El maíz y algodón transgénico que se creó para eliminar a más de alguna plaga de bacterias resistentes no es tan efectivo como se anuncia, señala el estudio publicado en las actas de la Academia Nacional de Ciencias.
En su informe, los científicos demandan más zonas de refugio de cultivos estándares para permitir la supervivencia a las plagas, destacó el reporte de la Universidad de Arizona el 28 de marzo.
Según el zoólogo Bruce Tabashnik, de la Universidad de Michigan, y profesor de ciencias biológicas de la Universidad de Stanford, los beneficios de los cultivos BT, que contienen toxinas resistentes a la bacteria Bacillus thuringiensis, “serán de corta duración si las plagas se adaptan rápidamente”.
Actualmente los cultivos transgénicos se basan en la promovida “estrategia pirámide”, probada en modelos de simulación, que según los nuevos estudios realizados en la práctica, no sería tan efectiva como se anuncia.
“La magnitud de la ventaja de la estrategia de pirámide se basa en supuestos que no siempre cumplen los informes del estudio”, destaca el informe.
Tabashnik señala que en el inicio los cultivos de BT, en 1996 tenían una toxina, pero como las plagas se hicieron resistentes, los fabricantes de semillas transgénicas impulsaron en los agricultores el uso de la “estrategia pirámide”, donde cada planta tiene dos o más toxinas para matar una misma plaga.
En Estados Unidos este método se adoptó extensamente en 2011, y a pesar de que muchos científicos sostuvieron públicamente que tendría efectos duraderos contra las plagas, el nuevo estudio de Arizona, demuestra lo contrario y reconoce que para tener cultivos resistentes se deben plantar más cultivos estándares alrededor, de los que hoy se contempla.
Estudio
Según Yves Carrière , profesor de entomología en la Facultad de Ciencias de la Agricultura y la Vida , que dirigió el estudio, la estrategia de pirámide fue promocionada sobre la base de modelos de simulación.
El estudio explica que en las plagas de orugas, éstas se hicieron resistentes y sobrevivieron después de comer plantas transgénicas productoras de algodón con sólo una la toxina.
La sorpresa llegó cuando el equipo de Carrière las puso en la estrategia piramidal del algodón BT que contiene Cry2Ab además de Cry1Ac, destaca el informe.
“Si la supuesta matanza redundante fuera correcta, las orugas resistentes a la toxina primero debían sobrevivir en las plantas de una toxina, pero no a las plantas de dos toxinas, porque la segunda los mataría”, explicó Carrière.
“Pero en las plantas de dos toxinas, las orugas seleccionadas para la resistencia a una toxina sobrevivieron significativamente mejor que las orugas de una cepa susceptible”.
“Estos resultados muestran que la crucial suposición de la matanza redundante no es aplicable en este caso y también puede explicar los informes que indican que algunas poblaciones de gusanos resistentes evolucionaron rápidamente a ambas toxinas en los campos de algodón”, agregó el científico.
Aumento de refugios con cultivos estándares
Según las nuevas investigaciones es necesario aumentar la extensión de zonas llamadas de refugio, “que no tienen las toxinas BT y por lo tanto permiten la supervivencia de las plagas susceptibles”.
Según Tabashnik, las conclusiones con que la EPA en Estados Unidos se basó para reducir las zonas de refugios necesarios, es demasiado optimista. El científico destaca que se están usando un 10% de zonas refugio alrededor de los cultivos transgénicos y al menos se necesitaría un 30 a 40% para que la resistencia se pueda “retrasar sustancialmente”
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