Rusia nunca fue un aliado del Eje de la Resistencia/El ejército israelí está construyendo bases militares en el centro de la Franja de Gaza

Hay que reconocer que existe entre los medios alternativos una situación de shock en los últimos días, derivado del fuerte golpe que el Eje de la Resistencia ha sufrido en Siria en los últimos días, y el aparente papel de perfil adoptado por Rusia en estos acontecimientos.

Así como las jefaturas políticas de Hamás y Hezbolá han sido liquidadas, el gobierno de Asad acaba de ser derrocado por un bombardeo terrorista respaldado por Turquía que cortó la logística militar de Irán con Hezbolá.

En el mes de octubre, el periodista norteamericano afincado en Moscú Andrew Korybko publicó una interesante reflexión que ha pasado desapercibida, con un titular nada sigiloso: “Por qué continúan proliferando las percepciones falsas sobre la política rusa hacia Israel”, que los lectores deberían revisar para obtener más detalles, pero que era un ataque frontal a lo que él llama «Comunidad de Medios Alternativos», a quienes acusaba de vender a sus lectores la idea de que Rusia jugaba un papel en Medio Oriente que no era tal.

Dicha publicación enumera cinco artículos relacionados sobre la política rusa hacia Israel desde el comienzo de las guerras de Asia occidental, incluido este “La comparación de Lavrov entre la última guerra entre Israel y Hamás y la operación especial de Rusia”, que a su vez se vincula con varias docenas de otros. Todos ellos también hacen referencia a este informe de mayo de 2018 sobre “El presidente Putin sobre Israel: citas del sitio web del Kremlin (2000-2018)”. Todos estos materiales se basan en fuentes rusas oficiales y autorizadas.

Demuestran que Putin es un orgulloso filosemita de toda la vida que nunca compartió la ideología antisionista unificadora de la Resistencia, y que en cambio siempre expresó un profundo respeto por los judíos y el Estado de Israel. En consecuencia, encargó a sus diplomáticos que equilibraran sus pronunciamientos para quedar a medio camino entre Israel y la Resistencia. Con ese fin, Rusia nunca se puso del lado de ninguno de los dos y siempre se mantuvo neutral en sus disputas, incluidas las guerras de Asia occidental.

Lo máximo que hizo personalmente fue condenar el castigo colectivo de Israel a los palestinos, pero también condenaba a Hamás, aunque sí reconocía a la organización palestina como interlocutor real de los acontecimientos, y ofreciéndose incluso como mediador entre ambos. En cuanto a Rusia, lo máximo que hizo fue repetir la misma retórica y, ocasionalmente, condenar los ataques de Israel contra Irán y Siria, en los que Rusia nunca interfirió. Ni una sola vez intentó disuadirlos o interceptarlos, tomar represalias después o dar a Siria las capacidades y la autorización para hacerlo.

Esto se debió al mecanismo de desvinculación de conflictos que Putin y Netanyahu acordaron a fines de septiembre de 2015, poco antes de la operación siria. Nunca se confirmó por obvias razones diplomáticas, pero estas acciones (o más bien la falta de ellas) sugirieron que Putin creía que las actividades antiisraelíes de Irán en Siria representaban una amenaza legítima para Israel. Por esa razón, Rusia siempre se mantuvo al margen cuando Israel bombardeó Irán allí, y las condenas fueron con la boca pequeña.

Es un hecho objetivamente existente y fácilmente verificable que la oposición de Rusia a las actividades regionales de Israel, ya sea en Gaza, Líbano, Siria, Yemen o Irán, siempre se mantuvo estrictamente confinada al ámbito político de las declaraciones oficiales. Rusia nunca amenazó con sancionar unilateralmente a Israel, y mucho menos insinuó remotamente una acción militar contra él como castigo. Rusia ni siquiera designa simbólicamente a Israel como un «estado hostil», aunque eso se debe a que no acata las sanciones estadounidenses y no arma a Ucrania.

Ahí radica otro hecho que la mayoría de medios alternativos desconocía o negaba, y es que Israel no es un títere de Estados Unidos, de lo contrario ya habría hecho esas dos cosas hace mucho tiempo. El punto es que los lazos ruso-israelíes siguen siendo cordiales y estos dos están lejos de ser los enemigos que algunos pensaban.

Por lo tanto, nunca tuvo sentido imaginar que Putin quemaría el puente que él mismo construyó durante casi un cuarto de siglocon Israel. Después de todo, Putin se jactó en 2019 de que “los rusos y los israelíes tienen lazos de familia y amistad. Esta es una verdadera familia común; puedo decirlo sin exagerar. Casi 2 millones de hablantes de ruso viven en Israel. Consideramos a Israel un país de habla rusa”.

Hablaba ante la Fundación Keren Heyesod, una de las organizaciones de lobby sionista más antiguas del mundo, durante su conferencia anual en Moscú ese año. Y hay que decirlo claramente: el acuartelamiento de las tropas rusas en Siria durante la ofensiva yihadista no es ningún plan maestro de Putin, derivado de sus dotes de ajedrecista, sino que es la continuidad de una política que venía de larga data.

Ahora se sabe que, después de que Rusia no movió un dedo para salvar a la Resistencia, en realidad nunca fueron aliados. Ahora algunos medios alternativos especulan que Rusia «traicionó» a la Resistencia y «se vendió a los sionistas», aunque Rusia nunca estuvo de ninguno de los dos lados.

En retrospectiva, Rusia esquivó una bala al elegir no aliarse con el Eje de la Resistencia, ahora derrotado, ya que habría arruinado innecesariamente sus relaciones con Israel, el cuál es ahora mismo vencedor en la batalla siria. Putin tomó la decisión priorizando los intereses del Estado ruso, decisión que obviamente está divorciada de cualquier elemento de internacionalismo, lo cuál, como insistentemente Korybko refiere en sus artículos, debe llevar a una reflexión profunda en los movimientos y en los medios alternativos de Occidente.

El pragmatismo del gobierno ruso llegó a la conclusión de que el gobierno de Assad carecía de medios para controlar la situación, y ha sido el eslabón más débil que Israel ha explorado con indudable éxito; y seguramente tras esto veremos algunos gestos de Moscú hacia Israel. Putin se convenció de que no tenía sentido sacrificar recursos y soldados rusos para salvar una estructura que ni los sirios defendían, o lo hacían pasivamente. Pero también ocurre a la inversa: cuando Hamas puso en evidencia la debilidad interna de Israel en la insurrección del 7 de octubre, fue el propio Lavrov quien tendió la mano a la organización palestina.

Rusia nunca fue un aliado del Eje de la Resistencia

El ejército israelí está construyendo bases militares en el centro de la Franja de Gaza

El ejército israelí está destruyendo cientos de edificios palestinos en el centro de la Franja de Gaza para construir bases militares, revela el New York Times basándose en análisis de imágenes de satélite. La zona controlada por las FDI en el corredor de Netzarim se extiende ahora a 18 kilómetros cuadrados.

Según el diario, el ejército israelí ha construido al menos 19 grandes bases en la región, además de decenas de instalaciones más pequeñas. Desde principios de septiembre se han construido o ampliado doce de estas bases. “Las instalaciones están pavimentadas y amuralladas, con alojamiento para soldados, vías de acceso y aparcamiento para vehículos blindados”, señala el New York Times.

El comandante Nadav Shoshani, portavoz del ejército israelí ante la prensa internacional, justifica la destrucción de determinados edificios explicando que “sirvieron como puestos de observación y escondites para los terroristas palestinos”.

Los ocupantes dicen que la expansión satisface sus necesidades operativas. Este aumento de la presencia militar marca un cambio significativo para Israel, que anteriormente evitaba mantener una presencia permanente en Gaza. El control del eje, que cruza Gaza desde la frontera israelí hasta el Mediterráneo, permite a Israel regular los movimientos en el enclave.

“El ejército ha ampliado su control sobre el territorio a ambos lados del eje, hasta una anchura de aproximadamente 4,3 kilómetros y una longitud idéntica, para facilitar el control de la zona”, explica el comandante Shoshani. El corredor norte de Gaza se extiende ahora a aproximadamente 56 kilómetros cuadrados, cubriendo ocho kilómetros desde la frontera hasta la costa.

Inicialmente diseñado como moneda de cambio para la liberación de rehenes, el corredor debía permitir el regreso de alrededor de un millón de habitantes de Gaza a sus hogares a cambio de la liberación de alrededor de un centenar de rehenes. Sin embargo, las negociaciones se han estancado.

En Siria, donde la aviación israelí ha bombardeado 350 objetivos, está ocurriendo lo mismo, tras la ocupación de los Altos del Golán, que Netanyahu quiere incorporar defintivamente a la soberanía israelí. Es una expansión militar imparable.

El ejército israelí está construyendo bases militares en el centro de la Franja de Gaza

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