Ayer comentamos el informe del ex presidente finlandés Sauli Niinistö, asesor especial de Ursula von der Leyen, en el que recomienda crear un servicio de inteligencia europeo.
Sería difícil encontrar alguien menos calificado que Niinistö para asuntos militares y, aunque la defensa sigue siendo competencia exclusiva de los Estados miembros, Ursula Von der Leyen ha creado el cargo de comisario europeo de defensa y, además, se lo ha concedido a un lituano: Andrius Kubilius.
En Europa las guerras quedan en manos de quienes no tienen ni la más remota noción de lo que es un ejército. Es posible que el motivo sea bastante obvio: la Unión Europea no es un Estado soberano sino una organización intergubernamental. En consecuencia, no puede ser objeto de agresión, es decir, la Unión Europea no necesita que defenderse de nadie.
Sin embargo, el informe que le presentó Niinistö le recomienda reforzar la preparación civil y militar de la Unión Europea, así como destinar el 20 por cien de su presupuesto, nada más y nada menos, al rearme y la militarización del Continente.
A Von der Layen los asuntos de defensa le entusiasman desde que fue ministra del ramo en su país, Alemania, tanto como le entusiasma crear nuevos cargos burócraticos para que sigan redactando informes, que se suman a las montañas de papeles que ya existen.
Incluso si la Unión Europea fuera agredida, bastarían unos pocos ataques de precisión en el distrito europeo de Bruselas para ajustar las cuentas con el tinglado institucional: el Consejo, la Comisión Europea y el Parlamento. Pues bien, en tal caso el país atacado sería Bélgica, no la Unión Europea.
Por eso Von der Layen nombra para los cargos europeos de defensa a personajes insignificantes. Con cinco millones de habitantes y neutral hasta hace poco, Finlandia es un país militarmente irrelevante, que sólo comparte intereses con los igualmente irrelevantes Estados bálticos y escandinavos.
Finlandia y los Estados bálticos comparten un mismo pasado negro: en 1941 fueron aliados de la Alemania nazi durante el ataque a la URSS y el odio histérico no ha remitido desde entonces. Buena prueba de ello es que, a imitacion de Bruselas, el gobierno de Helsinki ha “confiscado” terrenos que son propiedad del Estado ruso para pagar las compensaciones de guerra a Ucrania (*).
Suecia, potencia regional que ha renunciado a su tradicional neutralidad al unirse a la OTAN, se lo toma con más calma y no ve con buenos ojos las solicitudes de Polonia y del Báltico de colocar bombas nucleares de gravedad estadounidenses en sus territorios. La posibilidad de que se construyan de bases estadounidenses (de la OTAN) en Finlandia con capacidad de ataque de largo alcance no la llena de felicidad.
(*) https://www.europapress.es/internacional/noticia-finlandia-confisca-terrenos-propiedad-estado-ruso-compensaciones-guerra-ucrania-20241028142601.html