Dopesick: historia de una adicción es una miniserie de ocho capítulos de aproximadamente 60 minutos de duración. En ella se cuenta la epidemia de opiáceos en Estados Unidos como en ningún documental, película o serie se ha hecho antes.
Con una gran calidad narrativa e interpretaciones dramáticas consistentes, esta serie no decepciona. Está inspirada en hechos reales con consecuencias realmente dramáticas en Estados Unidos.
Retrata la maldad absoluta de una familia de millonarios y filántropos. Paralelamente a esto, da voz a las historias de destrucción absoluta de pacientes a los que convirtieron en adictos.
Un medicamento que se vende como la solución al dolor crónico de millones de usuarios acaba convirtiéndose en la peor epidemia de salud pública a la que ha tenido que hacer frente los Estados Unidos. Una serie de ficción dolorosamente real y actual.
Dopesick: la historia de un envenenamiento legal
La miniserie Dopesick está basada en el libro de no ficción del mismo nombre de Beth Macy. Durante su desarrollo, examina las terribles causas y los efectos de la crisis de opioides desatada en gran parte de los Estados Unidos por Purdue Pharma.
Su producto estrella fue denominado como un analgésico opioide “no adictivo” llamado OxyContin. Ficcionados los detalles, pero contando una historia objetivamente correcta, Dopesick es una poderosa ilustración del poder de las empresas cuando la legislación no cumple su papel: proteger los derechos del vulnerable.
¿Cómo hicieron pasar un analgésico opioide por un medicamento no adictivo?
La historia detrás del OxyContin es la de Purdue Pharma y sus sociópatas dueños: la familia Sackler. Una familia con un poder desmesurado en la industria farmacéutica.
El impulsor de la campaña de OxyContin fue Richard Sackler (Michael Stuhlbarg). Este hizo que el fármaco fuera apetecible para un uso más amplio de pacientes a fin de reemplazar una lucrativa patente de la compañía, que estaba a punto de agotarse.
Richard aprendió todas las lecciones del libro de jugadas empresariales de su tío Arthur Sackler. En 1960, el gigante farmacéutico Roche le encargó desarrollar una campaña de marketing para su medicamento contra la ansiedad, el famoso Valium.
Pese a que sus efectos eran prácticamente los mismos que los de otros de sus productos, como Librium; Arthur inventó la idea de la “tensión psíquica” como una condición específica que solo curaba el ansiolítico Valium.
Es decir, la familia Sackler inventaba las enfermedades o síndromes, hacía pasar sus medicamentos como la cura para estos y además les añadía mejores propiedades, aunque contuvieran el mismo principio activo. Con una campaña comercial agresiva y engañosa, lograban convencer a médicos y hospitales de que sus fármacos eran mejores para los pacientes.
La “revolución” del OxyContin
Para Richard Sackler, la ambición de hacer triunfar al OxyContin tiene que ver principalmente con la necesidad de superar a sus familiares en sus logros y ambiciones.
No solo quiso comercializar el medicamento a nivel estatal, sino también deseaba convertirlo en un éxito mundial. Para ello, defendió que el medicamento opioide tenía una tasa de adicción menor al 1 % entre sus usuarios. Este medicamento de oxicodona estaba cubierto de una capa de liberación lenta que supuestamente brindaba 12 horas de alivio sin “subidón”. De esta manera, se limitaba su poder adictivo.
Además, a los estadounidenses se les prometía por fin la esperanza de vivir sin dolor. Nada hizo desconfiar de este hecho porque la FDA lo etiquetó como seguro. El jefe que lo hizo se fue un año después a trabajar a Purdue por 400 000 dólares anuales.
Cuando los efectos del medicamento demuestran no durar 12 horas, la incomodidad de los pacientes se rebautizó como “dolor irruptivo” y la solución que defendían los fabricantes fue duplicar la dosis. La adicción ya estaba recetada, solo era cuestión de tiempo tomar algunos comprimidos para que la peor desgracia para los pacientes y sus entornos tuviera lugar.
La desgarradora historia de los pacientes convertidos en adictos
Lo que hace totalmente distinta a Dopesick de otras series y documentales es su facilidad para mostrarnos la capacidad adictiva y destructiva de los opiáceos en cualquier tipo de pacientes. Esto se demuestra en el personaje de Samuel Finnix, interpretado por Michael Keaton.
En lo que parece ser la declaración en un juicio, el doctor se muestra devastado por las vidas que a causa de su receta se han visto truncadas para siempre. Nada hace adivinar, ante su inquebrantable apariencia como un doctor ejemplar en su comunidad, que Samuel vaya a ser una de las principales víctimas del OxyContin.
Por otro lado, Billy Cutler (Will Poulter) es un joven e impaciente representante de Purdue Pharma que convence al doctor Finnix para que inicie el tratamiento con algunos pacientes que sufren dolor crónico debido a golpes y accidentes laborales.
La primera receta de OxyContyn irá para Betsy (Kaitlyn Dever), que trabaja en las minas junto a su padre y sufre una lesión en la espalda. Ella no puede darse el lujo de faltar al trabajo. Además, Betsy es lesbiana y necesita ahorrar para vivir junto a su novia en un lugar más acogedor para la comunidad LQTBIQ+.
A medida que se vuelve dependiente de OxyContin, la historia de Betsy refleja la destrucción de zonas geográficas enteras debido al efecto del medicamento. Pueblos enteros devastados por la inseguridad ciudadana, robos, absentismo escolar y laboral que se suman a los ya acuciantes problemas de paro y pobreza.
La pesadilla que aún continúa
Las responsabilidades por parte de la familia Sackler se intentan juzgar en la serie a través de las actuaciones de dos fiscales federales adjuntos y de la subdirectora de la Administración de Control de Drogas (DEA) Bridget Meyer (Rosario Dawson). Gracias a su actuación, llegamos a comprender el comportamiento corrupto de personas que trabajan en instituciones públicas estadounidenses.
Los vacíos en la legislación son los que permiten que los reguladores de la Administración de Drogas (FDA) puedan trabajar para empresas que previamente regularon. También vemos cómo la estrategia de marketing de Purdue cambió las actitudes hacia el dolor y el manejo del dolor entre el público en general y la profesión médica sin que ningún organismo oficial interviniera.
En el presente y en la vida real ningún castigo real pesa sobre ellos. La familia ha eludido cualquier responsabilidad legal o financiera. Un juez aprobó un plan de bancarrota para Purdue que otorgará a los Sackler una amplia inmunidad legal, permitiéndoles conservar gran parte de su fortuna.
Los opioides han matado a 600 000 estadounidenses y los Sacklers se han lucrado con ello. Danny Strong, productor ejecutivo y escritor de Dopesick, quiere realizar el juicio público que la familia nunca tuvo a través de la serie. Y ciertamente, esta lo consigue.
Después de ver un comportamiento tan atroz e impactante y cómo las instituciones gubernamentales fallaron, el público solo puede sentir un rechazo indescriptible por esta “exitosa” familia y una profunda empatía por todos los afectados.
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