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«La línea recta es el camino más corto entre dos puntos. Esto es bien conocido. Pero, ¿es aconsejable ir siempre por la línea recta? Si queréis atravesar una ciudad, por ejemplo, difícilmente lo podréis hacer en línea recta sin chocar con los edificios, los coches o peatones; del mismo modo, en este inmenso territorio que es la vida en donde se apretujan multitud de criaturas, raramente conseguiréis alcanzar directamente un fin sin chocar con intereses contrarios a los vuestros.
Por ello a veces es preferible elegir la línea curva, es decir, no presentarse ante los demás diciendo enseguida: «Soy yo. Me presento. Tengo proyectos, dejadme realizarlos.» Tomad más bien caminos desviados que os lleven por lugares en los que no vayáis a encontrar obstáculos. Y como no todas las ocasiones son igualmente favorables, es mejor que esperéis también el mejor momento para pasar. Esto significa que, para realizar todos esos buenos proyectos, es mejor evitar imponerse enseguida, sino dar pruebas de psicología, de paciencia, de flexibilidad. Esto es seguir la línea curva.»
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