por sott@sott.net
José Pichel Andrés bez.es mar, 13 sep 2016 18:06 UTC
Su gran influencia sobre la Tierra son las mareas, vinculadas a las distintas fases lunares. Y eso es, precisamente, lo que publican esta semana los investigadores de la Universidad de Tokio en la revista científica Nature Geoscience: la fuerza de las mareas vivas, en las fases de luna llena y luna nueva, podría causar un estrés en las fallas que ayudase a desencadenar los grandes seísmos.
Desde la Tierra vemos la luna llena cuando nuestro planeta se sitúa entre el Sol y la Luna. Por el contrario, la luna nueva ocurre cuando es nuestro satélite el que está en medio, entre el Sol y La Tierra. Lo importante de este fenómeno es que, al estar alineados, la gravedad del Sol se suma a la de la Luna y esa fuerza de atracción hace que se suba el nivel de los mares. Es lo que se conoce como mareas vivas, en contraposición a las mareas muertas, que tienen lugar en las fases de cuarto creciente y cuarto menguante.
Grandes terremotos y mareas vivas
El equipo de investigación liderado por Satoshi Ide se ha dado cuenta de que los grandes terremotos de los últimos años coinciden con la máxima amplitud del efecto de las mareas, es decir, con luna llena o luna nueva. La lista incluye solo los seísmos de una magnitud 5,5 o superior, entre los que se incluyen el de Sumatra (Indonesia) en 2004, el de Maule (Chile) en 2010y el de Tohoku-Oki (Japón) de 2011, que daría paso a un gran tsunami y a la crisis de la central nuclear de Fukushima. Por el contrario, esta correlación no existe cuando se trata de terremotos pequeños.
La pregunta es cómo una simple marea viva, que se produce dos veces al mes, puede desencadenar un proceso tan devastador como un gigantesco terremoto. Desde su condición de geólogos, los autores del trabajo han lanzado una hipótesis sobre este fenómeno. Lo más probable es que la inestabilidad que provocan sobre las fallascause pequeñas fracturas sobre el terreno y que, en un efecto cascada, estas ocasionen fracturas mayores hasta desencadenar los grandes temblores. No obstante, los científicos aún no han conseguido determinar con exactitud cómo es el proceso que los origina, así que esta aportación tendrá que ser corroborada con estudios posteriores.
En definitiva, la investigación implica que durante una marea viva se incrementan las probabilidades de que una pequeña fractura a gran escala ocasione un terremoto de gran magnitud. Sin embargo, los científicos japoneses rechazan que su trabajo pueda servir de base para predecir terremotos, un reto que por su complejidad está lejos del alcance de la ciencia a día de hoy. En cualquier caso, el conocimiento de las tensiones que provoca la marea en una región sísmica sí puede ayudar a evaluar cuáles son las probabilidades de que suceda.