Las desconocidas “Pinturas o Letreros de Moros”.
Muchas veces hablamos injustamente de “Nuevos Hallazgos” o “Nuevos descubrimientos” cuando encontramos o descubrimos nuevos enclaves Arqueológicos o Patrimoniales; estos lugares pese a que parezcan nuevos a ojos de la mayoría de la población, ya son conocidos anteriormente por los habitantes de la zona, los cuales han ido transmitiendo generación tras generación la ubicación de un lugar que para ellos no encajaba con la normalidad cotidiana y que siempre tildaban con algún nombre o etimología distinto que hacian ver que eran especiales; ya fuera por su antigüedad (de moros, Romanos, Castillejo….) o por su carácter mágico (del diablo, de las brujas, la cueva, el duende, de los muertos…). Esta sabiduría popular nos ha hecho llegar hasta nuestros días la ubicación de estos lugares “desconocidos” para nosotros, pero que ellos han sido siempre sabedores de su existencia; este “boca a boca”, “boca-oído” o como lo queráis interpretar, ha sido fundamental para el “redescubrimiento” de estos enclaves, no para su “descubrimiento” como se dice erróneamente.
Cascada del Charco Negro (Sta. Cruz de la Zarza), donde según la tradición local se podía acceder al infierno
El siguiente articulo del la Tribuna de Toledo sobre mi buen amigo Antonio Martín Asperilla y sobre alguno de los lugares que he tenido la oportunidad de visitar con él y con Alfredo Paniagua y que además aparecen en su libro La MESA De OCAÑA Guía Mágica, han sido enclaves a los que sin preguntar a la gente mayor de la zona o de la localidad de turno, habría sido imposible localizar, sea pues este Post y este articulo un homenaje a esta gente Mayor, conservadores del Patrimonio Oculto, verdaderos guardianes de Lugares, Leyendas e Historias que bien merecen ser redescubiertas y recopiladas.
Este hallazgo ha motivado que técnicos de Patrimonio de la Junta hayan visitado la cueva para proceder a su catalogación y su posterior protección, como elemento a tener en cuenta dentro del patrimonio de la localidad, no en vano se trata de un espacio un tanto singular y respecto al cual se desconoce para qué fue creado. Fuentes de Patrimonio explican que la cueva cuenta con una serie de columnas de corte neoclásico y que podrían datarse en el siglo XVIII. Sin embargo, en otra zona, haciendo una especie de círculo, se aprecian otras columnas cuya disposición indica que la cueva no se construyó como la mayoría de las que hay en muchos pueblos de la provincia, esto es, como almacén.
«Todos son indicios. Parece un lugar de reunión y esta parte podría corresponder a cualquier época, pero no se sabe», indicaron estas fuentes, que avanzaron que el trabajo del servicio de Patrimonio del Gobierno regional se va a limitar a catalogar el inmueble para protegerlo, sin que exista un proyecto a corto plazo para un estudio más intenso. Eso sí, se deja abierta la puerta para que algún interesado pueda consultar el expediente y realizar una investigación más profunda.
En su libro, Martín, dice al respecto de la cueva de Yedra que «probablemente sea ésta la más desconocida y extraña construcción bajo tierra que haya en estos lares junto con la sinagoga de La Guardia, dado que nadie sabe lo que es ni para qué servía, y tampoco se conoce su fecha de construcción».
Se ubica en la Plaza de la Libertad, en un recinto privado, y «al parecer, pertenece a un conjunto de galerías que recorren el subsuelo del municipio. Es todo un misterio. Pudo ser utilizada para cualquier cosa, a lo mejor puede que fuese el punto de encuentro de alguna secta o logia, que tendría en este sitio el lugar de sus reuniones y ritos», indica el autor del libro.
El terapeuta invita al lector a dejar volar la imaginación refiriéndose al arquitecto Juan de Herrera, «heterodoxo reconocido y miembro de la logia de la Trasmiera cántabra» de quien se dice que pasó por Villarrubia. «Este personaje era muy amigo de este tipo de construcciones basadas en la matemática mágica. No estoy diciendo que esta cueva sea obra de Herrera, pero véase que construyó algunas en estas tierras».
«Quisiera recordar, y no me canso de hacerlo, que varios miembros de la Congregación de la Nueva Restauración eran de Villarrubia, toda una sociedad en sí misma. ¿Por qué no tendrían en este lugar algún punto de encuentro u otra sociedad parecida?», se pregunta el joven terapeuta, que agrega que «existe poca o nula documentación de los pasos de Herrera u otras personalidades heterodoxas por las tierras de la Mesa de Ocaña, pero una persona que pertenece a una sociedad secreta o círculo parecido, lo último que quiere es que se sepa dónde está y dónde tiene lugar la reunión de dichas sociedades, y, por lo tanto, poca documentación habrá al respecto, claro está».