Adriana – La estructura del espacio

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Para el sentido común y la percepción desnuda de conceptualizaciones, el Espacio aparece como vacío y carente de una estructura fundamental.
Esta carencia, sin embargo, es solamente aparente puesto que depende de la incapacidad cerebral para decodificar una organización energética que sobrepasa la complejidad neuronal.
Esta incapacidad se manifiesta también en el ámbito conceptual cuando a una mente de pobre desarrollo se le presenta alguna idea abstracta que la sobrepasa o cuando la vivencia del “otro” no posee una referencia experiencial en uno mismo.
Algo similar acontece en relación a la estructura del Espacio la cual se presenta como invisible e incluso inexis­tente para la percepción.
Sin embargo, el hecho de que, a partir de una dimi­nuta porción de Espacio, sea posible decodificar una ima­gen visual con un contenido informacional muy elevado, indica que existe una estructura del Espacio capaz de incluir esa información. De hecho, la capacidad humana de decodificación espacial, sugiere e indica que el conteni­do informacional de la totalidad del Universo se representa y concentra en cada uno de los puntos del Espacio. Por ejemplo, podemos percibir un cielo estrellado de miles de millones de kilómetros de extensión, viéndolo a través de un pequeño orificio hecho en una hoja de papel. Lo que percibimos es la información contenida en el espacio del orificio.
Se llega a la misma conclusión a partir del uso de ins­trumentos ópticos de amplificación. Por ejemplo, la in­formación de un telescopio poderoso enfocado en una Galaxia distante se transforma a través del sistema visual de un Astrónomo, en una imagen con una gran canti­dad de detalles acerca de las estrellas.
Lo que el telescopio realiza es amplificar la informa­ción que interactúa con su espejo en el Espacio del Obser­vatorio por lo que la información de los objetos distantes se encuentra en cada zona de ese Espacio. Desde el mismo punto se pueden enfocar un número infinito de objetos por lo que ese punto contiene la información acerca de aquellos. A partir de estas observaciones, se puede dedu­cir que cada punto del Espacio contiene la información total del resto de los puntos y que debe existir una estruc­tura capaz de contener tal información.
La Mecánica Cuántica ha bautizado con el término “Lattice”, a esta estructura. La Lattice enrejado o celosía debe poseer una capacidad de inclusión informacional colosal para permitirle contener toda la información del Universo en cada uno de sus puntos.
Los Indios Guaraníes han querido expresar la misma idea utilizando una escritura textil. Ellos tejen sus ideas expresándolas a través de telas bordadas. La tela que representa el Espacio la fabrican haciendo incidir, en ca­da punto de la misma, los hilos del resto.
La cantidad máxima de información que es capaz de contener una estructura depende principalmente de su capacidad vibracional. Por ejemplo, mientras mayor sea la frecuencia a la que pueda vibrar un campo energético, mayor será la información que logre acarrear y contener. Desde este punto de vista, la Lattice del Espacio debe ser capaz de vibrar a frecuencias infinitas, en cada uno de sus puntos.
Por otro lado, la cantidad de información que una estructura es capaz de contener, depende de la cantidad de dimensiones que incluya. Un plano, por ejemplo, es capaz de contener menor cantidad de información que un objeto tridimensional.
Desde este punto de vista, la estructura fundamental del Espacio o la Lattice del mismo debe estar situada e incluir una cantidad enorme de dimensiones.
Podríamos deducir, a partir de las consideraciones anteriores, que la estructura de la Lattice del Espacio consiste en una matriz de capacidad vibracional colosal y de múltiples dimensiones en la cual la información de su totalidad converge en cada uno de sus puntos.
Otra de las características de la estructura de la Lat­tice, deducida a partir de nuestra percepción, es que, al modificar una porción de esta estructura, esta modifica­ción afecta a cada uno y a la totalidad de sus puntos. Por ejemplo, podemos observar la explosión de una Super Nova desde cualquier zona del Espacio utilizando un ins­trumento con el suficiente poder. De la misma forma, el vuelo de un insecto puede ser visto desde cualquier punto de un paraje por lo que el cambio ejercido sobre una zona de la Lattice debe, por fuerza, afectar y modificar el resto de sus porciones. Desde este punto de vista, la Lattice de­be poseer una estructura parecida a la de un supercon­ductor de total fluidez y capacidad de interacción entre todos y cada uno de sus elementos.
Además de lo anterior y también deducido a partir de nuestra percepción, la estructura de la Lattice es no vacía en toda su extensión y en cada uno de sus puntos. Por ejemplo, movámonos en cualquier dirección del Espacio o situémonos en cualquiera de sus localizaciones y nuncanos encontraremos con una zona en la cual desaparezca la imagen resultante de la decodificación de la Lattice. Por lo tanto, la Lattice ocupa todo el Espacio sin zonas de ausencia de la misma.
De lo anterior se deduce que la estructura de la Lat­tice es la de una matriz superconductora de múltiples di­mensiones, sin zonas de discontinuidad, con una capacidad vibracional colosal y una organización de convergen­cia total en cualquiera de sus puntos.
Otra de las características de la Lattice, también de­ducida a partir de nuestra percepción, es que la informa­ción contenida en su estructura puede ser decodificada como un continuo. Cuando por ejemplo, nos movemos en una dirección, las imágenes se funden unas con las otras dándonos la sensación de continuidad perceptual. Por su­puesto que esa continuidad depende de las características de nuestro procesamiento cerebral el cual actúa como una especie de “Pegamento de la Realidad” pero también refleja una continuidad informacional básica contenida en la estructura fundamental de la misma Lattice.
Otra de las características de la Lattice es que posee la capacidad de modificar su propia estructura en diferen­tes escalas temporales. Un neutrón es una modificación de la estructura básica de la Lattice con una fijeza y per­manencia mayor que un mesón. De la misma forma, una roca es una distorsión de la Lattice con mayor duración que la flama de una vela.
Ya veremos más adelante que un pensamiento o una emoción, también afectan la estructura de la Lattice y son distorsiones de la misma estructura al igual que lo que denominamos un objeto material macroscópico o una partícula elemental microscópica.
La permanencia temporal de una distorsión de la Lattice depende, entre otras cosas, de la recurrencia de la misma y de si su estructura coincide con algún modo de organización natural de la Lattice Una zona de la Lattice en la cual no existan distor­siones debe ser totalmente homogénea y coherente. Desde el punto de vista perceptual, este polo de total coherencia aparecería como invisible y vacío de objetos. En él, un instrumento capaz de detectar algún índice gravitacional mostraría una ausencia de esta fuerza indicando una fal­ta de curvaturas del Espacio.
En cambio, en una zona de la Lattice con distorsiones locales, nuestra percepción detecta la presencia de obje­tos y el instrumento gravitacional mostrará la presencia de gravitación indicando la existencia de curvaturas del Espacio. En este polo de la Lattice la coherencia es menor que en la Lattice en su estado básico no distorsionado.
Un ejemplo perceptual denotando las diferencias de coherencia de la Lattice se vislumba en el llamado efecto de “movimiento relativo” entre objetos distantes y cerca­nos a un Observador. Los objetos lejanos con respecto a un Observador permanecen fijos y parecen seguir su mo­vimiento (obsérvese la luna desde un automóvil en movi­miento). En cambio los objetos cercanos al punto de ob­servación no permanecen fijos y cambian de posición relativa al movimiento del Observador (la carretera o los árboles cercanos al automóvil).
Lo anterior se explica considerando que la informa­ción acerca de objetos lejanos se representa (en el Espacio con el cual interactúa el Observador), en forma más coherente que los cercanos de tal forma que en cada pun­to de interacción, la información de objetos lejanos parecería estar duplicada y por ello su percepción desde cualquier punto es la misma. En cambio, la representa­ción informacional (en la zona de interacción con la Lat­tice) de objetos cercanos al Observador no es coherente y por lo tanto cada punto contiene diferente organización informacional y por ello la apariencia perceptual es de cambio relativo al movimiento del Observador. Las diferencias de coherencia en la organización in­formacional de la Lattice se asocian con los niveles de convergencia de la información de cada punto. En una zona hipotética de máxima coherencia de la Lattice, leja­na de cualquier distorsión, cada punto contiene la infor­mación total del Universo distribuida coherentemente porque en esa zona, la convergencia informacional es má­xima. En cambio, en los puntos de la Lattice cercanos a distorsiones de su estructura, los ángulos de convergencia de diferentes distorsiones cambian dando lugar a una dis­minución de la similitud de la organización informa­cional de esos puntos y por lo tanto una menor coheren­cia. De hecho, nuestro Sistema Nervioso detecta los cam­bios de coherencia de la Lattice manifestándolos ante nuestra percepción como sensaciones de acercamiento o alejamiento con respecto a objetos y como la percepción de velocidad y aceleramiento.
Las zonas de la Lattice de mayor coherencia, la Teo­ría Sintérgica las denomina zonas de alta Sintergia, mien­tras que las zonas de menor coherencia las llama de baja Sintergia. El término Sintergia es un neologismo derivado de las palabras Síntesis y Energía.
El polo de mayor Sintergia de la Lattice posee una es­tructura de máxima coherencia, densidad informacional, convergencia y homogeneidad no pudiendo detectarse en él ni cambios gravitacionales ni objetos discretos. Esto úl­timo es así porque la gravitación y la materia se asocian con distorsiones de la organización básica (coherencia) de la Lattice.
En cambio, el polo de baja Sintergia de la Lattice (lo que percibimos como materia sólida) posee una estructu­ra de mínima coherencia, baja densidad informacional, mínima convergencia y homogeneidad detectándose en él fuerzas gravitacionales.
La Lattice en su estado fundamental posee una capa­cidad potencial asombrosa de modificación. Todas y ca­da una de las partículas elementales y de los Campos y Fuerzas descritas por la Física contemporánea surgen a partir de las posibles distorsiones que la Lattice es capaz de asumir. De esta forma, un electrón, un protón, un neutrón o cualquier otra partícula elemental aparece a la existencia cuando la misma estructura básica de la Lat­tice sufre modificaciones específicas. A esto se debe que las partículas elementales y en general toda materia po­sean una naturaleza dual onda-corpuscular. Una partícu­la es simultáneamente un “objeto independiente” y sepa­rado del resto de los objetos y una porción modificada de la misma estructura fundamental.
En el Budismo, esta dualidad se conceptualiza bajo la denominación de “Sunyata” o “Vacío”. Este concepto implica la consideración que ningún objeto posee existen­cia absoluta e independiente sino que forma parte de una matriz de interrelaciones y por lo tanto se “alimenta” del resto con el cual se interconecta y del cual depende su existencia.
La Lattice muestra las mismas características. Todo se encuentra entrelazado dentro de su estructura y todo objeto y materia surge de modificaciones o distorsiones específicas de la misma manifestando una existencia interdependiente con el resto de los objetos. Ya veremos más adelante que ni la experiencia individual, el cuerpo o el cerebro escapan a esta condición de Vacío o Sunyata.
Por lo tanto la Lattice posee la capacidad potencial de manifestarse en múltiples condiciones e infinitas for­mas siendo esta capacidad otra de sus características bá­sicas.
La estructura capaz de lo anterior debe consistir de algún “material” absolutamente “plástico” en el sentido de su capacidad infinita de asumir diferentes formas.
Ahora bien, antes mencionaba que una de las carac­terísticas de la organización de la estructura de la Lattice es su continuidad. Esta continuidad, sin embargo, existe solo parcialmente y en el interior de lo que se podrían denominar “Bandas Discretas de Organización”. Existen fa­milias de distorsiones de la Lattice y estratos cuánticos de su organización distribuidos en niveles discretos. A estas Bandas la Física las denomina “Fuerzas” y de ellas se han descrito cuatro:
Fuerza Gravitacional
Fuerza de Interacción Débil
Fuerza de Interacción Fuerte
Fuerza Electromagnética
Cada una de estas Fuerzas o Campos son particulares fa­milias de distorsiones fundamentales de la Lattice.
Dentro de cada Banda hay continuidad pero de una a la otra existe un paso abrupto. En este texto y como parte de la Teoría Sintérgica, a estas Bandas, Fuerzas, o Cam­pos los denominaré “Bandas Sintérgicas”. La considera­ción de las Bandas Sintérgicas es esencial para entender la existencia de los niveles también discretos de la Con­ciencia, porque cada nivel de la Conciencia se asocia con una Banda Sintérgica.
El desconocimiento de Sunyata ha llevado a la mente Occidental a olvidar que entre la Realidad y su percep­ción existen variados y complejos procesos de transforma­ción por parte de la maquinaria neuronal. De esta forma confundimos el producto de estas transformaciones con su origen. Consideramos, por ejemplo, que existe un mundo exterior a nosotros con objetos desligados de nuestro procesamiento cuando en realidad intervenimos activamente en la creación de la realidad perceptual y no estamos desligados ni de los objetos que percibimos ni de los seres vivos con los cuales interactuamos. La Realidad es Una pero como bien lo dice Ken Wilber la dividimos con fronteras de separación que dependen del nivel de Conciencia en el cual funcionamos y no de la Realidad en sí.
Nuestro sistema cerebral interactúa con una porción limitada de la Lattice a través de sus órganos receptivos. Esta porción de la Lattice es transformada en un lenguaje neuronal y después de varias transformaciones que se explicarán más adelante, se crea una imagen perceptual que siempre es una representación y no la Realidad en sí. Para poder acceder a esta Realidad deberíamos primero colocarnos en Conciencia de Unidad, borrar todos nues­tros filtros, historia personal y condicionamientos. Cómo esta posibilidad raramente se actualiza, la realidad que percibimos la confundimos con la Realidad. De esta for­ma, como el Espacio (para nuestra percepción limitada) se nos presenta como invisible y los objetos como separa­dos y autónomos, consideramos que la Realidad está constituida por objetos externos a nosotros y con existen­cia absoluta cuando en verdad ni los objetos son autóno­mos e independientes ni el Espacio es inexistente. Podría­mos incluso solidificar el Espacio o desmaterializar objetos tal y como lo hacía Milarepa, el legendario poeta Tibetano o lo realizan algunos de los más poderosos Chamanes-Nahuales Mexicanos.
No sabemos qué es lo que se encuentra fuera de no­sotros mismos ni que es lo que nos estimula. Conocemos únicamente el producto final de nuestro procesamiento cerebral pero lo confundimos con la Realidad en sí. Bas­ta recordar que en un punto del Espacio se concentra la totalidad de la información del Universo y que nosotros decodificamos en forma parcial esa información y a par­tir de allí construimos nuestros perceptos para darnos cuenta de que lo que percibimos es una creación humana limitada y que las cualidades que le adjudicamos a la Realidad resultan de una interacción restringida con la Lattice del Espacio. Por ejemplo, la luz como tal no existe en la Lattice, ni tampoco el sonido. El punto de la Lattice que decodificamos, no contiene la geometría de la ima­gen que resulta de su procesamiento cerebral tal y como se nos presenta a la percepción. El punto de la Lattice que decodificamos es un conjunto colosalmente compli­cado de morfologías energéticas concentradas en una estructura. Allí no hay colores ni formas, ni cambios de perspectiva ni objetos externos. Es la manera como deco­dificamos esas morfologías y las transformamos que da como resultado lo que vemos. Desde luego que cualquier punto de la Lattice contiene, en forma algorítmica todos los elementos que más tarde hacen aparecer una imagen. Todos los detalles de cualquier percepto, todas las formas geométricas, los colores, los cambios de perspectiva y las texturas se encuentran algorítmicamente concentradas en cada punto de la Lattice. Pero en su decodificación añadimos nuestra propia estructura y organización ce­rebral y de la interacción entre ésta y las características de la Lattice, surgen las cualidades (luz, sonido, textura etc.) que nos son familiares.
Cada punto de la Lattice contiene en su estructura mucha mayor información y posibilidades de decodifica­ción que las que nuestro Cerebro logra decodificar. De­penderá del funcionamiento neuronal la capacidad de decodificación y este funcionamiento, a su vez, está deter­minado y determina el nivel de la Conciencia en el cual funcionamos. Por lo tanto, es el nivel de Conciencia de cada quién el que determina la realidad que percibimos.
No es azarosa la forma en que decodificamos la Lat­tice. Ya veremos más adelante que la propia organización del Cerebro Humano es un modelo de la Lattice. Pero es­te modelo todavía no llega a ser idéntico al territorio que quiere representar. Únicamente cuando nos convirtamos en la Lattice misma, estaremos en posibilidad de percibir la Realidad tal como existe y tal como es en sí.
Esta posibilidad no es imposible y se encuentra a nuestro alcance pero depende del logro de un desarrollo encaminado hacia la Conciencia de Unidad el actuali­zarla.
Este capítulo, dedicado a desentrañar la estructura del Espacio y la Lattice no debe dejar en la mente del lec­tor, la impresión de que la Lattice es el último nivel de la Realidad, o de que no existe nada fuera de la Realidad de la Lattice. La discusión de la posible existencia de “algo” no restringido a la Lattice no puedo encararla en este capítulo pero sí mencionarla ahora y analizarla más ade­lante. Por lo pronto dedicaré los siguientes capítulos al análisis de las transformaciones que nuestro cerebro ejer­ce sobre la Lattice hasta desembocar en nuestra percepción e imágenes. Haré énfasis en la decodificación aso­ciada al mundo visual porque de todos los niveles perceptuales es el que más ejemplifica nuestra acción sobre la Lattice y las transformaciones que ésta sufre.
Antes de terminar, quiero mencionar que la física contemporánea está, al igual que la Teoría Sintérgica, interesada en lograr entender cuál es la estructura básica del Espacio. La metodología de la física es sin embargo, diferente de la que he utilizado. Los físicos utilizan una herramienta matemática sofisticada y una serie de expe­rimentos propios a su disciplina para arribar a sus conclu­siones. Las mismas conclusiones se pueden conquistar uti­lizando como aquí lo he hecho un análisis basado en la fenomenología de la percepción humana y de otros organismos.
La teoría física más cercana a la concepción de la Lattice es la teoría de las Super-Cuerdas. En ella se postu­la que por debajo de la existencia de las partículas elementales se encuentra una realidad común formada por ultramicroscópicas “Cuerdas” todas ellas similares entre sí pero que interactúan en formas diferentes dando lugar (según el tipo de interacción de que se trate) a cada una de las partículas y las familias de partículas elementales.
La Teoría Sintérgica sostiene que por debajo de la realidad de las Super-Cuerdas existe otro nivel aún menos diferenciado del cual surgen las Super-Cuerdas y éste es el de la Lattice con todas las características que he descrito.
Por último, estas características forman todavía un repertorio restringido que merece mayor indagación y análisis.

Tomado del libro «La Teoría Sintérgica» de
Jacobo Grinberg – Zylberbaum
http://www.la-reconexion.com.mx/

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