Conceptos como el de «tsunami radioactivo» empiezan a dejarse ver como una amenaza para la que no hay antídoto
En los dos últimos años se han dado una serie de movimientos que dejan en un lugar “extraño” a la Marina de Estados Unidos. En esencia, la nación se enfrenta a un reto mayúsculo y una amenaza estratégica significativa ante el desarrollo de nuevos vehículos submarinos no tripulados (UUV) por parte de Rusia y Corea del Norte, aliados bajo la creciente coalición militar «Joint Sword”. Esta alianza militar, que incluye también a China e Irán, ha intensificado sus ejercicios navales conjuntos. De fondo: una serie de dispositivos con capacidad nuclear inédita.
La “nueva” guerra submarina. La imagen tuvo lugar en mayo, cuando China, Irán y Rusia fueron avistados realizando un ejercicio naval conjunto en el Golfo de Omán, una vía fluvial crucial cerca de la desembocadura del Golfo Pérsico. Como en aquella escenificación que contamos cuando Rusia desplegó su flota junto a China en los ejercicios Okean-2024, la puesta en escena era todo lo que se buscaba.
En clave geopolítica y centrándonos en la Marina de Estados Unidos y sus aliados, esta coalición del Joint Sword representa una preocupación creciente para los estrategas militares globales. ¿La razón? los UUV que se están desarrollando y que vamos a comentar ahora, son capaces, en teoría, de portar cargas nucleares y generar lo que se ha denominado como «tsunamis radiactivos», transformando las dinámicas de los conflictos marítimos modernos en algo completamente inédito.
El Haeil norcoreano. Lo contaba a comienzos de año la BBC. Primero lo presentó en un desfile nuclear, y finalmente Corea del Norte afirmaba haber realizado la primera prueba de su sistema de armas nucleares submarinas «Haeil-5-23» en respuesta a ejercicios militares conjuntos entre Estados Unidos, Corea del Sur y Japón. El sistema, un dron submarino capaz de transportar armamento nuclear, fue (supuestamente) probado en la costa este del país.
Hablamos de un arma de 16 metros de largo y un rango estimado de 1.000 kilómetros, uno que puede portar ojivas nucleares o convencionales, con potencial para atacar objetivos en Corea del Sur y Japón. Alimentado por un sistema de propulsión diesel-eléctrico, el Haeil necesita ser lanzado desde tierra o plataformas modificadas, ya que Corea del Norte carece de submarinos lo suficientemente grandes para desplegarlo.
Lo cierto es que no hubo evidencias independientes que confirmaran la pruebas, pero el anuncio respondía a las sospechas que ya se tenían. Desde 2023, Corea del Norte ha afirmado avances en su sistema Haeil capaz de infiltrarse en aguas enemigas y causar explosiones subacuáticas masivas. A este respecto, y aunque el régimen ha presentado estas armas como innovadoras, analistas señalan que su amenaza podría ser menor en comparación con los misiles balísticos nucleares. Según Ahn Chan-il, investigador del World Institute for North Korea Studies, el sistema está aún en fase de pruebas.
El Poseidón ruso. Lo contamos el año pasado. Rusia ha avanzado en el desarrollo del denominado como Poseidon, un torpedo submarino nuclear capaz de devastar ciudades costeras mediante tsunamis radiactivos. El arma, revelada por primera vez en 2015 y supuestamente probada en 2016, combina una autonomía extrema con un diseño nuclear que desafía las capacidades de defensa actuales. Según informes, Rusia planea producir al menos 30 de estos torpedos, y serán desplegados en submarinos modificados para acomodar su tamaño y peso.
Hablamos de un arma impulsada por un reactor nuclear compacto que puede viajar a velocidades de 185 km/h, recorrer distancias de hasta 10.000 kilómetros y operar a profundidades de 1.000 metros. Está diseñado para evadir la detección mediante tecnologías avanzadas de seguimiento acústico y su capacidad destructiva incluye una carga nuclear con un rendimiento estimado de varios megatones, potencialmente alcanzando hasta 100, lo que supera significativamente a la Tsar Bomba, la bomba nuclear más poderosa probada.
Impacto de Poseidón en la estabilidad estratégica. El desarrollo del Poseidon refleja la respuesta de Rusia al retiro de Estados Unidos del Tratado Antimisiles Balísticos de 1972, que según Putin, era «la piedra angular de la seguridad internacional». El torpedo busca superar los sistemas de defensa antimisiles estadounidenses, siendo capaz de atacar grupos de portaaviones y objetivos costeros, mientras refuerza la doctrina nuclear rusa de «escalar para desescalar», un enfoque que utiliza amenazas nucleares para lograr objetivos estratégicos.
Además, el arma ilustra los riesgos de los sistemas autónomos en el ámbito nuclear, donde la reducción del control humano aumenta la probabilidad de errores y malentendidos en situaciones de crisis. En particular, plantea preguntas críticas sobre la ética y la seguridad de estas tecnologías.
Los tsunamis radioactivos. El concepto operativo de los drones tipo Poseidon o Haeil, que modifican y utilizan el entorno natural como arma, parece violar los principios en el uso de armas en el derecho internacional. Las detonaciones nucleares diseñadas para generar tsunamis radiactivos podrían clasificarse como técnicas de modificación ambiental prohibidas bajo la Convención ENMOD. Además, los efectos devastadores y de largo plazo en el medio ambiente y la población podrían contravenir las disposiciones del Protocolo Adicional I.
Riesgos en la geopolítica. Qué duda cabe, el ejemplo de Poseidón o el Haeil (el sistema submarino más avanzado de China parece que se hundió en el último momento) reflejan el uso de sistemas que presentan un desafío táctico considerable debido a su capacidad de lanzamiento desde submarinos o buques de superficie, lo que complica su detección e intercepción.
Además de la amenaza directa a objetivos civiles y militares, estos UUV pueden, sobre el papel, interrumpir rutas comerciales globales y causar daños irreparables a los cables submarinos de internet, que conectan continentes y son fundamentales para la infraestructura de comunicación mundial. La reciente sospecha de sabotaje a cables en el Mar Báltico refuerza la vulnerabilidad de estos sistemas.
La respuesta ilimitada de Estados Unidos. Mientras países como Rusia y Corea del Norte desarrollan estas armas submarinas ofensivas, la Marina de Estados Unidos parece haberse centrado en UUV diseñados para otras tareas más tradicionales como detección de minas y reconocimiento, con modelos como el Mk 18 Mod 2 Kingfish y el Knifefish.
Dicho esto, expertos advierten que esta estrategia deja al país mal preparado frente a amenazas no convencionales como esos denominado «tsunamis radiactivos». De hecho, actualmente no existen contramedidas específicas para protegerse de estas armas, ni se han tomado pasos claros para desarrollar sistemas comparables.
Impacto psicológico y económico. También se apunta a las capacidades de estos UUV para ejecutar ataques sorpresa y generar, no solo destrucción física, sino también caos psicológico y económico. Pensemos que ciudades costeras, como pueden ser Nueva York, Los Ángeles o Tokio, podrían ser particularmente vulnerables.
En definitiva, estas armas en ciernes redefinen el panorama bélico, aumentando la imprevisibilidad de las operaciones militares. Los drones torpedo descritos no solo son una amenaza por su capacidad destructiva, sino también por el precedente que sientan en el uso de tecnologías autónomas y el medio ambiente como armas. Su despliegue plantea serias preocupaciones éticas, estratégicas y legales, por lo que parece fundamental un mayor escrutinio legal y la búsqueda de mecanismos de control de armas para prevenir su proliferación.