Antropólogos del lado oscuro: tatuajes y heavy metal.

“Esto va más allá del idioma, la religión o la cultura. Esto es algo básico que llega directo al corazón. Por eso, el heavy metal nunca muere.” Sam Dunn, antropólogo.

“El ritual de tatuajes que más me ha impresionado, seguramente, el de los betamarribé de Benín. Consiste en tatuar la cara de niños de dos años que gritan de dolor y caen inconscientes ahogados en sangre.” 
Lars Krutak, antropólogo.


Sam Dunn en un canadiense que un día decidió dejar a un lado sus estudios en antropología junto a su bajo eléctrico para dedicarse de lleno a la realización de documentales que mostraran a fondo la cultura rock y metal. Él y su socio Scot McFayden, rodaron, entre otros, “Global Metal”, un documental sobre elheavy metal en 7 países.
“Por ese entonces yo estaba finalizando mi carrera como antropólogo. Scot quería profundizar en la realización de películas y yo deseaba escribir un libro acerca del metal. Un día vino con la idea de crear un documental sobre el metal, investigamos y encontramos que no había uno hasta entonces como el que planeábamos.”
“Pienso que el metal convoca a las personas en diferentes niveles. Si tú creces sintiéndote fuera de lo común y corriente es probable que te identifiques con el metal ya que es una música que está alejada de lo popular. Es desafiante, rebelde y culturalmente puede llamar a muchas personas que se identifiquen con ello. Sin embargo tampoco tienes que ser un rebelde para adorar el heavy metal ya que es una música con cierto misterio, agresividad e intensidad que no te exige ser diferente para entenderla o conectarte con ella. Es un género muy poderoso ya que une a las personas por diferentes razones.”
“Aprendí que la gente se conecta con el metal en cualquier parte del mundo gracias a su poder, energía y actitud única. Esto va más allá del idioma, la religión o la cultura. Esto es algo básico que llega directo al corazón de las personas sin distinciones. Esa es la lección más grande que aprendí tras hablar con músicos y fanáticos en distintos países. Por eso esta música no muere…”
“Sin embargo también deseamos expandirnos, hacer otras cosas, ya que no creo que podamos sobrevivir exclusivamente con películas rockeras y metaleras. Actualmente trabajamos en una cinta sobre la historia del diablo y como este ha sido parte de la cultura popular, no sólo en la música, también en el cine, la televisión y la literatura. Tenemos otros proyectos para el futuro que no están enfocados en el metal. Intentamos presentar lo mejor de dos mundos.”
Sobrevivir en Bagdad es difícil. Y tirar adelante ahí la única banda heavy metal suena a utopía. Heavy Metal in Baghdades un documental que sigue los pasos del grupo heavy iraquí Acrassicauda desde la caída de Saddam Hussein hasta la actualidad. Con la caída de Saddam, parecía abrirse una brecha de libertad para Acrassicauda, que en seis años de existencia sólo ha conseguido tocar seis veces en la ciudad, pero muy pronto el país se sumió en el caos absoluto. Del 2004 al 2007, Iraq se ha ido desintegrando alrededor de un grupo que aún lucha para seguir en pie y no abandonar su pasión por el heavy. El film está dirigido por los jóvenes realizadores canadienses Eddy Moretti y Suroosh Alvi.
‘Nadie sabe nada de gatos persas’, el último film de Bahman Ghobadi, nos da a conocer un aspecto de la política de su país, Irán, que los espectadores occidentales siquiera nos habíamos planteado: la llegada al poder en 2003 de Mahmoud Ahmadinejad conllevaba, entre otras cosas, la persecución de cualquier música no religiosa («ghéna»). Las mujeres no pueden cantar, excepto en coros, ya que las emociones que producen sus voces se consideran pecado. En Teherán existe una rica escena musical, pero que es literalmente underground, ya que los intérpretes deben esconderse en sótanos para que nadie les oiga ensayar.
Los gatos del título son para Ghobadi una metáfora de los jóvenes músicos. Los animales de compañía no se pueden sacar de casa, lo cual no evita el cariño que los habitantes les profesan. Como gatos y perros encerrados en cuatro paredes, pero apreciados y queridos, se encuentran los compositores de Indie Rock en Teherán.
El interés de Lars Krutak por el tatuaje comenzó cuando, como estudiante de Antropología Cultural en la Universidad de Alaska, realizó su tesis doctoral sobre el simbolismo de los tatuajes en las tribus del Ártico. Desde entonces se ha convertido en el mayor experto en ellos.
Su última aventura le ha llevado a recorrer el mundo estudiando los tatuajes de tribus desde Papúa Nueva Guinea hasta Brasil.
“El tatuaje ha sufrido un resurgimiento y renacimiento en los últimos años en Europa, Estados Unidos y Asia. Hay muchos factores que lo han motivado, pero el más importante es su uso como medio de liberación más allá de los límites de nuestro entorno, e incluso nuestro cuerpo, y como expresión cultural de cada momento. Por eso siguen proliferando nuevos géneros del tatuaje (estilo americano, biomecánico, figurativo, abstracto, etcétera).”
“El ser humano se tatúa por muchas motivaciones. Desde usarlo como un instrumento de terapia medicinal o como moneda de cambio de favores con deidades y divinidades, como hacen muchas tribus milenarias, a simples connotaciones estéticas o de inclusión en un grupo, como sucede en el mundo civilizado. Aunque la verdad es que si nos ceñimos a las evidencias arqueológicas, la forma más antigua de tatuaje conocido fue precisamente cosmética. Se trata de un hombre momificado de la cultura Chinchorro de Chile con 7.000 años de antigüedad y que llevaba un bigote tatuado. El siguiente tuvo fines “terapéuticos”: un hombre congelado hace 5.500 años cuyos tatuajes representaban los puntos de acupuntura clásicos utilizados en la actualidad para curar el reumatismo.”

“El ritual que más me ha impresionado, seguramente, el de losbetamarribé de Benín, que utilizan un instrumento que es una mezcla entre una maquinilla de afeitar y punta de flecha con la que hacen cortes muy profundos. El ritual consiste en tatuar la cara de niños de dos años que gritan de dolor y caen inconscientes ahogados en sangre. La tradición dice que si no reciben estas marcas no serán considerados como humanos ni como miembros de la tribu. Y si mueren antes de recibir sus cortes en la piel, no tendrán derecho a ser enterrados en el cementerio del pueblo con sus familiares.”

“Mi tatuaje favorito es el que me hicieron en las selvas de Borneo con un utensilio que estaba compuesto de agujas de acero insertadas en una vara de bambú. Se trata de la representación de la rosa Iban. Cada pétalo representa un grado de la paciencia que el hombre necesitará a lo largo de su vida.”
Buscalan es una aldea que se encuentra escondida en una montaña de la isla Luzón, caminar una hora por senderos traicioneros es la única forma de llegar a este pueblo de Kalinga.
Los turistas prefieren superar estos obstáculos para conocer a la tatuadora Whang Od, una de las ancianas más viejas de la tribu. El hecho de que se haya hecho popular, es porque gran parte de la cultura tribal de la aldea iba a desaparecer cuando ella muriera. Whang Od ha cumplido 93 años. Hasta hace muy poco era la última tatuadora kalinga, una práctica que según los estudiosos tiene alrededor de un millar de años, que se utilizaba como lenguaje natural de la piel y se transmitía de padres a hijos.
En la cultura de la tribu, el tatuaje simbolizababelleza en las mujeres y valentía en los hombres,”si no tienes un tatuaje no eres un verdadero guerrero” dice Whang Od. Quienes llevan un águila en el pecho cortaron la cabeza de uno de sus enemigos japoneses durante la Segunda Guerra Mundial.
“Antes de hacerles un tatuaje mostraban la cabeza del enemigo y después de celebrar su victoria, les tatuábamos para que quedara constancia de quién lo hizo”.
La mayor parte del día Whang Od está agachada a pie juntillas junto al fuego machacando patata en una olla. Tiene 93 años, pero la flexibilidad de una mujer de 40. De vez en cuando, sale a echar algo de arroz a sus cerdos y vuelve a meterse rápidamente en casa, excepto cuando no hay invitados, que sube a las terrazas de arroz que tiene su familia, lo cual tiene mucho mérito a su edad teniendo en cuenta la temperatura y las pronunciadas pendientes de la aldea.
“La felicidad para mi es poder vivir hasta los 100 años haciendo tatuajes. Estoy encantada de que vengan a mi casa gente de varias partes del mundo a visitarme y tatuarse, le dan sentido a mi vida”

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