Octavio Paz sobre la sociedad de masas, el engaño del progreso y el ‘hedonismo fácil’ de la modernidad

Aunque para muchas personas, sobre todo aquellas inclinadas a la izquierda, Octavio Paz fue un pensador alineado con el poder político e  indudablemente celebró algunos aspectos de la modernidad, Paz también fue lúcidamente critico de la sociedad y la modernidad, particularmente de la sociedad de masas y los espectros del progreso.

Octavio Paz expresó una crítica profunda hacia las sociedades modernas en su ensayo Vislumbres de la India, enfocándose en cómo estas han erosionado la autenticidad y el sentido de comunidad del ser humano.

Las sociedades modernas me repelen por partida doble. Por una parte, han convertido a los hombres —una especie en la que cada individuo, según todas las filosofías y religiones, es un ser único— en una masa homogénea; los modernos parecen todos salidos de una fábrica y no de una matriz.

Paz cuestiona la pérdida de individualidad –pese al supuesto empoderamiento del indviduo– en las sociedades actuales. Para él, la modernidad ha homogeneizado al ser humano, creando personas que se asemejan más a productos de una fábrica que a seres únicos y complejos. Esta “masa homogénea” representa, la pérdida de valores esenciales que deberían nutrir la individualidad y creatividad personal, valores que han sido reemplazados por la conformidad en un mundo que promueve un estilo de vida uniforme y de consumo masivo.

Han hecho un solitario de cada uno de esos seres. Las democracias capitalistas no han creado la igualdad sino la uniformidad y han sustituido la fraternidad por la lucha permanente entre los individuos… el hombre no sabe qué hacer con su tiempo; se ha convertido en el esclavo de diversiones en general estúpidas y las horas que no dedica al lucro las consagra a un hedonismo fácil.

En este fragmento, Paz enfatiza que, aunque la sociedad moderna fomenta la autonomía individual, en realidad, esta se ha convertido en una forma de aislamiento. En lugar de crear conexiones y fraternidad, el sistema impulsa una competencia constante entre los individuos. Esto lleva a una vida de superficialidad, donde el tiempo libre no se dedica al crecimiento personal o espiritual, sino a distracciones vacías y a un “hedonismo fácil”. La modernidad ha traído un “falso progreso,” creando individuos desconectados de sus verdaderas necesidades y atrapados en un sistema que les impide encontrar un propósito más profundo en la vida. Todo esto a colación del elefante en la habitación: las redes sociales y sus orgías hedonistas, nihilistas, sin memoria y sentido de trascendencia.

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