No es una novedad la progresiva depauperización de la sanidad pública española. Hemos tenido miles de ejemplos, como los negocios turbios con mascarillas o las muertes masivas en las residencias de ancianos durante la pandemia, que dejan al descubierto toda la serie de recortes que se han aplicado buscando rentabilidad en un bien público que repercute directamente en la esperanza de vida de la clase obrera. A la par vemos como los representantes políticos de la burguesía se han enriquecido con total descaro y que, en contrapartida, sólo tienen que enfrentarse a unas comisiones de investigación parlamentarias en las que por ley no tienen obligación de responder y que no son vinculantes, o a enfrentarse a una justicia de clase, que han elaborado ellos mismos para sus conveniencias y para la defensa de su propiedad privada creada a costa de la apropiación del valor que genera la clase obrera mediante el robo directo.
Esa es la verdadera cara del capitalismo y su naturaleza mercantilizadora de cualquier bien o servicio está directamente enfrentada con la vida humana. El último dato que nos llega es el de 850.000 obreros en la lista de espera para pasar por quirófano, lo que nos muestra un incremento del 7% respecto a 2022 y no debe sorprendernos su aumento en los años venideros debido al régimen económico que impera y a la nueva deriva belicista de España que, obligada por la OTAN, ha aumentado su presupuesto militar del 1.28% del PIB al 2%. Si se tiene en cuenta que el PIB de España en 2023 representa una cifra de un billón y medio de euros, el incremento en gasto militar representará un aumento de 11.500 millones que van a lastrar todavía más la existencia de la clase obrera, como vemos en este caso concreto con la sanidad pública, ya que jamás lo van a pagar de sus bolsillos. En ambos casos, en la sanidad y la guerra, la clase obrera no sólo paga sus desmanes, sino que, además, pone los muertos. Lo mismo ocurrirá en los demás ámbitos de los sectores públicos, como la educación, donde el desarrollo extremo de las fuerzas productivas reducirá la necesidad de mano de obra creando un amplío excedente y que permitirá a la burguesía desmantelarla por no resultarle ya rentable para su tipo de producción.
El imperialismo, con estas acciones, no sólo se lanza a la aventura hacia nuevos mercados mediante la guerra, sino que reduce la esperanza de vida de la clase obrera para que no trascienda más allá de su etapa productiva. Y todo esto lo lleva a cabo mediante el expolio de lo público para el lucro privado. Llegados a este punto, se hace evidente que sólo el socialismo, esto es, la clase obrera administrando socialmente el valor que produce para la mayoría de las personas, ante la apropiación privada de una minoría explotadora, puede tomar partido por la vida. Porque claramente el capitalismo sólo puede subsistir por el expolio, la rapiña y la guerra. El capitalismo es, para la clase obrera, miseria y muerte. De este laberinto, la clase obrera sólo puede escapar mediante la revolución socialista. Sólo con la emancipación como clase tenemos futuro. Por ello, desde el PCOE, llamamos a la unificación de todas las luchas de los explotados bajo el Frente Único del Pueblo para construir la alternativa revolucionaria que salve a la humanidad de las garras imperialistas.
La única solución razonable y no violenta a esta situación consiste en que la clase trabajadora se quede en la cama y no vaya al trabajo los días que haga falta para revertir esta situación. Sin la mano de obra, los sucios capitalistas y sus peones políticos colapsaran.