Un anfiverso devolviendo al niño alquimista su brújula dormida (detalle)
La pintura se puede convertir en un modo de descubrimiento de uno mismo, un autoconocimiento y una terapia a la vez.
La pintura se ha mostrado ante mí como una potente herramienta de autoconocimiento, pues la tabla sobre la que pinto se transforma en un espejo que refleja mi imagen invisible.
Para mí, tanto como pintor como espectador, lo más importante de un cuadro es lo que no se ve, es decir, la atmósfera, el aire que llena el lugar pintado, toda la vida, el alma y las emociones de los elementos que aparecen. ¿Cómo pintar ese alma? ¿Cómo hacer para que lo que se pinta tenga vida?
Al pintar desde el vértigo al vacío, desde la ignorancia de qué va a pasar en la tabla, simplemente dejando que la tabla hable, permitiéndola que se exprese, confiando en la tabla, entonces una vez superado el vértigo de enfrentarse al vacío surge la magia y una imagen brota espontáneamente, emergiendo directamente de un lugar profundo de mí mismo.
Ésa es la imagen con la que trabajo, la imagen que muestra quién soy aquí y ahora: puede surgir una figura sin pies, un pájaro enorme, una persona sin boca, un niño-rey… sea lo que sea eso soy yo en ese momento y no puedo esconderlo, eliminarlo o enterrarlo bajo otra capa de pintura porque siempre resurge: pintando desde el vacío es imposible mentir.
Parto de una imagen concreta, pero a lo largo de todo el proceso (que suele durar varios meses) el cuadro se va transformando y yo simplemente le obedezco, él sólo me pide intuitivamente que yo materialice con pintura la imagen que él quiere ser.
A lo largo de este proceso hay vacío, miedo, estancamiento, crisis, transformación, descubrimiento, luz, alegría, éxito… Y después de meses de trabajo llega un día en el que el vacío informe desde el que partí se ha desnudado mostrando una imagen precisa y profunda de mí mismo, una imagen viva, que existe en una atmósfera real y tiene un alma invisible que puede verse, que grita en silencio y que ninguna técnica pictórica puede conseguir.
Por ello gracias a la pintura puedo conocerme más, saber cosas de mí que de otro modo permanecerían ocultas e ignoradas, haciendo consciente lo inconsciente y aprovechando ese nuevo conocimiento para ser más yo.