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Muchas veces he escuchado a personas que me dicen que un pájaro se ha acercado a su ventana, revoloteando contra el vidrio, como queriendo entrar… y no comprenden por qué. Otras me han comentado que en su patio ha aparecido una paloma, acercándose a ellos. En otros casos, el pájaro se ha posado en el marco de la ventana abierta, cantando a voz en cuello y llamando la atención. ¿Qué significa esto?
Yo he vivido en ocasiones estos encuentros. Hasta en una oportunidad, en la playa, un gorrión se me posó en la mano izquierda, que yo tenía apoyada en el manillar del cuatriciclo, lo que me dejó anonadado. Luego, se corrió a saltitos hacia mi codo. Acerqué lentamente mi mano, sin poder creerlo, hasta que con un dedo, toqué su cabecita. Y allí se quedó. Entonces comencé a mover el dedo, acariciando su lomito como uno haría con un cachorro, y esperando que en cualquier momento se volara asustado.
Pero no, parecía disfrutar de la caricia; yo no podía creerlo. El gorrioncito seguía allí. Yo estaba con campera porque el viento del mar estaba frío y en ese momento estaba bajando el cuatriciclo del trailer. Pero interrumpí mi tarea para deleitarme en la contemplación de aquel pájaro confiado que parecía saber que yo no iba a hacerle ningún tipo de daño.
De pronto, tras unos segundos, subió hasta el cuello de la campera, a saltitos. Se quedó parado tras mi nuca y yo no supe qué hacer. Entonces, acerqué mi mano izquierda hacia él y lo fui corriendo hacia el hombro derecho para poder observarlo. Moví la cabeza lentamente hasta que su piquito quedó contra mi cara; yo estaba fascinado por este hecho, como si estuviéramos dándonos un besito.
Era tanta mi emoción que comencé a sentir una lágrima corriendo por la mejilla, y entonces le pregunté, en voz alta: “¿Quien eres?”
Nada, sólo el silencio de la playa y el rugir lejano de las olas. Comencé a caminar lentamente por la arena, con el pajarito sobre mi hombro, di algunos pasos y de pronto… “prrrrrr…” se escuchó su rápido batir de alas, dirigiéndose hacia el monte, campo adentro.
En estas ocasiones, muy extrañas, el pájaro trae un mensaje. Ese mensaje es “Estoy bien, quiero comunicártelo, para que ambos quedemos en paz”. Suele ser un mensaje de un ser querido que ha desencarnado y del cual no nos hemos podido despedir en conciencia, o por distancia o por cualquier razón.
Ellos quieren expresarnos que estemos tranquilos, que están en paz, que van en camino hacia su ruta de Luz, se están despidiendo de nosotros a través de esa ave que extrañamente vemos aparecer en lugares insólitos, de forma distinta de como los pájaros normalmente desconfían de la cercanía del ser humano (y con toda razón).
A veces golpean sus picos o sus alas contra los vidrios, otras veces simplemente se nos acercan de una forma que nos damos cuenta que no es la normal, a traernos el mensaje. Vienen como emisarios del alma de quien necesita que estemos nosotros en paz, para que él tenga paz también y pueda regresar a su Origen de Luz.
Bien-venido… y bien-ido; gracias por tu amoroso mensaje. Hasta luego, porque nos volveremos a encontrar. Que tengas tu merecida paz.
Bendiciones e Iluminación. Leo.
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No sé si el significado del hecho es el que dice el artículo, pero desde luego es un fenómeno bastante desconcertante cuando te sucede. Me ha sucedido varias veces.