Denunció lo que llamó la dictadura del relativismo, antes de su elección como Papa dijo que todas las religiones fuera del catolicismo romano eran defectuosas, prohíbe la teología de la liberación, excomulga a los clérigos liberales, estas acciones hicieron que se lo apodase como el gran inquisidor, como cardenal y Papa, se opuso al marxismo, la teología de la liberación, la moralidad liberal, la ordenación de mujeres, al permiso para que los sacerdotes se casen, a la homosexualidad, la masturbación, el control de la natalidad, el aborto, la investigación con células-madre, la disolución de la autoridad jerárquica, y el ablandamiento del Concilio Vaticano Segundo de la ortodoxia tradicional en cuanto a la salvación fuera de la Iglesia, en Abril de 2005 el cardenal Joseph Ratzinger fue elegido como el nuevo Papa, Benedicto XVI.. el 11 de Febrero de 2013 él anunció que renunciará, es el primer Papa en hacer eso desde Gregorio XII en 1415.
Después de la Segunda Guerra Mundial estudió Teología y Filosofía, en 1951 fue elegido para el sacerdocio, en 1953 obtuvo el grado de doctor en Teología, en 1957 se licenció como conferenciante de Teología de la Universidad de Munich, enseñó el Dogma de la Iglesia hasta 1981, luego ascendió en su jerarquía.
Tiene 85 años, y su energía y salud están deterioradas, hasta el grado en que tuvo que reconocer su incapacidad para cumplir adecuadamente el ministerio confiado a él.
Por esta razón, y plenamente consciente de la seriedad de este acto, en su plena libertad declara que renunciará al ministerio del Obispo de Roma, Sucesor de Pedro. Él nació el 16 de Abril de 1927 en Baviera. Seis años antes de que Hitler asumiera el poder, a la edad de 14 años él se integró al movimiento juvenil hitleriano, este hecho al parecer influyó en su carácter autoritario. Entre 1962 y 1965 participó en el Concilio Vaticano Segundo, sirvió como teólogo del concilio, en 1977 fue designado arzobispo de Munich y Freising, tres meses más tarde, fue nombrado cardenal, en 1981 Juan Pablo II le pidió que se convirtiera en el guardián supremo de la fe de Roma.
Como cabeza de la Congregación para la Doctrina de la Fe, él fue de línea dura, inflexible e intransigente. Él sirvió como «Gran Inquisidor». Impuso rígidamente las posiciones reaccionarias, y desafió a los clérigos que se opusieron a ellas.
En 2004 dicha Congregación publicó en 37 páginas una «Carta sobre la Colaboración de Hombres y Mujeres en la Iglesia y el Mundo». Allí se definía el papel femenino en términos de virginidad, matrimonio, maternidad, y el apoyo al varón jefe de familia. Citaba Génesis 3:16, que dice: «Tu deseo será para tu marido, y él te dominará».
Él se ganó la oposición de muchos feligreses. La mayor parte de los obispos lo objetaron. Él emprendió la guerra contra la ideología liberal. Él expulsó a los teólogos de centro-izquierda del clero. Él rechaza la modernidad, la ilustración y los valores democráticos. Él deplora las luchas sociales. Su punto de vista es autoritario.
En 2000 preparó un informe titulado «Dominus Jesus». Juan Pablo II lo aprobó. Allí se afirmaba la supremacía del catolicismo romano. Con esto se ofendió a cristianos y no cristianos por igual. Allí se decía: «Tal como hay un solo Cristo, así existe un solo cuerpo de Cristo, una sola Novia de Cristo, una sola Iglesia Católica y apostólica». Él fue ordenado a la edad de 24 años. Él es ideológica y políticamente de la derecha dura. Como cardenal él se opuso a la reforma. El libro de John Allen «Cardenal Ratzinger: El Ejecutor de la Fe del Vaticano» hablaba de él, diciendo:
«Ratzinger hoy cree que el mejor antídoto al totalitarismo político es el totalitarismo eclesiástico».
«En otras palabras, él cree que la Iglesia Católica sirve a la causa de la libertad humana restringiendo la libertad en su vida interna, quedando así claro lo que ella enseña y cree».
Él reforzó el dogma de la infalibilidad papal. Sirvió como el prefecto de laCongregación para la Doctrina de la Fe. Ésta es la institución sucesora de la Inquisición.
Él fue el consejero teológico más cercano del Papa Juan Pablo II. Ayudó a elegir a los dos Papas anteriores. Él y otros pontífices ejercen poderes dictatoriales. Sus decretos tienen la última palabra, y son considerados infalibles. Los pontífices gobiernan de la manera que desean. Ellos designan a los funcionarios superiores de la jerarquía de la Iglesia que prefieren. Ellos se consideran por encima de todo reproche. Otros discrepan de aquello con razón.
Los escándalos de pedofilia de vez en cuando hacen erupción. Los tiempos nunca cambian. La mala conducta ha existido desde hace mucho tiempo. En 2004 la profesora del John Jay College of Criminal Justice Karen Terry publicó junto con otras personas un informe encargado por la Conferencia estadounidense de Obispos Católicos.
Estaba basado en encuestas de diócesis católicas, y cubría el período 1950-2002. Allí se mostraba que los abusos deshonestos sobre menores de 18 ocurren en «más del 95% de las diócesis y aproximadamente el 60% de las comunidades religiosas».
«De las 195 diócesis y provincias [eparchies] que participaron en el estudio, todas excepto siete han reportado» al menos a un sacerdote como ofensor.
«De las 140 comunidades religiosas» estudiadas, «sólo 30 no reportaron» ningún abuso. Pero esto no significa que ellos no existan. Considerando la renuencia de las víctimas a hacer denuncias públicas, es prácticamente seguro que muchos otros incidentes ocurrieron. Miles de niños fueron dañados. La mayoría eran niños entre 11 y 17 años. Cientos de sacerdotes estuvieron implicados.
El problema es global. En 2001 el ampliamente extendido abuso sexual infantil salió a la superficie. Es particularmente común en Europa, Norte y Sudamérica, Australia, Nueva Zelanda y las Filipinas.
El encubrimiento es algo muy común. El cardenal Joseph Ratzinger estuvo implicado en ello. Como Benedicto XVI, él barrió el abuso bajo la alfombra. Él quería que los crímenes permanecieran escondidos.
El 28 de Marzo de 2010 el profesor de teología moral de la Marquette University Daniel C. Maguire apareció bajo el titular «Por Qué el Papa Benedicto Debe Dimitir», diciendo:
«El Papa Benedicto XVI ahora afronta una importante prueba de hipocresía. Él ha estado aceptando dimisiones de obispos de todo el mundo que dejaron de tomar medidas contra sacerdotes violadores».
«Ahora ya no está en discusión que él mismo es culpable de la misma negligencia criminal…».
«Él no tiene ningún derecho moral a esconderse detrás de las paredes del Vaticano». La «tormenta perfecta» de hoy incluye al Papa, «un cardenal del Vaticano, dos miembros de la Delegación apostólica papal, tres arzobispos de Milwaukee, y (lo que es generalmente pasado por alto) la colusión de la policía local y el Fiscal de Distrito».
Benedicto XVI priorizó la «protección de la Iglesia frente al escándalo», no importando cuántos muchachos han sido dañados. Mejor ellos que la Iglesia. Así ha sido durante siglos.
La pedofilia es un delito contra la Humanidad. Benedicto y otros funcionarios superiores del Vaticano son cómplices. Está justificado ponerlos en el banquillo. La inmunidad legal no es admisible.
El crimen es indefendible. Lo mismo el encubrimiento. El Vaticano tiene siglos de esqueletos en su armario. Benedicto tiene muchos esqueletos propios.
En Enero de 2012 (el incidente conocido como) Vatileaks expuso la corrupción de alto nivel. Los documentos fueron filtrados a periodistas italianos.
En Mayo de 2012, el libro de Gianluigi Nuzzi titulado «Su Santidad: Los Papeles Secretos de Benedicto XVI» reveló cartas confidenciales y notas entre él y su secretario personal, que habían sido sustraídas por el mayordomo del Papa, Paolo Gabriele.
Las finanzas papales, los sobornos, otra corrupción, y el abuso de poder fueron revelados. Benedicto calificó las acusaciones como «exageradas» y «gratuitas».
Gabriele fue puesto a secar. Él fue detenido, juzgado y condenado. Le dieron 18 meses en prisión, y se le ordenó pagar los gastos judiciales. El 22 de Diciembre de 2012 Benedicto lo perdonó. Quizás éste ya había decidido renunciar.
En su libro «Dios y Sus Demonios», Michael Parenti confrontó el derecho religioso, diciendo: «El dios de la Santa Biblia —tan adorado en Estados Unidos y en otras partes— es ferozmente rencoroso, neuróticamente celoso, intolerante, presuntuoso, castigador, colérico, sexista, racista, jenofóbico, homosexofóbico, sádico y homicida».
«Como ellos dicen, todo está en la Biblia. Tenga cuidado con aquellos que actúan en nombre de tal dios».
«Si llegásemos a encontrar estos crueles rasgos en un hombre corriente, juzgaríamos que él necesitaría ser encarcelado de por vida en una instalación de máxima seguridad».
«Por lo menos no charlaríamos vanamente acerca de cómo él trabaja sus maravillas por caminos misteriosos. De hecho, el Jesús bíblico califica perfectamente bien como fundador y precursor de un cristianismo intolerante».
«Aquella antigua religión está todavía muy presente entre nosotros y tiene un impacto considerable en la vida política estadounidense».
Parenti es implacable. Él desafía a las icónicas figuras religiosas. Él expuso sus lados oscuros. Él incluyó a la Madre Teresa, al Papa Juan Pablo II y al budismo tibetano.
Juan Pablo II «se involucró hasta las orejas en la política contrarrevolucionaria en América Latina y en otras partes», dijo. Él «no dirigió ningún ataque crítico contra dictaduras derechistas». Él las llamó «baluartes contra la revolución comunista». Él intervino en beneficio del déspota chileno Augusto Pinochet. Por entonces, éste estaba bajo arresto domiciliario en Londres.
La Madre Teresa hablaba profusamente por el mundo «contra el divorcio, el aborto y el control de la natalidad». Sus así llamados clínicas y hospitales eran hospicios mal gestionados. Carecían de asistencia médica. El hambre y la desnutrición estaban muy extendidas. Ella pudo haber hecho mucho para ayudar, pero se abstuvo.
La presunta beneficencia del budismo tibetano fue denunciada. «Las religiones tienen una relación muy antigua no sólo con la violencia sino también con la explotación económica», dice Parenti.
«Necesitan» la violencia, él agrega. El catolicismo romano es abundante en ella. Esto precede a la Inquisición y las Cruzadas. Hoy es un lugar común. Así es cómo «saca provecho del cielo».
La avaricia está bien no sólo en Wall Street. El auto-enriquecimiento de la Santa Sede es a expensas de sus seguidores. La religión sirve a objetivos políticos reaccionarios. «Respaldados por intereses del dinero, los medios cristianos derechistas de comunicación propagan el libre mercado, el corporativismo, el militarismo y el superpatriotismo».
La religión y la política se mezclan. El catolicismo romano y otras religiones de derecha dura propagan el extremismo ideológico ante audiencias masivas. Los sinvergüenzas de los medios de difusión dan bastante tiempo a las opiniones de centro-derecha, pero los teólogos liberales son excluídos. El fundamentalismo es triunfante.
«En la mente de los teócratas», dice Parenti, «la libertad religiosa significa el derecho a hacer retroceder la cultura secular e imponer un sistema de creencia monocromático sobre cada uno».
Parenti insta a contraatacar, diciendo: Tenemos que «hacer retroceder el agrandamiento teocrático reforzando nuestro derecho a mantener nuestras creencias e incredulidades abierta e impunemente».
«Sólo la fuerza secular y el activismo democrático organizado de nuestra parte responderán a la intolerancia sectaria y a la tiranía apoyada por el Estado de los teócratas reaccionarios».
Benedicto XVI representa lo peor de ellos. De su sucesor no hay sino que esperar más de lo mismo. Es la política existente desde hace mucho tiempo. Es el estilo del Vaticano.–
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