Archivo de la categoría: frases y reflexiones

«La verdadera poesía» Omraam Mikhaël Aïvanhov.

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«¿Por qué dejar la poesía a aquéllos que la escriben? Ser poeta es, en primer lugar, crear la poesía en nuestra propia vida esforzándonos por introducir en ella la pureza, la luz, el amor, el gozo… Es esta poesía la que tenemos necesidad de sentir, de respirar en las criaturas, algo que armoniza, que vivifica…
La verdadera poesía es algo inseparable de la vida. Así pues, procurad estar cada día más vivos. ¡Es tan agradable encontrar a criaturas en las que se siente que todo está vivo, cálido, luminoso! Amamos al árbol porque da frutos, amamos la fuente porque el agua brota de ella cantando, amamos las flores por sus colores y sus perfumes… De la misma manera, amamos las criaturas que se abren para dar algo claro, luminoso, perfumado, melodioso… Aprended a cultivar en vosotros este estado de emanación, de resplandor. Acostumbraos a arrancar de vuestro corazón algunas partículas vivas para enviarlas a los demásy sabréis lo que es vivir en la poesía

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«Ejercitarse en vencer el miedo» Omraam Mikhaël Aïvanhov.

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«Es natural tener miedo. Pero este instinto tan necesario para la supervivencia de la especie humana, puede adoptar formas totalmente irracionales, tan irracionales que en vez de salvarles, ha ocasionado la pérdida de numerosos hombres y mujeres. Por ello, no hay que esperar a tener que afrontar grandes peligros para ejercitarse en vencer el miedo.
Cada día, tenéis ocasiones de encontraros bruscamente confrontados a hechos y situaciones que pueden inspiraros temor. Una persona, por ejemplo, amenaza con arrebataros algo que poseéis, con oponerse a uno de vuestros buenos proyectos… En lugar de atemorizaros y responder de forma agresiva, de salir dando un portazo, etc., callaos, permaneced tranquilos, porque si reaccionáis impulsivamente esto no hará más que agravar las cosas ¿Quién sabe si estas amenazas serán verdaderamente ejecutadas? Incluso aunque sean reales, lograréis enfrentaros mejor a ellas si sabéis mantener vuestra sangre fría. Tratad de recordar todas las ocasiones en las que, por miedo a lo que consideráis un peligro, reaccionasteis impulsivamente y después lo lamentasteis.»

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«La Divinidad” Omraam Mikhaël Aïvanhov.

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«¿Cuál es el único Dios verdadero? ¿Cuál, de entre todas las religiones, es superior a las demás? No os planteéis este tipo de preguntas y no esperéis tampoco que una religión os presente del exterior un Dios a adorar. A Dios debéis buscarlo en vosotros mismos. Mientras le busquéis en el exterior, en el cielo o en otra parte, siempre habrá una distancia, una separación entre Él y vosotros y no Le encontraréis.
Y lo que es más grave todavía, es que buscando a Dios en el exterior de vosotros, os separáis de vuestro verdadero Yo. Por eso no conseguís reencontraros y pasáis por toda clase de estados contradictorios: durante un momento os sentís en paz, el sentido de la vida se os aparece claramente y después de repente os sentís angustiados, turbados y todo se oscurece. Mientras el ser humanos no busque la Divinidad en sí mismo, mientras no trabaje para identificarse con Ella, titubeará, se sentirá acosado, vacilante.»

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«Sensibilidad” Omraam Mikhaël Aïvanhov.

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«De aquél que se siente herido, ofendido, con facilidad se dice que es sensible. No, la verdadera sensibilidad es una total apertura a la belleza y a la luz del mundo divino y un cierre a todas las fealdades y absurdidades del mundo humano. Así pues, lo que se llama generalmente sensibilidad, es decir la capacidad de sentir dolorosamente la indiferencia, el desprecio, las críticas y las ofensas, no es en realidad más que susceptibilidad, sensiblería. Entonces, ¿qué queda para estos pobres desgraciados, para quienes no existe ni el Cielo ni los ángeles ni los amigos ni la belleza, sino sólo la gente injusta, malvada y malintencionada?
No debemos confundir sensibilidad con sensiblería. La sensiblería es la manifestación enfermiza de un «yo» pobre, mezquino, estrecho y neurálgico. La sensibilidad, por el contrario, es un grado superior de la evolución que pone a un ser en relación con las regiones celestiales y le permite vibrar al unísono con toda la belleza del universo

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«Dejar fluir el agua» Omraam Mikhaël Aïvanhov.

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«¡Cuántas tierras se han convertido en desiertos a causa de la falta de agua! Pero también, ¡cuántos desiertos en los que se ha podido llevar el agua, han sido transformados en tierras fértiles! El agua es la vida que circula. Aquél que quiere convertirse en una tierra fértil debe siempre dejar fluir el agua de la vida en él, sin ocuparse de saber qué árboles crecerán, florecerán y darán frutos ni qué pájaros irán a cantar en esos árboles.
Alguien dirá: «Pero yo quiero saber de antemano cuál será el lugar de este árbol o de este pájaro y sobre qué rama irá a cantar.» Si espera conocer todos estos detalles antes de decidirse a dejar fluir el agua, los siglos pasarán y ninguna hierba crecerá, ningún pájaro cantará. Dejad pues fluir el agua, veréis entonces cómo cada cosa encontrará su sitio, cómo todo cantará, todo florecerá. Dejar fluir el agua significa no cesar nunca de amar. Pase lo que pase, nunca cerréis vuestro corazón, porque será entonces cuando dejaréis que el desierto se instale en vosotros. Los demás quizá no necesitan de vuestro amor, pero vosotros tenéis necesidad de amar

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«No sólo se aprende triunfando, sino también fracasando» Alejandro Jodorowsky.

Paco Bou – planosinfin.com

No sólo se aprende triunfando, sino también fracasando. Con bastante vergüenza confesaré algunos de mis incontables fracasos:

  Llega un muchacho a mi casa a pedirme que le enseñe la iluminación. El tema de la “Iluminación” (llegar al despertar total del espíritu) me ha apasionado durante años. Le muestro libros acerca del budismo zen, del sufismo, taoísmo, cristianismo esotérico, yoga tibetano, cábala, masonería, alquimia, etc.. Veo que el muchacho está desconcertado. Le pregunto qué le pasa. Me responde: “¡Es que yo deseo aprender a iluminar una obra de teatro y solamente quería que usted me enseñara a manejar bien los reflectores!”.

  Aprendo a hacer un “mudra” (posición sagrada de los dedos de las manos). Voy a una fiesta. Ahí hay un loco que, me dicen, es un erudito en budismo. Le hago el mudra, entrecruzando mis dedos, para provocar su admiración y lograr que me diga su significado. El loco, con una gran mueca de desprecio, exclama: “¡Diez dedos!”.

   Voy por una calle, cuando desde el interior de un automóvil estacionado, tres niños me gritan: “¡Adiós!”. Respondo al amable saludo y continúo mi camino pensando que los estudios de Yoga me han dado fantásticas vibraciones porque los niños, desde lejos, se sienten atraídos por mi bondad y me dan amor. Pero al volver la cabeza veo que estos niños juegan a saludar con adioses amables a cualquiera que pasa por ahí.

   Voy con mi amigo japonés, monje zen, a visitar a un maestro de meditación azteca. Estamos junto a él una hora escuchando sus cantos. Después de la sesión, el sacerdote se pone a fumar. Le digo a mi amigo: “¡Estoy decepcionado, este maestro fuma demasiado!” El monje me pregunta: “¿Y eso te decepciona?” “¡Sí: no es perfecto puesto que tiene un vicio!” El japonés me responde: “¿Qué te interesa más: buscar la perfección en el maestro o en ti mismo? ¡No estudias para que el maestro sea perfecto sino para lograr tú mismo la perfección! Dices que él tiene un defecto: quizás ese defecto sea más pequeño que los que tú tienes.”

  Estoy enseñando a mi hijo lo feo que es ser sucio. Una señora, junto a nosotros, le enseña a su hijo lo bello que es ser limpio.

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«Elevándoos» Omraam Mikhaël Aïvanhov.

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«A veces os sentís vulnerables, todo lo malo que se produce a vuestro alrededor os afecta, os altera: los acontecimientos, el comportamiento de otros seres hacia vosotros, etc. Para evitar que el mal os alcance, debéis escapar de él elevándoos hasta las regiones donde no pueda alcanzaros. Diréis, «¿Pero estas regiones existen?» Sí, existen en vosotros mismos, igual que existen en el universo; si no os habéis dado cuenta todavía, es porque todavía no habéis adquirido la costumbre de observaros.
Entonces, a partir de ahora, observaos: comprobaréis que acontecimientos que en ciertas circunstancias os entristecieron y desanimaron, cuando se reprodujeron en circunstancias diferentes, ya no os afectaron. ¿Por qué? ¿Acaso habéis perdido toda sensibilidad? No, pero en ese momento, por ciertas razones, fuisteis proyectados hasta un nivel de conciencia en el que ya no podían afectaros. Ésta es la prueba de que hay regiones en el hombre donde el mal no puede influenciarle.»

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«La línea curva» Omraam Mikhaël Aïvanhov.

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«La línea recta es el camino más corto entre dos puntos. Esto es bien conocido. Pero, ¿es aconsejable ir siempre por la línea recta? Si queréis atravesar una ciudad, por ejemplo, difícilmente lo podréis hacer en línea recta sin chocar con los edificios, los coches o peatones; del mismo modo, en este inmenso territorio que es la vida en donde se apretujan multitud de criaturas, raramente conseguiréis alcanzar directamente un fin sin chocar con intereses contrarios a los vuestros.
Por ello a veces es preferible elegir la línea curva, es decir, no presentarse ante los demás diciendo enseguida: «Soy yo. Me presento. Tengo proyectos, dejadme realizarlos.» Tomad más bien caminos desviados que os lleven por lugares en los que no vayáis a encontrar obstáculos. Y como no todas las ocasiones son igualmente favorables, es mejor que esperéis también el mejor momento para pasar. Esto significa que, para realizar todos esos buenos proyectos, es mejor evitar imponerse enseguida, sino dar pruebas de psicología, de paciencia, de flexibilidad. Esto es seguir la línea curva.»

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