecido en el país desde hace muchos años, mientras que otros afirman que esto fue simplemente un golpe de estado organizado por los militares. Después de todo, los representantes de las fuerzas armadas se unieron al gobierno de transición y tomaron toda la responsabilidad de la administración del estado.
A primera vista, puede parecer que un régimen al estilo junta es bastante típico de los países africanos. Sin embargo, el individuo que estaba a la cabeza del gobierno ha sido objeto de muchas preguntas, planteadas tanto por los partidarios de la democracia como por los expertos militares. El coronel Isaac Zidane, que dirigió el gobierno de transición, es conocido por haber asisitido a cursos de lucha contra el terrorismo en los Estados Unidos, en la Base MacDill de la Fuerza Aérea, en Tampa, Florida.
En 2012, cuando ocupaba el rango de comandante, hizo una visita de dos semanas a los EE.UU.. Más tarde, durante el mismo año, participó en un curso de cinco días sobre inteligencia militar en Botswana, que también fue financiado por los Estados Unidos.
El Director de Investigación del US Army College, Steven Metz, describe esta situación de la siguiente manera: «Este tema tiene una historia larga y emocional. Durante la Guerra Fría, los líderes militares y políticos de Estados Unidos generalmente adoptaron la posición de que «el enemigo de mi enemigo es mi amigo». A veces, esto significó la afluencia de oficiales extranjeros amigos que descuidaron los derechos humanos y eran propensos a la corrupción, o se dispusieron a intervenir en política. Como resultado, algunos estudiantes extranjeros no muy agradables pasaron a través del sistema de educación militar profesional de Estados Unidos».
El profesor Metz trata además de justificarse agregando que Zida no pasó el entrenamiento con personal estadounidense en una academia militar, donde junto a la profesionalidad militar se presta atención a los derechos humanos, sino que sólo tomó dos cursos cortos centrados en habilidades aplicadas en la inteligencia y contraterrorismo. Y, por supuesto, dice que los EE.UU. deberían o podrían ser más selectivos en la construcción de alianzas militares con otros países.
Pero el problema es que estas relaciones tienen una dimensión estratégica y parecen ser parte del plan del Pentágono para establecer su influencia, ya sea directamente, organizando bases militares, o mediante agentes entrenados como Zida.
Malí también sería un buen ejemplo donde ocurrió un incidente similar. En marzo de 2012, Malí se enfrentó a un golpe militar organizado, dirigido por el capitán del ejército Amadou Sanogo, quien participó en una media docena de cursos militares en los Estados Unidos. El resultado fue el derrocamiento del gobierno democráticamente elegido y que el país continuara hundiéndose en el caos. A pesar de que los islamistas y los rebeldes fueron capaces de capturar la mayor parte del país, debido a la destrucción de la seguridad del norte de África (hubo una revolución en Egipto, la revolución de color en Túnez y el asesinato de Muamar Gadafi en Libia), Amadou Sanogo fue arrestado sólo 18 meses después. Lo más probable es que fuera sólo porque no podía detener a los tuaregs en el norte quien presumía de multitud de armas de Libia, y no podía cumplir con sus obligaciones hacia Washington. Debido a la indeterminación de los EE.UU., incluso el ejercicio «Flintlock 2012», las maniobras militares a gran escala que se iban a celebrar en el país junto a países europeos y de la región, tuvo que ser cancelado. Sin embargo, Washington siguió prestando asistencia financiera para la ejecución de diversos programas en el país y comprometió 140 millones de dólares inmediatamente después del golpe.
Cabe señalar que Malí también figura en los planes estadounidenses para establecer un control militar. Un elemento clave en operaciones especiales, con la base de inteligencia de Estados Unidos en este país, fueron los aviones turbohélice disfrazados como aparatos privados. Están equipados con un sistema invisible de sensores que puede grabar vídeo de movimiento completo, rastrear rayos infrarrojos, monitorear las señales de radio y teléfono móvil, y repostar en pistas aisladas, lo que mejora la eficacia de la autonomía de vuelo en miles de kilómetros. Es obvio que los EE.UU. no podían permitirse perder tales oportunidades e iniciaron una nueva intervención humanitaria, y por lo tanto desplazaron todo el trabajo sucio sobre Francia.
Es necesario tener en cuenta la posición geoestratégica de Burkina Faso. El país limita con Nigeria, que es la sede del activo grupo Boko Haram, y con una serie de países en los que las células de Al-Qaeda han encontrado refugio en el Magreb Islámico. Washington jugó activamente con esta situación, lo que justifica el despliegue de su red de bases militares y de inteligencia en la región en el marco del Comando de África (AFRICOM) y a través de programas secretos. Hace varios años, el Pentágono inició un nuevo nivel de relaciones con Burkina Faso para monitorizar la periferia del Sahara y la selva a lo largo del ecuador.
Entonces, se llegó a un acuerdo y se decidió que un centro clave de la red de espionaje de Estados Unidos sería la capital de Burkina Faso, Uagadugú. Como parte de un programa de vigilancia secreto, de nombre en clave Creek Sand, docenas de soldados y contratistas estadounidenses llegaron a Uagadugú para construir una pequeña base en el territorio del aeropuerto internacional. Desde allí, aviones de reconocimiento llegan a Mali, Mauritania y el Sahara donde realizan actividades de inteligencia. Además de unas pocas docenas de soldados estadounidenses conectados a la Embajada de Estados Unidos en el país, Burkina Faso acoge también a representantes de las fuerzas especiales estadounidenses. El número exacto de los mismos se desconoce.
También existen matices conectados a los recursos naturales. Entre otras cosas, Burkina Faso es un prometedor productor de recursos minerales y el cuarto país en el continente africano en extracción de oro.
América Latina: Operación Cóndor-2
A pesar de que la influencia de Estados Unidos en los países de América Latina se ha debilitado a causa de la reconfiguración política de una serie de estados, los EE.UU. intentan constantemente restaurar su influencia incluso a través de agentes de las fuerzas armadas locales.
Durante la Guerra Fría, un centro de entrenamiento militar llamado «Escuela de las Américas» (abierto en la zona del Canal de Panamá en 1946, y trasladado a los EE.UU. en 1984) fue utilizado para estos propósitos: se graduaron allí numerosos dictadores latinoamericanos. En 2000, fue renombrado como Instituto del Hemisferio Occidental para la Seguridad y la Cooperación, aunque el objetivo sigue siendo el mismo: el reclutamiento de personal militar y de la policía de América Central y del Sur.
El fallido golpe de estado en Ecuador en octubre de 2010 estaba directamente relacionado con el trabajo de esta institución. Además, la Casa Blanca trabajó de acuerdo con el esquema estándar, utilizando organizaciones no gubernamentales y los canales diplomáticos, en un intento para asesinar a Rafael Correa organizado por la Fuerza Aérea y agentes de policía, que habían sido previamente entrenados en los Estados Unidos. Vale la pena recordar que antes se utilizaron complots similares en otros países de la región que cambiaron su rumbo, de pro-estadounidense a multipolar. En abril de 2002, un grupo de militares venezolanos intentó derrocar a Hugo Chávez, pero la movilización de las masas impidió que el plan del golpe se realizara. En febrero de 2009, la oposición venezolana y ex militares acusados de cometer actos terroristas en Caracas trataron de repetir este intento.
Obviamente, los EE.UU. tienen sus propios métodos para implicar a personal militar en sus planes en los países de Asia y Europa, incluida Rusia. ¿Cómo podemos explicar el hecho de que algunos cuadros militares, después de haber jurado lealtad a la URSS, se acercaran de buen grado al lado enemigo?
Un ejemplo típico podría ser el trabajo de una rama de la Fundación Carnegie en Moscú, cuyo director es el ex oficial Dmitri Trenin, que en el pasado participó en las negociaciones sobre el desarme nuclear, y huyó a trabajar al Defense College de la OTAN en Roma después del colapso de la Unión Soviética. Si Dmitri Trenin es un obvio agente de influencia estadounidense, en cambio es difícil determinar a los agentes latentes (o dormidos, como dicen en las estructuras de inteligencia de Estados Unidos).
También podemos recordar la reciente revolución en Ucrania, cuando los militares bajo Viktor Yanukovich declararon que no interferirían en el conflicto en el Maidan, para luego, después de su derrocamiento violento, comienzar a asesinar civiles en el sur-este del país. Es obvio que la cooperación a largo plazo con la OTAN y los Estados Unidos dio lugar a la creación de una quinta columna de este tipo dentro del Ministerio de Defensa.
El sociólogo italiano Vilfredo Pareto ofreció un modelo teórico para explicar las razones para la puesta en práctica de golpes de estado y revoluciones. Según él, junto con la élite estatal, siempre existe una contra-élite paralela que espera el momento adecuado para subir al poder de una forma u otra. A veces, fuerzas externas pueden ayudar a fortalecer esta contra-élite y, en el momento adecuado, apoyar o incluso iniciar su actividad. En los últimos 60 años, la creaciónb artificial de estas fuerzas ha sido un trabajo rutinario para el Departamento de Estado de Estados Unidos. El fallido golpe de estado en Turquía recordó una vez más al mundo este método antidemocrático.