El signo del dólar es uno de los símbolos más potentes del mundo y su significado va más allá de la moneda estadounidense. Pero ¿de dónde viene?
El signo del dólar es uno de los símbolos más potentes del mundo y su significado va más allá de la moneda estadounidense.
Es también la abreviatura del sueño americano y de todo el consumismo y la mercantilismo que lo acompaña.
Ha sido adoptado por la cultura pop y recreado por artistas (Salvador Dalí le sacó un bigote, Andy Warhol lo reprodujo en acrílico y serigrafía) y es también un elemento frecuente en la tecnología.
Está en nuestros teclados, se usa para la programación y genera un emoji al que le sale dinero por la boca en muchas aplicaciones.
Sin embargo, a pesar de su ubicuidad, los orígenes del signo del dólar están lejos de ser claros, con teorías que van de las monedas bohemias a las columnas de Hércules.
El euro, por ejemplo, está representado por una € y la libra por una £, lo que cobra sentido con los nombres de la moneda.
Con $, el dólar es representado por una letra S atravesada por con una línea… es más difícil encontrar un referente.
Una teoría equivocada
Algunos creen erróneamente que la S tiene superpuesta una U sin la curva inferior, que proporciona sus trazos verticales.
De hecho, esto explica uno de los conceptos más populares -pero equivocados- acerca de los orígenes del signo: que US, o Estados Unidos, en inglés.
Eso es lo que creían el escritor y filósofo Ayn Rand.
En un capítulo de su novela de 1957, Atlas Shrugged, un personaje pregunta a otro sobre qué representa el signo del dólar.
La respuesta incluye estas líneas: «Para el logro, para el éxito, para la capacidad, para el poder creativo del hombre y, precisamente por estas razones, se utiliza como una marca de infamia. Representa las iniciales de Estados Unidos».
Parece que Rand estaba equivocado, sobre todo porque hasta 1776, EE.UU. era conocido como las Trece Colonias y hay sugerencias de que el signo del dólar estaba en uso antes de que naciera Estados Unidos.
Los orígenes de la £
El signo de la libra esterlina, £, tiene una historia que se remonta 1.200 años, cuando los romanos lo utilizaron por primera vez como abreviatura de «libra pondo», la unidad básica de peso del imperio.
En la Inglaterra anglosajona, la libra se convirtió en una unidad monetaria, equivalente a… sorpresa, sorpresa… una libra de plata. Grandes riquezas, en otras palabras.
Pero junto con el nombre romano, los anglosajones tomaron prestada la señal, una letra ornamentada «L».
El travesaño llegó más tarde, lo que indica que es una abreviatura.
Un cheque en el Museo del Banco de Inglaterra de Londres muestra que el signo de la libra había adquirido su forma actual en 1661, incluso si tardaba un poco más en llegar a ser adoptado universalmente.
El dólar, por su parte, tiene una historia mucho más corta.
En 1520, el Reino de Bohemia comenzó a acuñar monedas usando plata de una mina en Joachimsthal, que se traduce aproximadamente del alemán como el valle de Joachim.
La moneda fue apodada joachimsthaler, que luego se redujo a thaler, la palabra que procedió a extenderse por todo el mundo.
Fue la variación holandesa, el daler, la que se abrió paso a través del Atlántico en los bolsillos y en las lenguas de los primeros inmigrantes.
De ahí la pronunciación estadounidense-inglesa de la actual palabra dólar.
Falta de respuestas
Sin embargo, a pesar de la relativa juventud de la moneda, no hay una respuesta inequívoca a la pregunta de dónde surgió el signo del dólar.
Nadie parece haberse sentado para diseñarlo y su forma todavía fluctúa, a veces tiene dos líneas que lo atraviesan, a veces solo una.
No es que no haya muchas hipótesis en competencia. Por ejemplo, dando vueltas a la idea de que hay una U y una S ocultas en su forma, se ha sugerido que representan «unidades de plata» (por el término inglés para plata, silver).
Una de las historias de origen más esotéricas lo vincula de nuevo con el thalerbohemio, que mostraba una serpiente en una cruz cristiana, una alusión a la historia de Moisés enrollando una serpiente de bronce alrededor de un palo para curar a las personas que habían sido mordidas.
El dólar, según esa teoría, deriva de ese signo.
Otra versión se centra en las columnas de Hércules, como llamaban los antiguos griegos los promontorios que flanquean la entrada al Estrecho de Gibraltar.
Las columnas figuran en el escudo de España y, durante los siglos XVIII y XIX, aparecieron en el dólar español, que también se conocía como la pieza de ocho o peso.
Los pilares tienen pancartas entrelazadas a su alrededor en forma de S y no se necesita mucho entrecerrar los ojos para ver una semejanza con el signo del dólar.
De hecho, la teoría más aceptada involucra la acuñación española.
En las colonias, el comercio entre los hispanoamericanos y los ingleses de Norteamérica fue intenso y el peso, o peso de ocho reales, fue legal en Estados Unidos hasta 1857.
A menudo se acortaba, según dicen los historiadores, a la ‘P’ inicial con una ‘S’ al lado para indicar plural.
Gradualmente, gracias al garabato de comerciantes y escribas presionados por el tiempo, esa «P» se fusionó con la «S» y perdió su curva, dejando el trazo vertical como una estaca en el centro de la «S».
Un dólar español valía más o menos igual que un dólar estadounidense, por lo que es fácil ver cómo se podría haber transferido la señal.
Lo político
Al igual que con todo en Estados Unidos actualmente, hay una debate político sobre la ascendencia del signo dólar: en función del partido, una facción favorece la idea de que es de cosecha propia y otra, que fue importada.
Es irónico, aunque no sorprende, que un símbolo tan intrínseco al carácter nacional de Estados Unidos tenga sus raíces en otro país.
Pero independientemente de cómo surgió, aunque puede que no haya sido su único creador, un comerciante irlandés, adinerado y partidario de la Revolución Americana, Oliver Pollock, ha sido considerado a menudo por los historiadores como su creador.
De hecho, el primer signo de dólar impreso, que se hizo en una imprenta de Filadelfia en la década de 1790, fue obra de un acérrimo patriota estadounidense o al menos un escocés anti-inglés llamado Archibald Binny, que hoy se recuerda como el creador de la tipografía de Monticello.
Pero lo cierto es que, más allá de todas las teorías, el símbolo del dólar nos seguirá fascinando más allá de su historia y su significado.
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