El enigma de la ciudad sagrada de Caral: La cuna de América

Caral la primera civilización de AméricaCaral la primera civilización de América

Aunque pueda parecer algo evidente, no podemos hablar de civilizaciones en la América actual si no hablamos antes de sus pobladores primigenios. El consenso científico sostiene que en América no había originalmente especímenes del género Homo, sino que estos habrían hecho su aparición en África, desde donde se habrían dispersado por Eurasia. Entonces, ¿cómo lograron llegar a América? Resumiéndolo mucho, diremos que la última glaciación hizo descender el nivel del mar más de 100 metros, entre otros lugares en lo que hoy es el Estrecho de Bering, que separa Asia de América. La primera vez que tuvo lugar este fenómeno fue hace unos 40.000 años. Así pues, distintos pobladores de Siberia habrían cruzado el territorio –en esos momentos sin mar– que separa las plataformas continentales, arribando a lo que hoy conocemos como el estado de Alaska, desde donde irían poblando distintos territorios de todo el continente.

Podemos situar el nacimiento de nuestra especie hace aproximadamente 200.000 años atrás

Estos primeros pobladores de la llamada cultura Clovis  llevaron a cabo la distribución de los primeros humanos de nuestra especie (Homo sapiens) por todo el territorio americano. Sin ellos, hoy no podríamos hablar de las archiconocidas civilizaciones maya, inca o azteca, así como de tantísimas otras que solo son conocidas por los estudiosos e interesados en estos temas, y no así por el público general. Hoy vivimos en un planeta por completo globalizado. Desde mediados del siglo pasado, la era tecnológica ha tenido un crecimiento exponencial tal que nadie puede vaticinar a dónde nos llevará en tan solo un siglo: un suspiro en la historia de la humanidad, que sitúa el nacimiento de nuestra especie hace aproximadamente 200.000 años atrás. Sin embargo, nuestros abuelos se criaron pensando que era imposible ir a la Luna, y hoy ya estamos hablando de ir a Marte. Pero eso nunca fue así…

¿QUÉ OCURRIÓ HACE 5.000 AÑOS?

No obstante, no deja de ser curioso que muchas de las primerísimas civilizaciones emergieran casi al mismo tiempo –hace 5.000 años– en lugares tan dispares, como es el caso de las civilizaciones egipcia, sumeria o china. Y no solo eso, también resultan llamativas las enormes coincidencias que las identifican, como construcciones monumentalesritos religiosos, conocimientos sobresalientes a nivel matemático y astronómico, agricultura, domesticación de animales…
Por último, antes de adentrarnos de lleno en la civilización de Caral, creemos conveniente matizar una diferenciación entre culturas e imperios. Aunque ambos desarrollos son civilizaciones, un imperio es un pueblo que conquista por la fuerza, somete a los pueblos conquistados, acostumbra a imponer sus creencias, leyes y costumbres y rara vez parece despreocupado por seguir incorporando territorios al imperio. El paradigma en Occidente es el Imperio romano, y en América podemos citar, por ejemplo, el Imperio inca.

Por el contrario, cuando hablamos de cultura nos referimos a pueblos que no se dedicaban a someter a aquellos que iban encontrando a lo largo de su desarrollo. Por el contrario, estas culturas compartían los recursos en una sociedad bien delimitada y jerarquizada, pero sin el objeto de imposición y se caracterizaban por ser nada o poco violentas. Así, tenemos por un lado un grupo de pueblos nómadas que arribaron a América decenas de miles de años atrás y que fueron realizando asentamientos, sin llegar a desarrollar ninguna civilización propiamente dicha, hasta hace unos 5.000 años.

Hecha esta aclaración, podemos comenzar a hablar ya de la cultura Caral. La ciudad sagrada de Caral, con sus imponentes restos arqueológicos, se encuentra en el valle de Supe, muy cerca del actual poblado de Caral y de la costa del Pacífico y a menos de 200 km de Lima (Perú). El descubrimiento de este lugar se lo debemos a Max Hulhe y Paul Soko, si bien en un principio no se sospechó la importancia que más tarde llegaría a tener.

La ciudad de Cara, Cortesía dela Oficina de Turismo de Peru
La ciudad de Cara, Cortesía de la Oficina de Turismo de Peru

EL VALLE DEL DIABLO

Pero sin lugar a dudas, la persona más importante en lo que respecta a nuestra visión actual de Caral como cuna de América es Ruth Shady, la antropóloga y arqueóloga peruana que, tras haber oído hablar inicialmente de unos montículos inciertos, en 1994 halló una enorme colina que a la postre resultó ser una pirámide, y después descubrió otra, y otra… Y así hasta sacar a la luz una auténtica ciudad perdida. El hecho de que no se encontrasen restos de cerámica ni herramientas de metal ya hacía sospechar que el yacimiento era muy antiguo. Finalmente, tras encontrar la fibra vegetal que se utilizaba como técnica de construcción (shicras), susceptible de ser analizada mediante la técnica de Carbono-14, los arqueólogos obtuvieron la impactante evidencia de que estaban ante restos de 5.000 años de antigüedad. Se rompía así un claro paradigma, ya que hasta entonces se pensaba que las civilizaciones más antiguas de América habían sido la de los olmecas –1.500 años más moderna–, y la cultura Chavín, que remontaba sus inicios al 1200 a. C. Hasta ese momento, nada hacía suponer que existiera otra cultura tan alejada hacia atrás en el tiempo.

Fue Lorenzo Fernández Bueno quien me ilustró sobre el significado del nombre del valle de Supe: el valle del diablo. A pesar de la corta distancia que separa este emplazamiento de la capital peruana, empecé a comprender el porqué de ese nombre cuando emprendimos camino hacia Caral. Para llegar se necesitan casi seis horas de inclemente desierto, cuyas condiciones de habitabilidad resultan penosas de cara a la supervivencia. A pesar de tales condiciones, en el valle pueden encontrarse hasta una veintena de asentamientos distintos, de los que destacan ocho; y, sin duda, Caral es el más importante y representativo. No cabe duda que el río Supe, así como la cercanía de la costa, hacen de este valle el lugar idóneo para el desarrollo de vetustas civilizaciones, a pesar de las condiciones descritas a muy poca distancia. Quizá por ello, a diferencia de las civilizaciones egipcia, sumeria o china, que tuvieron contacto con otros pueblos, Caral se desarrolló «en aislamiento».

Los shicras permitieron la datación por C14, foto WIKIMEDIA
Los shicras permitieron la datación por C14, foto WIKIMEDIA

El enclave fue sobre todo un centro religioso y comercial, compuesto por un impresionante conjunto de 32 pirámides de diversas etapas cronológicas. No deberíamos perder de vista que estaban diseñadas para aguantar sismos de casi 8 grados en la escala de Richter, algo que a ojos actuales resulta sencillamente asombroso.

UNA SOCIEDAD AVANZADA

El avance tecnológico que permitía resistir semejantes fenómenos tectónicos consistía en bolsas fabricadas con fibra vegetal, rellenas de rocas de diversos tamaños, que se colocaban en las bases de las estructuras, dando estabilidad a las mismas en caso de movimientos sísmicos, pues estos elementos eran los que absorbían la mayor parte de la fuerza que sacudía los edificios. No en vano, a día de hoy siguen inspirando a los modernos arquitectos en localizaciones de alta actividad sísmica. Los artilugios empleados en este método constructivo sismorresistente se conocían con el nombre de shicras.

En Caral existía una organización jerárquica muy definida y con muchísimos tipos de oficios

A pesar del desarrollo aislado de Caral, se han hallado indicios de intercambios con pueblos lejanos y dispersos. Un buen ejemplo es el hallazgo de unos moluscos de Ecuador conocidos como spondylus, que se consideraban el alimento de los dioses y que, con posterioridad, serían más valorados que el propio oro. Otra evidencia de estos intercambios sería el mineral llamado sodalita, empleado para la fabricación de collares, pendientes y pulseras; se trata de un material que solo se encuentra en Bolivia, a unos 2.000 kilómetros de distancia. Esta circunstancia podría demostrar que nos encontramos ante una sociedad que gozaba de un gran prestigio y que era conocida en territorios tremendamente lejanos.
En Caral existía una organización jerárquica muy definida y con muchísimos tipos de oficios, donde no faltaban las élites, sacerdotes y trabajadores altamente especializados tales como pescadores o agricultores. Que nadie se confunda: ser pescador o agricultor en Caral dotaba al ciudadano en cuestión de un enorme prestigio, por eran estos oficios los que conducían a la ciudad hacia el progreso. En cuanto a la religión, se trataba de un formidable instrumento de cohesión social. Respecto a la lengua de esta civilización, vendría a ser el protoquechua, que incluso los incas asumieron sin ser suya. Fue así como llegó hasta épocas muy posteriores, cercanas ya a la llegada de los españoles.

Otro hallazgo singular y destacado que se produjo en el sitio de Caral es el de un quipu (instrumento de almacenamiento de información consistente en cuerdas de lana o de algodón llenas de nudos), utensilio que fue ampliamente utilizado por los incas, lo que de nuevo sugiere la importancia vital de la cultura de Caral, extendida a lo largo de los siglos. ¿Estamos ante el primer quipu de la historia?… ¡Quién sabe! Pero son este tipo de cuestiones, nada disparatadas, las que hacen de Caral un emplazamiento digno de estudio. Y para los profanos, por qué no, de visita, pues resulta innegable el sobrecogimiento que envuelve el lugar y, por extensión, a todos sus visitantes, que no pueden sentirse sino pequeñas motas de polvo en la inmensidad de la historia de la Humanidad.

Un monolito en Caral, la fascinante civilización cuna de América
Un monolito en Caral, la fascinante civilización cuna de América

UNA MIRADA A LAS ESTRELLAS

Lo expuesto hasta aquí, y mucho más que nos queda por descubrir a lo largo de estas líneas, es lo que me hace sostener que los incas no fueron creadores de tantas cosas deslumbrantes que ciertos sectores les han atribuido como propias, sino que más bien habrían sabido redescubrir, reutilizar y adaptar los avances y hallazgos que les habrían llegado con el paso de los siglos. No pongo en duda la importancia del Imperio inca, a pesar de su «corta» vida, de apenas un siglo; solo mantengo que puede que haya algunas famosas construcciones en el valle sagrado de los incas que, quizá, nos revelen con el tiempo y el estudio de las civilizaciones precedentes, un patrón de falsa asunción.

Caral contenía recintos de observación, donde se advertía el movimiento aparente de los astros

Que la de Caral fue una cultura avanzada lo demuestra, entre otras cosas, el complejo astronómico que en sí misma encierra. Caral contenía recintos de observación, donde se advertía el movimiento aparente de los astros más importantes y visibles del firmamento, como pueden ser el Sol o la Luna. También emplearon monolitos hincados, geoglifos, huecos en piedra, etc. Aunque las líneas o geoglifos de Nazca son seguramente las más célebres del planeta, cabe destacar que muchísimo antes ya se realizaban este tipo de representaciones; por supuesto, Caral fue también en este caso la precursora. Un gran ejemplo se localiza a poco más de un kilómetro de la ciudad, donde se encuentra el geoglifo de Chupacigarro, una enigmática cara que aún esconde muchos secretos.

Otro indicio que nos sitúa ante una sociedad relajada, sin excesivos conflictos, con gran sensibilidad, es el hallazgo de diferentes instrumentos musicales. Por ejemplo, 32 flautas traversas grabadas con gran belleza, así como otros instrumentos de viento. Además, parece ser que no había distinciones de ningún tipo entre el hombre y la mujer y que ambos podían estar en el mismo plano de poder a nivel social, económico y religioso. Sin duda, como corresponde a una sociedad prominente y avanzada.

Se sabe que la cultura de Caral llegó a su fin unos 1.200 años después de su inicio; esto es, en torno al 1800 a. C. Aunque no están claras las razones exactas que propiciaron el fin de una civilización como la que nos ocupa, entre las causas más probables se encuentran los terremotos, fenómenos climatológicos como El Niño o cualquier otra circunstancia de amplio sesgo desestabilizador.

Una estructura piramidal en Caral
Una estructura piramidal en Caral

EN ARMONÍA CON LA NATURALEZA

A pesar de su desaparición, nos queda claro que su influencia nunca abandonará esa enigmática y maravillosa zona del mundo llena de misterios, con más preguntas que respuestas, donde lo mágico se une a lo científico. Quizá es el momento de tomarme un momento de libertad herética: a pesar de haber podido hablar con varios expertos que han dirigido in situ excavaciones por toda la zona andina y que rechazan cualquier idea de cultura anterior a la de Caral, siempre resulta estimulante tomarse ciertas licencias –y entiéndanse así–, al pensar que otras culturas como Tiahuanaco, así como otros lugares de toda la zona incaica, pudieran tener el privilegio de denominarse la cuna de América, la primera cultura de todo el continente.

En la pirámide mayor de Caral se han encontrado representaciones de figuras antropomórficas con turbante

Resulta evidente que semejantes ideas quedan fuera de la ortodoxia, y ya sabemos qué sucede cuando alguien se sale del denominador común. Entre tanto, nos complaceremos con las citadas licencias, pues, ¿hay alguien que sea poseedor de la verdad absoluta? Sin ir más lejos, se han llegado a encontrar en la pirámide mayor de Caral representaciones de figuras antropomórficas con turbante, algo que ocurre también el templete semisubterráneo de Tiahuanaco, en el que varias de sus figuras, curiosamente, lucen también un tocado similar. ¿Casualidad? ¿Influencia? Y si fue esto último, ¿quién influyó a quién?

Regresemos, tras esta breve digresión, a los caralinos: sin duda poseían una visión integral de la vida y vivían en armonía, respetando la naturaleza como una divinidad, para poder seguir obteniendo los recursos que resultaban vitales para su pueblo. Y es que la importancia de Caral no solo radica en su condición de civilización más antigua de América. Lo que para mí resulta del todo asombroso y relevante es el hecho de que no se haya descubierto ni un solo útil de ataque o defensa; tampoco estuvo la ciudad amurallada en su primera época. Todo ello nos lleva a pensar que quizá, en un tiempo remoto, el ser humano fue capaz de vivir en armonía y sin conflictos y no como por desgracia estamos acostumbrados debido a nuestra tremenda incapacidad y estupidez, pese a los logros tecnológicos alcanzados desde la revolución industrial hasta hoy. Todo parece indicar que esto fue así durante unos 1.000 años. ¿Se imaginan lo que podríamos aprender de estos supuestos pueblos primitivos? Da que pensar. Y ya hemos dicho lo gratificante que es, en ocasiones, tomarse ciertas licencias…

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