“El Corazón responde” Emilio Carrillo (entrevista) 8/9.

EL CIELO EN LA TIERRA.
Reproducción parcial de la entrevista efectuada a Emilio Carrillo por Emma Vázquez publicada en Regreso al Hogar:
regresoalhogar.com/2016/06/08/entre-vista-desde-emilio-carrillo

Dada su extensión, su divulgación en este blog se realiza en nueve entregas.

EMILIO CARRILLO

¿A qué suena el Silencio?

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¿A qué huele el Amor?

A ¡Amor!… El Amor es una fragancia que no se confunde con ninguna otra. Cuando se ha respirado, cuando se ha sentido, es una fragancia única que no puede ser comparada con ningún otro aroma o sensación. El amor, ineludiblemente, huele a Amor.

¿A qué saben los abrazos?

A ¡Amor! Los abrazos son una manifestación, o pueden ser una manifestación, de muchas cosas. Me encanta compartir abrazos. Cuando concluyo las charlas, me gusta siempre decir que nos comuniquemos, no a través de los aplausos, que normalmente lo único que contribuyen es a originar una especie de di-sintonía en la armonía que se ha generado, sino a través del abrazo: que la gente se dé abrazos entre sí. Me gusta abrazarme a la gente y, en ese abrazo, ahí está el amor. Para mí, el abrazo es una manifestación y una plasmación del amor.

¿Qué nos cuentan las lágrimas?

El origen de las lágrimas puede ser muy distinto: la alegría; una emoción muy intensa de paz, de armonía, de felicidad, de éxtasis; y también el sufrimiento, el dolor, la tristeza. Pero, en última instancia, detrás de las lágrimas hay vida. Una vida que se manifiesta de múltiples maneras.

La sociedad en la que estamos se ha empeñado en no vivir el aquí-ahora. No por casualidad, esa misma sociedad nos ha enseñado a no llorar, más a los hombres que a las mujeres. Llorar “está mal visto”. Si vas por la calle llorando, la gente te mira como extrañada. Si tú estás en medio de un bar y te pones a llorar, la gente se inquieta porque tú estás llorando.

La realidad es que el llanto, las lágrimas, es una expresión muy genuina de la vida que estamos viviendo y, como hacen los niños, llorar debería formar parte de nuestra vida cotidiana. Reírnos y llorar, las lágrimas y la risa, deberían estar muy presentes en el día a día. Son manifestaciones del entusiasmo, del entusiasmo con la vida, que puede ser de éxtasis, pero también de dolor.

No nos podemos olvidar que la palabra entusiasmo deriva de un vocablo griego que en su etimología significa ‘Dios en mí, Dios en ti’. Ese entusiasmo es la divinidad que eres y se está haciendo presente en tu vida cotidiana, en lo que estás desarrollando y viviendo, y provoca eso.

Para mí, las lágrimas son algo muy serio y deberían estar mucho más presentes en nuestra vida, lo mismo que la risa.

¿Con qué sueña tu Alma?

Hace ya tiempo que no me identifico con el Alma. Aprendí, por mi proceso experiencial, que el Alma no deja de ser otro coche. Lo que realmente somos, el Yo Soy, Espíritu, como queramos denominarlo, el Conductor, utiliza un Alma para experienciar multidimensionalmente. Y ese Alma, cuando llega a un plano concreto, como por ejemplo el humano, tiene que encarnarse en otro vehículo (en este plano, el yo físico, mental y emocional) que le permite vivir esa experiencia. Es decir, lo que Yo Soy está conduciendo un Alma. Ese Alma está viviendo experiencias fuera del tiempo y del espacio, multidimensionalmente y ahora está aquí, en el plano humano. El Alma, que es mi coche, el que yo utilizo multidimensionalmente, al llegar al plano humano necesita a su vez otro coche, otro vehículo, porque si no, no puede experienciar la experiencia humana. Con lo que somos dos coches y un Conductor.

Las corrientes espirituales han hablado de cuerpo, alma y espíritu. En la Merkaba: Mer (cuerpo), Ka (alma), Ba (Espíritu). Esa trinidad está muy presente en todas las corrientes espirituales. El conductor es el Espíritu, que es Uno, que está en ti y está en mí, pero es Uno. Lo que los cristianos llaman el Espíritu Santo es el Espíritu que es Uno en cada uno. Y ese Espíritu utiliza un Alma para experienciar multidimensionalmente. Ese Alma es un coche cuyo Conductor es el Espíritu. Y ese Alma encarna en otro coche, que es el yo físico, mental y emocional, para poder desplegar la vivencia humana de la misma forma que encarna en otro coche de otra tipología cuando encarna en otro mundo para vivir las experiencias de ese mundo.

Le estoy muy agradecido tanto al coche material (el yo físico, mental y emocional) que me permite experienciar la vivencia humana como al coche álmico que me posibilita experienciar multidimensionalmente y más allá del tiempo y el espacio. Pero soy consciente y sé que no soy ni lo uno ni lo otro. Mi auténtico Ser y Naturaleza es Espíritu. Y, por tanto, pues el Espíritu es Uno, Todo. Y, siendo Todo, Nada. Yo Soy… y, precisamente por ello, se acabó todo yo, mí, me, mío o mi.

Cuando la gente se queda confundida con eso del Espíritu Uno, comparto lo siguiente: Supongamos que en una habitación estamos mucha gente. El aire que todos respiramos es, obviamente, uno y no está troceado ni dividido en partes o porciones con el nombre de lo que nos corresponde inspirar a cada cual. No hay un trozo de aire que ponga Emma, otro Emilio, etcétera. El aire es Uno. Sin embargo, cuando yo lo inspiro, el aire que entra en mis pulmones puedo decir que es mío, porque está en mí. No estoy tan loco como para pensar que el aire está roto en trozos con nombres. Ese aire es el Espíritu que, siendo Uno, está en cada uno. Es el conductor que realmente Yo Soy.

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