No son demasiadas las ocasiones en que unos ateos reciben mejor a un Papa que un grupo de cristianos.
Pero eso es precisamente lo que va a vivir el papa Francisco en su visita a Cuba, que hasta hace poco era un país oficialmente ateo, y a Estados Unidos, que imprime en cada billete el lema «In God We Trust» (Confiamos en Dios).
Mientras lo más prominente del conservadurismo de EE.UU. debate si Francisco es más peligroso por sus pronunciamientos contra el cambio climático o por sus críticas al capitalismo sin regulación, en Cuba se preparan para «un acontecimiento trascendental», como dijo el canciller cubano, Bruno Rodríguez.
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Este sistema ya no aguanta, no lo aguantan los campesinos, no lo aguantan los trabajadores»
Por supuesto que en EE.UU. lo van a recibir con todas las deferencias del caso. El presidente Barack Obama va a tener un gesto extraordinario en términos de protocolo diplomático: recibirlo al pie del avión en lugar de esperarlo en la Casa Blanca.
Y también, claro, hay en Cuba quien espera de él que no se limite a darse abrazos con Raúl Castro y le plantee el siempre delicado tema de las libertades y la represión a la oposición.
Pero, como nunca antes, el oficialismo en Cuba aparece alineado con el discurso del Papa y en EE.UU. las opiniones están, cuando menos, divididas.
Superestrella
A Cuba llegará Bergoglio el sábado como una superestrella, entre otras cosas, por el crédito que le da haber sido uno de los principales artífices del restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Washington y La Habana.
Como gesto de buena voluntad, el gobierno ya liberó más de 3.500 presos.
Al obispo auxiliar de La Habana, Juan de Dios Hernández, le gusta comparar al papa Francisco con el Muro de Berlín.
«Nunca hubiéramos imaginado que de repente un día allí habría un puente», dice Hernández. «El 17 de diciembre, el papa Francisco hizo lo mismo: se convirtió en el puente entre el presidente Obama y Raúl Castro».
Aquel día, Obama y Castro anunciaron el inicio del proceso que llevó al restablecimiento de relaciones diplomáticas, hecho en el que Bergoglio jugó un papel fundamental.
Derechos humanos
Pero por supuesto, en Cuba, está la otra cara de la moneda, los que esperan que el Papa se salga algo del guión para denunciar la situación de los derechos humanos y de las libertades políticas.
Según Hernández, el Papa hablará con total libertad y seguro que no evitará abordar asuntos complicados durante su encuentro privado con Castro.
Pero para el activista disidente Antonio Rodiles, que lo haga en privado no resultará suficiente.
«Esperamos que el Papa, desde la propia posición que debe tener la Iglesia y la propia doctrina social de la Iglesia, hable de las libertades y el respeto por la dignidad humana», le dijo Rodiles a BBC Mundo.
«Y creo que eso es fundamental que ocurra en esta visita», agregó.
El activista también se refirió a las palabras del cardenal Jaime Ortega, quien «decía que la Iglesia no está para cambiar gobiernos».
«Mi respuesta fue que eso es cierto, pero tampoco para apuntalar dictaduras», señaló Rodiles.
«Esperamos que esta visita no sirva para apuntalar esta dictadura, sino para que el régimen adquiera el compromiso del respeto a la dignidad humana, con la apertura y el aumento de las libertades de los cubanos».
El discurso más esperado
Tras dejar Cuba, el martes el Papa viajará a Estados Unidos, donde seguro recibirá las muestras de cariño de los devotos en las calles de Washington, Nueva York y Filadelfia.
Eso sí, en el país ese fervor no es unánime. Para William Galtson, analista del Brookings Institute, en EE.UU. el Papa se va a encontrar un ambiente político muy polarizado, con gran parte de la población de acuerdo con él y una porción equivalente en contra de sus ideas.
«Su desafío será llegar a la gente que no está de acuerdo con él», le dijo Galtson a BBC Mundo.
Cuando la avidez por el dinero tutela todo el sistema socioeconómico arruina la sociedad, condena al hombre»
El momento más delicado, lo vivirá probablemente cuando se dirija a los miembros del Congreso estadounidense, donde es mayoría la oposición de derechas.
Enfrascado en una precampaña electoral, en el Partido Republicano no ven con demasiados buenos ojos las posiciones del Papa, siempre crítico con lo que llama «el capitalismo salvaje».
En el Capitolio, hablará el mismo hombre que en su reciente viaje a Bolivia llamó a «un cambio real, un cambio de estructuras».
«Este sistema ya no aguanta, no lo aguantan los campesinos, no lo aguantan los trabajadores, no lo aguantan las comunidades, ni lo aguantan los pueblos. Y tampoco lo aguanta la Tierra, la hermana Madre Tierra», dijo Francisco.
Y esa idea, no son ni más ni menos que un ataque a la línea de flotación de las más profundas convicciones de gran parte de la sociedad estadounidense y de sus representantes, ante los que hablará en sede legislativa.
El Papa es previsible que elija bien las palabras a la hora de transmitir su mensaje en el Capitolio.
Porque como señala Galtson, como buen diplomático, tratará de ofrecer su mensaje «teniendo a la audiencia en cuenta».
«El Papa entiende que si ofreces un mensaje a quien puede no estar de acuerdo contigo, va a ser importante hacer un puente desde donde estás tú a donde están ellos», señaló.
La «Encíclica verde»
En el Capitolio, no son pocos los que recibieron con profundo desagrado su«Laudato si'», la llamada «Encíclica verde», el documento en el que el Papa no sólo llamó a combatir el deterioro del medioambiente sino que ligó el asunto de forma fundamental a las desigualdades sociales.
«Cuando la avidez por el dinero tutela todo el sistema socioeconómico arruina la sociedad, condena al hombre, lo convierte en esclavo, destruye la fraternidad interhumana, enfrenta pueblo contra pueblo y, como vemos, incluso pone en riesgo esta nuestra casa común», escribió el Papa.
Esas palabras le valieron una andanada de críticas de parte de comentaristas conservadores: quienes ya lo tachaban de «marxista» llegaron a calificarlo del «hombre más peligroso del mundo».
Uno de los republicanos que salió a criticar al Papa fue el candidato presidencial Jeb Bush, quien dijo que no considera de recibo que la política económica la marquen ni los obispos, ni los cardenales ni el Papa.
«Me parece que la religión debe ser más sobre hacernos mejores como personas y menos acerca de cuestiones políticas», dijo Bush, convertido al catolicismo.
Pero por supuesto, son las mismas palabras que se reciben con tanto entusiasmo en los círculos castristas.
Hasta tal punto, que por más que fuera en broma, Raúl Castro llegó a decir que volverá a rezar si Francisco sigue así. Claro, los conservadores de EE.UU. piensan exactamente lo contrario.
—http://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/09/150916_papa_francisco_visita_cuba_eeuu_az