por La Gran Época
Experiencias cercanas a la muerte: 30 años de investigación. Foto: Yuri_Arcurs/Getty Images
Un accidente lo deja al borde de la muerte… paro cardíaco y muere… tras desesperados esfuerzos, el paciente finalmente es revivido. Un testimonio inexplicable –para algunos, bizarro– se repite en innumerables de estos casos: “salí de mi cuerpo, me elevé y vi tal escena…”. ¿Psicosis? ¿Daño en el cerebro por falta de oxígeno? Nada de eso. Después de más de 30 años de investigación, un grupo de científicos concuerda en que estas experiencias son reales y representan algo que la ciencia aún debe entender.
Este fenómeno cobró el nombre técnico de ‘experiencias cercanas a la muerte’ (ECM) desde la publicación del libro ‘La vida después de la vida’ en 1975 por el doctor en filosofía y psicología Raymond Moody. Las ECM generalmente incluyen experiencias cognitivas, afectivas, paranormales y trascendentales, por lo que su ámbito de estudio es muy amplio.
Greyson cree que las ECM sugieren que la mente es independiente del cerebro
Ejemplos de ‘experiencias cercanas a la muerte’ incluyen la experimentación de un cambio en la percepción y la manera de pensar, un sentimiento de paz y tranquilidad, percepciones extrasensoriales, pasar por una revisión de la propia historia de vida y ver los efectos de las acciones pasadas de uno sobre los demás. Se repite también la sensación del salir del cuerpo, visión de personas fallecidas y de otros seres como ángeles, y la sensación de que uno ha entrado en otra dimensión.
Todo tipo de personas han experimentado ECM, y la mayoría de los estudios encuentra que entre un 10% y un 20% de los casos registrados de personas que atravesaron fugazmente el umbral de la muerte produjo testimonios de ese tipo.
Los estudios sobre las ECM se dispararon después de la publicación del libro de Moody. Seis años después, en 1981, científicos especializados fundaron la Asociación Internacional de Estudios de Cercanía a la Muerte (IANDS, sus siglas en inglés) para “promover la exploración responsable y multidisciplinaria de las experiencias cercanas a la muerte y similares, sus efectos en la vida de las personas y sus implicancias en las creencias sobre la vida, la muerte y el propósito del ser humano”, según el sitio web de la institución.
Entre el 2 y el 4 de septiembre de este año de 2011, el IANDS organizó una conferencia en Durham, Carolina del Norte, en la que los investigadores de las experiencias cercanas a la muerte presentaron sus resultados. Allí estuvo un periodista del periódico The Epoch Times (edición en inglés de ‘Da Jiyuan’ o ‘La Gran Época’, de la editorial de 2013 y más allá).
Cerebro dañado vs. funciones mentales potenciadas
El Dr. Bruce Greyson, director de la División de Estudios de Percepción de la Universidad de Virginia, dijo en la conferencia del IANDS que los testimonios sobre ECM son confiables porque las diversas versiones permanecen invariables en el tiempo. Greyson consultó a un grupo sobre sus ECM de hace 20 años y, al comparar sus versiones con las registradas en ese entonces, encontró que las recordaban prácticamente idénticas.
Greyson cree que las ECM sugieren que la mente es independiente del cerebro. Porque durante las situaciones clínicas que atraviesan los ECM, las funciones cerebrales se ven afectadas; sin embargo, los estudios no encontraron ningún efecto correspondiente en las funciones mentales que conllevan lo relatado por estas personas.
“Si les preguntas sobre sus experiencias cercanas a la muerte, que ocurrieron hace 15 años, te las cuentan como si hubieran sucedido ayer”
“En la mayoría de los casos, el funcionamiento mental de la persona es mejor durante las ECM que en nuestra vida normal”, dijo Greyson en una entrevista con The Epoch Times.
“Si les preguntas sobre sus experiencias cercanas a la muerte que ocurrieron hace 15 años, te las cuentan como si hubieran sucedido ayer. Si les preguntas acerca de otras experiencias de sus vidas durante ese tiempo, son recuerdos muy borrosos, si es que tienen alguno”, agrega el científico.
“Cuando entiendes que estas experiencias se caracterizan por procesos de pensamiento mejorados que ocurren cuando el cerebro no está funcionando bien o, a veces, cuando no funciona en absoluto –durante un paro cardiaco o con anestesia profunda–, circunstancias bajo las cuales la ciencia del cerebro nos dice que esta persona no debería ser capaz de pensar, percibir o formar recuerdos, se vuelve completamente claro que no podemos explicar esto sobre la base de la fisiología cerebral”, dice Greyson.
El Dr. Eben Alexander, un neurocirujano que también habló en la conferencia, tuvo una ECM que es un caso de referencia. En 2008 contrajo una meningitis bacteriana aguda que le dañó la corteza cerebral; entró en estado de coma y tuvo que estar seis días con un respirador artificial.
El nivel de glucosa de su líquido cefalorraquídeo era de 1 mg/dl (miligramos por una décima parte de un litro), mientras que los niveles normales son entre 60 y 80 mg/dl. Cuando el nivel desciende a 20 mg/dl, la infección por meningitis se considera grave. Durante varios días después de superar el estado de coma, Alexander tuvo que luchar para poder hablar nuevamente y recobrar sus memorias previas al estado de coma; en general, nadie con este tipo de daño cerebral se recupera por completo.
No obstante, durante su ECM, Alexander tuvo experiencias vívidas en las que participaron múltiples sentidos como la visión, la audición y el olfato. En sus palabras, las escenas eran tan impresionantes que no podía describirlas.
“Mi cerebro ahora mismo –creo que ya se recuperó bastante bien– no podría hacer nada cercano a lo que hacía”, dijo Alexander. “¿Cómo puede un cerebro agonizante conseguir mucho, mucho más poder y ser capaz de manejar estas cargas enormes de información de forma instantánea y ponerlas juntas?”
Experiencias compartidas
Otro fenómeno relacionado con las ECM son las experiencias compartidas, en las que una persona cercana a un moribundo experimenta algo con las mismas características que las ECM.
Moody escuchó por primera vez acerca de las experiencias de muerte compartidas en 1972, de uno de sus profesores de medicina. La madre de la profesora tuvo un ataque cardíaco, y cuando la profesora estaba tratando de revivirla sintió que ella misma salía de su propio cuerpo y vio que su cuerpo estaba reviviendo a su madre. Cuando su madre murió, la vio en forma de espíritu; el espíritu se reunió con otros seres, entre los cuales pudo reconocer a algunas personas con las que su madre había tenido contacto en vida. Luego, su madre y las otras personas fueron absorbidas por un túnel.
Después de más de 30 años de investigación, Moody estima que los casos en que se comparten experiencias de muerte son tan comunes como las ECM individuales. A medida que estudió más de estos casos con el correr de los años, se encontró con que las características de las experiencias de muerte compartidas son similares a aquellas de las ECM.
Después ser revividos, ambos contaron que experimentaron haber salido de sus cuerpos y que, juntos, entraron en una luz; contaron todo con detalles idénticos
Una de las características más comunes de las experiencias de muerte compartidas es que quien experimenta el fenómeno ve al espíritu de la persona moribunda como una réplica transparente de la persona o un óvalo o una esfera de luz que sale de la cabeza o el pecho del cuerpo físico, explicó Moody en una entrevista con The Epoch Times.
Según Moody, a veces el espectador experimenta la revisión de la vida de la persona que está muriendo. Hay un caso registrado de una mujer en Georgia que dijo que en el momento de la muerte de su marido habló con el espíritu de él y vio la revisión de su vida; también vio a un ser que se identificó como la hija que ella abortó.
Moody piensa que las experiencias compartidas en torno a la muerte refuerzan la hipótesis de que la mente existe en forma independiente del cerebro, porque en estos casos se presentan testimonios similares en personas que de ninguna manera tienen las funciones cerebrales dañadas.
“Todas las características que identifico como las ECM que estudié hace años también están presentes en personas que están al lado de la cama, quienes, por cierto, no están enfermos ni lesionados”, explicó Moody durante su presentación en la conferencia.
“No hay ningún problema con el flujo de oxígeno a sus cerebros, y sin embargo ellos tienen experiencias idénticas a las que he escuchado de personas que sí se han codeado con la muerte”.
Una evidencia incluso más fuerte que contó Moody durante la entrevista con The Epoch Times es el caso de un cura y una monja en Sudáfrica que sufrieron juntos un accidente automovilístico; ambos tuvieron un paro cardíaco seguido de ECM. Después de ser revividos, ambos contaron que experimentaron haber salido de sus cuerpos y que, juntos, entraron en una luz; contaron todo con detalles idénticos.
Moody dice que ahora, con la cantidad de investigaciones realizadas en los últimos 30 años, “hay un genuino –y yo subrayaría ‘genuino’– paso sólido hacia la comprensión racional de la vida después de la muerte”.
Del mismo modo, para Greyson, “la ciencia de las experiencias cercanas a la muerte está mucho más avanzada ahora que hace 30 años”. Pero “creo que solo hemos arañado la superficie de las ECM”, aclara.
Greyson cree que todavía hay mucho por hacer en el área de estudios sobre las experiencias de muerte, sobre todo con las herramientas y técnicas modernas que antes no había.
“Algunas personas con trasfondo religioso o espiritual hablan acerca de las experiencias como un regalo; las refieren como algo sobrenatural. No sé todavía cómo expresar este concepto en términos científicos, pero creo que la ciencia es una empresa dinámica y no estática; pienso que tarde o temprano vamos a encontrar una forma para hablar en términos científicos de algo que está más allá de la física o la psicología”.
“Creo que los principales avances en el futuro próximo se centrarán en el rol que desempeñan las ECM en la vidas de las personas y en el desarrollo de la personalidad, en el establecimiento de valores, creencias y actitudes, así como las diferentes maneras en que podemos ayudar a las personas para que se beneficien de la experiencia cercana a la muerte”, concluye Greyson.