Se les conoce como piratas, aunque sean aventureros de tierra, y no de mar. Naciones como tales o grandes empresas privadas, comerciales y financieras, están al acecho de tierras en el Sur del mundo: millones de hectáreas han cambiado y siguen cambiando de manos cada año, sobre todo en África, pero también en América Latina y en el Sureste asiático.[1] Hablamos del fenómeno del acaparamiento de tierras o “land grabbing”.
¿Qué es el acaparamiento de tierras?
El acaparamiento de tierras -a veces más conocido por su voz inglesa land grabbing– es el proceso mediante el cual inversores privados, fondos de inversión o gobiernos adquieren o arrendan tierras en gran escala (más de 1.000 ha) para invertir en agricultura o especular con ellas. El periódico inglés The Independent lo denomino como “la carrera mundial por la tierra”.
Este proceso no es reciente, pero a partir del 2007 se ha acelerado, debido principalmente a las consecuencias de la gran crisis económica mundial, que ha llevado a los inversores internacionales a la búsqueda de nuevos mercados. Así pues, en los últimos tres o cuatro años, distintos inversionistas privados y gobiernos han mostrado un creciente interés en la adquisición o el arrendamiento a largo plazo de porciones de tierra cultivable en varios países en desarrollo. Según un cálculo realizado por el Instituto Internacional de Investigaciones sobre Políticas Alimentarias (IIPA), entre 15 y 20 millones de hectáreas de tierras agrícolas en países en desarrollo han sido objeto de transacciones o negociaciones de inversionistas extranjeros desde 2006.
Pero, estos datos son pequeños si los contrastamos con los que nos ofrece Beatrice Toni en su artículo “La fiebre de la tierra” donde muestra que las transacciones de compra-venta de tierra en 2008 eran de 4 millones de hectáreas mientras en 2009 incrementaron hasta los 45 millones, la mayoría de ellos en África.
Neuman Kaffee Gruppe y el gobierno Ugandés
En junio de 2001, un representante del Gobierno ugandés reunió a las 400 familias que residían en la región de Madudu (en Mubende, Uganda central) para anunciarles que el Gobierno había cedido sus tierras, 2.500 hectáreas, a una multinacional alemana, Neuman Kaffee Gruppe. Y que antes de finales de agosto debían abandonarlas. Sin compensación económica ni proposición de alternativas.
Ante la resistencia de los campesinos, el 18 de agosto intervino el Ejército, quemando casas y golpeando a los vecinos, echándolos por la fuerza. Las familias huyeron al bosque, donde varios niños y ancianos fallecieron por las precarias condiciones de vida. El 24 de agosto, la multinacional se instaló en la zona. Un año más tarde los campesinos presentaron una denuncia civil.
Después de diez años la causa sigue sin avanzar. Hasta siete jueces se han hecho cargo del caso, que desde el 11 de abril espera que un octavo juez lo herede.
¿Qué produce la aceleración del acaparamiento de tierras?
Las principales causas de la aceleración de este proceso, las define Oliver de Schutter (Relator Especial de las NNUU sobre el Derecho a la Alimentación) y son:
- La carrera hacia la producción de agro combustibles como alternativa a los combustibles fósiles, alentada por los subsidios y los incentivos fiscales en los países desarrollados;
- El crecimiento demográfico y la urbanización, combinados con el agotamiento de los recursos naturales, en algunos países que consideran las adquisiciones de tierras en gran escala un medio para conseguir la seguridad alimentaria a largo plazo
- La creciente preocupación de algunos países por la disponibilidad de agua dulce,
- El aumento de la demanda de ciertos productos básicos de los países tropicales, especialmente la fibra y otros productos derivados de la madera;los subsidios previstos para el almacenamiento de carbono mediante la plantación de bosques y la no deforestación;
- Y, en particular por lo que se refiere a los inversionistas privados, la especulación sobre los futuros aumentos en el precio de las tierras agrícola
Consecuencias y peligros
El acaparamiento de tierras conlleva una serie de consecuencias y peligros para las personas, pueblos y estados que sufren este proceso.
El principal peligro que encierra es que los inversores ignoran los intereses de los granjeros y los campesinos locales y sus comunidades. Este hecho se demuestra observando la manera en que se conducen los proyectos de los inversores. Los proyectos se llevan a cabo sin asociarse a las comunidades, sin dialogo, ni negociaciones, produciendo una destrucción de las culturas de tales comunidades, la perdida de propiedades por parte de la población autóctona.
El segundo gran peligro está relacionado con la seguridad alimenticia de las poblaciones locales. Los campesinos devienen trabajadores y sus sueldos no son lo suficientemente altos para adquirir comida en la calidad y cantidad adecuada entrando en el circulo vicioso de la inseguridad alimentaria y del éxodo hacia la metrópoli y, probablemente, después al extranjero.
Otras graves consecuencias que encontramos son la contaminación y la contraposición del land grabbing con las reformas agrarias. En relación a la contaminación, el problema surge en que las nuevas corporaciones cultivan en una escala industrial con el uso intensivo de productos agroquímicos, que contamina el agua, reduce el suelo, y mina la futura capacidad de las comunidades locales de producir comida. Teniendo en cuenta las reformas agrarias, un informe del Oakland Institute, nos avisa del peligro que comportan los acuerdos comerciales de tierra agrícola al entrar en conflicto directo con los esfuerzos en materia de reformas agrícolas de los países en desarrollo.
Otro peligro consecuencia del acaparamiento de tierras tiene relación con el incumplimiento de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas. Concretamente, en lo relacionado con el derecho a los pueblos indígenas a las tierras, territorios y recursos que tradicionalmente han poseído, ocupado o de otra forma utilizado o adquirido y el derecho a la reparación de las confiscaciones de tierras sin consentimiento libre.
Y, cabe recordar que el acaparamiento de tierras tiene una confrontación directa con el emergente derecho al desarrollo, y vulnera sus dos principales patas: la participación popular y el derecho de los pueblos a la soberanía permanente de sus recursos naturales. La participación popular no se tiene en cuenta en la toma de decisión sobre los acuerdos comerciales entre inversores y estados. El derecho de los pueblos a la soberanía sobre sus recursos naturales también es vulnerado por este fenómeno.