Tras la caída del Gobierno del presidente sirio, Bashar al-Asad, medios locales anuncian que tanques del ejército israelí han invadido los altos del Golán sirios.
Según los informes, vehículos blindados de combate israelíes avanzaron hacia la zona de amortiguación en el área de Quneitra, cruzando la frontera entre la Palestina ocupada y Siria desde los altos del Golán, y lanzaron bombardeos de artillería en el área.
La radio del ejército israelí ha anunciado, a su vez, que las tropas israelíes emprendieron operaciones militares en la zona de amortiguación de Quneitra (sur de Siria), cerca de la frontera.
Medios hebreos, por su parte, han informado que el ejército israelí ha atacado almacenes de armas en los Altos del Golán sirios.
El pasado mes de noviembre, cuando las agencias de noticias se centraban en cubrir las agresiones incesantes de Israel en la Franja de Gaza, El Líbano y Damasco, se dieron a conocer informes sobre movimientos sospechosos del ejército israelí en zonas cercanas a la línea de amortiguación entre los altos del Golán sirios y los ocupados por el régimen sionista desde 1974.
La cadena catarí Al Jazeera dijo entonces en un informe que la población de Quneitra considera que estos movimientos y la repetida incursión de tanques israelíes en la línea de separación de los altos del Golán ocupados no tienen precedentes.
Según fuentes en Quneitra, las tropas ocupantes habían sido desplegadas en aldeas cercanas a Quneitra, como Kudna y Hader, y habían construido nuevas trincheras en la zona.
Los acontecimientos se suceden en medio de la ofensiva lanzada el pasado 27 de noviembre por grupos insurgentes apoyados por el extranjero y liderados por Hayat Tahrir al-Sham (HTS) contra el Gobierno de Bashar al-Asad. En los últimos días, los grupos armados se apoderaron de varias ciudades clave en Siria.
Hay cada vez más informes que indican un importante apoyo occidental e israelí a los grupos armados liderados por Hayat Tahrir al-Sham. Un comandante del grupo militante Ejército Libre Sirio (ELS), apoyado por Estados Unidos, instó a Israel a extender apoyo político y militar a su insurgencia contra el Gobierno sirio.
El comandante terrorista pidió un mayor apoyo aéreo del régimen israelí, sugiriendo que Israel debería atacar a las fuerzas en Siria “dondequiera que las vea”, según un artículo publicado el viernes en el periódico The Times of Israel.
Desde marzo de 2011, Siria ha estado sumida en un conflicto impulsado por milicianos apoyados desde el extranjero. Damasco sostiene que los países occidentales y sus aliados regionales están respaldando a grupos terroristas que desestabilizan la nación árabe.
Israel ha sido el principal apoyo de los grupos terroristas opositores al gobierno democráticamente elegido de Al-Asad desde que estalló la militancia en Siria.
ftm/ctl/mkh
https://www.hispantv.com/noticias/siria/606114/tanques-israel-entran-altos-golan-quneitra
INTERNACIONAL | Europa entra en barrena: el insólito vacío de poder en Francia y Alemania
Alemania y Francia, las dos potencias europeas que marcaban a sus vecinos la línea económica y política a seguir en Europa durante las últimas décadas, comparten hoy una crisis que difumina los argumentos que les ha valido ser considerados como los dos motores de la Unión Europea.
Sin gobierno en Francia y con un ejecutivo en funciones hasta los comicios del 23F en Alemania, el Viejo Continente parece desarmado y paralizado frente a un renacido Donald Trump, la presión comercial y militar china en cada punto cardinal del planeta, la renovada ofensiva militar rusa en Ucrania y la concatenación de crisis en Oriente Próximo, desde Gaza a Siria, pasando por el Líbano.
El presidente francés, Emmanuel Macron, y el Canciller alemán, Olaf Scholz, han visto cómo sus gobiernos de coalición han explosionado y comparten unos índices de popularidad abismales. Schloz es considerado como el rostro del fracaso socialdemócrata en su país; Macron nunca había estado tan bajo en los sondeos desde su llegada al poder en 2017. Pero eso no ha impedido al todavía inquilino del Elíseo asegurar que aguantará en su puesto hasta 2027, ni al alemán a representarse al cargo como candidato del SPD.
Los dos supuestos pulmones de Europa respiran al ralentí y comparten una crisis que está alimentando la ira social y anunciando el invierno del descontento entre sus ciudadanos, pero tanto en el aspecto económico y social, como en el político, la situación de Francia parece más grave.
La deuda francesa casi dobla a la alemana
Nuestro vecino transpirenaico sobrevive gracias a los 300.000 millones de euros que toma prestados del extranjero. Su deuda es ya de casi dos billones y medio de euros (112% del PB) y su déficit público cerrará 2024 al 6,1%. Entre las reacciones negativas al voto de censura que ha tumbado a Michel Barnier destaca la de la agencia Moody’s que, con inusitada rapidez, publicó un comunicado donde subrayaba que “la caída del gobierno reduce la probabilidad de una consolidación de las cuentas públicas” de Francia. Es el aviso de que esa agencia de notación, una de las referencias para los inversores extranjeros, va a rebajar la nota al Estado francés, ahora situada en Aa2.
Su vecino alemán, figura entre los buenos alumnos con respecto a la deuda (63% del PIB) y espera cerrar el año con un 1.1 de crecimiento, a pesar de la multiplicación de planes de recortes en sus principales iconos industriales.
Al Este del Rin no existe una cultura del compromiso ni en la práctica política ni en la sindical. En Alemania, sindicatos y patronal abren negociaciones para llegar a acuerdos y evitar así una huelga; en Francia, se lanzan las huelgas para forzar la negociación. En la cultura política germana posiciones políticas divergentes, como socialistas y conservadores, pueden ponerse de acuerdo y gobernar juntos tras acordar un programa común en el que las dos partes ceden, pues no hay principios intocables como en el caso de sus vecinos al otro lado del río.
La moción de censura que ha derribado al gobierno de Michel Barnier era inevitable en una Asamblea donde los tres bloques surgidos de la disolución propiciada por el presidente defienden posiciones tan alejadas que cualquier texto de programa común haría reír o llorar a cada interlocutor. A los dos extremos del Hemiciclo, enemigos hasta el punto de ni siquiera saludarse en los pasillos, les une la detestación de un presidente al que quieren tumbar antes del final de su mandato, con la esperanza de ocupar el Elíseo tras los dos batacazos contra las urnas de Jean-Luc Melenchón y Marine Le Pen.
La crisis de gobierno alemán la precipitó Scholz, cesando sin mucha delicadeza a su ministro de Finanzas, el liberal Christian Lindner, acusándole de “rechazar todo compromiso” con el presupuesto de 2025. Las diferencias entre los miembros del tripartito -SPD, Liberales y Verdes- no pudieron evitar el divorcio. Los liberales del FDP quieren volver a mostrarse como los campeones del rigor, mientras ecologistas y socialdemócratas sueñan con relanzar la economía abriendo las compuertas del gasto público y acabar con la regla de oro del freno a la deuda.
El líder socialdemócrata alemán vuelve a presentarse a los comicios sabiendo que, a pesar del fragor de la batalla electoral, siempre podrá elaborar un programa de gobierno con algún rival. Emmanuel Macron lo tiene más difícil que Olaf Scholz para la negociación con el resto de las fuerzas políticas. El tono guerracivilista o, mejor, pre-revolucionario, de las campañas políticas en Francia difiere del combate alemán, duro y ácido, pero más respetuoso. La relativa calma electoral alemana se ve agitada ahora, sin embargo, por dos partidos alejados del tono consensual: “Alternativa para Alemania” (AfD), de la derecha radical, y la comunista “ossi”, antiinmigrantes y poco simpatizante de Volodimir Zelenski, Sahra Wagenknecht.
Macron quiere una “grosse koalition” con los socialistas
Macron solo tiene una solución para romper el “impasse” parlamentario y es atraer al Partido Socialista hacia ese bloque que iría desde la derecha tradicional hasta el PSF, pasando por todos los partidos de centro y centroderecha que forman el bloque macronista.
El presidente ya lo intentó tras la disolución, pero el PSF prefirió presentarse a las legislativas de julio pasado bajo el paraguas del “Nuevo Frente Popular” (“La Francia Insumisa”, comunistas y Ecologistas), con un programa común pergeñado por el ala más extrema, es decir, por Jean-Luc Melenchón. Presentarse en solitario en circunscripciones frente a el resto de las formaciones de izquierda era más arriesgado que negociarlas entre ellas y asegurarse así los 66 diputados que hoy tiene en el Hemiciclo. Y hay que recordar que el pacto de desistimiento de Macron con Melenchón y aliados impidió la anunciada victoria del partido de Marine Le Pen.
Mantenerse como rehén de Melenchón le ha supuesto al PSF tragar culebras como el apoyo de LFI a los terroristas de Hamás, la propuesta de despenalizar la apología del terrorismo, y aguantar, además, la mofa del “conducator” trotskista a las divisiones internas de los socialistas.
Pero, tras la guillotina aplicada a Barnier, apoyada por los socialistas, dentro del PS comienzan a levantarse las voces que reclaman volver a convertirse en un partido de gobierno y abandonar posiciones radicales y mantener un bloqueo que está desesperando a los franceses.
¿Un primer ministro de izquierdas en París?
Los socialistas abrieron el viernes tímidamente la puerta a participar en las negociaciones para la formación de un gobierno de compromiso, si es dirigido por un primer ministro de izquierda y se tienen en cuenta algunas de sus exigencias, como la suspensión de la reforma de las pensiones.
El secretario general del PSF, Olivier Faure, transmitió a Macron en el Elíseo que, además de proponer la dirección del gobierno a un representante de la izquierda, la reforma de las pensiones adoptada por decreto y que aumenta la edad de la jubilación de 62 a 64 años deberá ser “congelada”, no abrogada, hasta iniciar un estudio para su posible financiación y en vista de su futura cancelación”.
El eventual gobierno que Macron propugna podría dar entrada a todas las formaciones parlamentarias solo dejaría fuera a la Francia Insumisa de Jean-Luc Melenchón y a la formación de Marine Le Pen, calificadas por el jefe del Estado como “antirrepublicanas” por haber votado la destitución de Barnier.
La apertura socialista para colaborar en un gobierno que saque a Francia de la crisis puede significar la ruptura del PS con los melenchonistas, que se niegan a ceder una coma de su programa electoral y rechazan colaborar con el presidente Macron, a quien exigen que dimita.
En ese bloque que Macron propone, se redactaría un programa mínimo, con el compromiso de llegar a un “pacto de no censura”. Ese milagro, que llevaría a los socialistas a participar en el “gobierno de interés general” citado por Macron, y que podría durar hasta la nueva convocatoria de legislativas el verano próximo, supondría de hecho una “grosse koalition” a la francesa, algo nunca visto en la V República. El “compromiso” de los socialistas franceses a desbrozar el “campo de ruinas” que vive Francia supondría el fin de su alianza electoral con los melenchonistas, pero podría recibir el apoyo de comunistas y ecologistas si sus exigencias mínimas fueran tenidas también en cuenta.
Pero cuando se tira de la manta hacia un lado, se puede desproteger el contrario. Si los socialistas aceptan entrar en un gobierno, con sus condiciones, la derecha tradicional podría negarse por su parte a integrar ese gabinete y el rompecabezas podría repetirse.
Para Scholz y Von der Leyen, París no vale una misa
Para añadir otra salsa picante al puzle imposible que Macron intenta cerrar, la firma del acuerdo de libre comercio Mercosur, sellado en Montevideo por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Layen, provocó en la tarde del viernes la ira de sindicatos y partidos políticos franceses. Todos lamentan que el vacío de poder en París haya propiciado la rúbrica del acuerdo en Uruguay al que Francia se opone, al menos en ciertos apartados, según Emmanuel Macron.
Por su parte, Olaf Sholz aplaudió desde Berlín la conclusión del pacto comercial con los países suramericanos, lo que demuestra que “le couple” franco-alemán mantiene desavenencias profundas.
Ni Von der Leyen ni Scholz acudieron a la reapertura de la catedral de Notre-Dame y dejaron a Macron la oportunidad de celebrar una mini cumbre con Donald Trump. Para ellos, en este momento París no vale una misa.