El régimen comunista ordenó total hermetismo sobre lo ocurrido en los primeros días del brote de COVID-19 en Wuhan. Los médicos y científicos tienen prohibido colaborar con la misión de la OMS y en caso de revelar información enfrentarían cargos de tracción y espionaje.
Esta semana, el régimen chino emitió una orden en la que se prohíbe a los médicos de Wuhan hablar sobre los sucesos ocurridos durante el inicio del brote de coronavirus a finales de 2019.
Con esta medida, el dictador comunista Xi Xinping pretende amordazar a los médicos y científicos que habían estado tratando de contar muchas de las cosas raras que pasaron en la ciudad china durante los primeros meses del virus. Hasta el momento habían sido censurados clandestinamente por las fuerzas de seguridad: ahora con este decreto el Partido Comunista podrá hacerlo con la Justicia.
Además, China no quiere que estos médicos colaboren con la misión de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que está buscando identificar de dónde proviene el SARS-CoV-2 luego de que países como Japón, Estados Unidos, Australia y el Reino Unido presionarán por una investigación internacional.
Xi le prohibió a los profesionales de la salud dar información del manejo de las autoridades políticas y sanitarias en torno al coronavirus.
Bajo condición de anonimato, se le reveló a la agencia japonesa Kyodo que “las autoridades chinas advirtieron a los médicos que respondieron al nuevo coronavirus en la etapa inicial del brote en Wuhan, que podrían ser castigados por espionaje si revelaban lo que sucedió durante el período”.
“El gobierno chino liderado por los comunistas puede estar intentando evitar una investigación externa sobre los orígenes del virus, lo que genera preocupación de que se entorpezca el esclarecimiento de cómo ocurrió la pandemia” concluye este artículo.