El origen histórico del tarot está rodeado de misterio y conjeturas. Algunos creen que procede de los libros sagrados del antiguo Egipto, otros que se originó en la India o en China y que los gitanos lo introdujeron en Europa, Hay quien piensa que fue inventado por un grupo de cabalistas de la Edad Media. En sus símbolos se han detectado influencias tan variadas como ritos griegos, el gnosticismo, el neoplatonismo, el hermetismo, los cataros, las antiguas filosofías árabes e indias y la cabala judía. Se ha dicho que el tarot atesora los secretos del universo y encierra la llave de la verdadera naturaleza de los seres humanos.
El Tarot
su historia… Tarot: Orígenes – Sistemas de lectura – Interpretación.
Por Kathleen McCormack.
• Las primeras cartas
La descripción más antigua que conocemos del tarot se remonta a 1392, cuando el rey Carlos vi de Francia adquirió tres barajas. Las cartas, encargadas a un -posiblemente Jacques Gringonneur, astrólogo y cabalista-, eran magníficas, tal como correspondía a un destinatario de la realeza. Durante mucho tiempo se pensó que también formaban parte de esa baraja otras diecisiete cartas sobre papel vitela, con bordes de oro y pintadas en plata, lapislázuli y un pigmento rojo llamado «polvo de momia», aunque actualmente se sabe que son italianas o de una manufactura posterior.
Muy probablemente el tarot fue anterior a los naipes, aunque están relacionados entre sí. Se conservan muestras de barajas del siglo xv destinadas al juego y a la educación, como por ejemplo una baraja que describe el orden del universo. Pero hay pruebas de que los naipes se extendieron por Europa mucho antes. Las apuestas con cartas fueron prohibidas en la Alemania actual hacia 1378, aunque en 1379 fueron de los actos más relevantes de un celebrado en Bruselas y, en el mismo año, los libros de contabilidad del Duque de Brabante (actualmente Bélgica) registraron una suma pagada por una baraja. En 1380, el Código de Nuremberg aprobó las partidas y, tres años más tarde, fueron autorizadas en Florencia. Sin embargo, en 1397 los parisinos aún tenían prohibido jugar a las cartas durante los días laborables.
La imaginería del tarot y de otras cartas se ha asociado con las ceremonias festivas medievales en Italia. Esos espectáculos, llamados «Triunfos», eran organizados por las nobles y solían describir historias dramáticas con un fondo moral, posiblemente relacionado con antiguos autos sacramentales. Celebrados en honor de un matrimonio dinástico, visita de un representante de la iglesia, o la festividad de un santo, dichos espectáculos se convirtieron en complicadas y costosas obras de que exigían la invención de mecanismos por parte de ingenieros, y los de artistas famosos, como Leonardo da Vinci. En el siglo xiv, surgió un juego de cartas llamado Triunfos, que bien podría haberse originado a partir de las cartas creadas con ocasión de esos espectáculos, encargadas por el patrón u obsequiadas por un artista agradecido.
El tarot se ha asociado a las ceremonias festivos italianas de la Edad Media, los «Triunfos». Puede que las primeras cartas fueran un regalo de los artistas que trabajaban en dichos espectáculos a sus patrones. Los Triunfos podrían ser el origen del término «triunfos», que designa las cartas mayores. Inferior e izquierda: La Sacerdotisa y el Mago de una baraja italiana de la familia Visconti, de Milán. Sus be/ios están pintadas sobre papel vitela y bordeadas en oro.
• La quema del tarot
A finales de la Edad Media, la Iglesia, que se oponía al juego y a su especial énfasis en la suerte, y consideraba las cartas como un medio para unir a la gente con el pecado, procedió a la quema de muchas barajas de tarot. El primer ataque conocido fue redactado en 1377 por un monje suizo. Al parecer, el objeto de sus críticas no fue una baraja de 78 cartas, ni tan sólo las 22 cartas principales del tarot, sino un juego de 56, posible precursor de la baraja moderna. En 1450, un fraile franciscano del norte de Italia denunció las imágenes paganas que aparecían en las cartas. Su ataque retomaba la cruzada iniciada por san Bernardino de Siena contra la práctica del juego, generalizada en Italia. En 1423, Bernardino fue el responsable de la destrucción de una serie de barajas diseñadas para importantes familias italianas. La baraja Visconti, creada por Filipo Visconti, duque de Milán, se salvó milagrosamente de las llamas, y es una de las barajas más famosas que han llegado hasta nuestros días.
• Cartas grabadas
A pesar de la oposición religiosa, las cartas continuaron su expansión, como juego o para predecir el futuro. En Europa, el florecimiento del grabado en plancha de madera permitió que la fabricación de cartas se convirtiera en industria. Los pintores y fabricantes fueron inscritos en Nuremberg. Los clientes acomodados siguieron encargando barajas individualizadas a los artistas más importantes. A finales del siglo xv, el y grabador Alberto Durero, después de ver una baraja de 98 cartas en Florencia, llamada Minchiate, regresó a Alemania y diseñó su propia versión.
En 1463, el pragmático rey inglés Eduardo IV aprobó una ley en la que no se prohibía el juego, sino la importación de cartas extranjeras. La fabricación de cartas había logrado un éxito comercial tan importante que los fabricantes ingleses se sentían presionados y existía el grave riesgo de desequilibrar la balanza comercial.
• Barajas individualizadas
A causa de las barajas encontradas en Italia, mucha gente sitúa los orígenes del tarot en ese país. Hay quien asegura que la baraja realizada en 1412 por el bolones Francés Fibbia, príncipe de Pisa en el exilio, es precursora del juego de 78 cartas que ha llegado hasta nuestros días, aunque no contenía cartas inferiores al seis. Conocida como el Tarocchino y posiblemente utilizada para jugar a un juego inventado por el mismo príncipe, fue muy elogiada en su época. Combinaba las cartas menores con una antigua baraja de figuras probablemente utilizada para predecir el futuro. Incluso hoy en día, algunos adivinadores retiran de la baraja las cartas inferiores al seis. Hay quien piensa que el príncipe inventó los símbolos del tarot o que los adaptó de un modelo antiguo. Sus 22 cartas mayores parecen simbolizar el combate espiritual y moral que entabla el ser humano a lo largo de toda su vida. Su secuencia finaliza con el Juicio.
El artista Marziona de Tartona copió la baraja de Boloña en 1415 y añadió las cartas inferiores al seis, sumando un total de 78. Otra baraja italiana de esa época, la Florentina (o Minchiate) que inspiró a Durero, constaba de 78 cartas de tarot, pero añadía los 12 signos astrológicos, los cuatro elementos -tierra, aire, fuego y agua- y cuatro de las siete virtudes -fe, esperanza, caridad y prudencia-.
A lo largo de los siglos, historiadores y ocultistas han estudiado el tarot y han creado sus propias barajas: Wirth, Grand Etteilla, Thoth y Rider. Algunas son variaciones de antiguas barajas. Sus nombres y símbolos se corresponden a las interpretaciones de cada diseñador. Sin embargo, los símbolos de la baraja de Marsella -generalmente aceptada hoy en día como estándar y descrita a lo largo de este libro- se basan en fuentes medievales estudiadas por el historiador francés Antoine Court de Gébelin en 1773 y apenas alteradas respecto a los grabados en plancha originales.
Plancha para grabar 12 cartas de una baraja Minchiate del siglo xv/. La baraja incluye los signos del zodíaco, los cuatro elementos y las cuatro virtudes cardinales, así como las imágenes de tarot más habituales.
El Diez de oros y el As de espadas de una baraja italiana diseñada fiara la familia Visconti en el siglo xv. Se troto de algunas de las cartas de tarot más famosas del mundo.
• Los arcanos menores
Las 56 cartas menores, o arcanos menores, se dividen en cuatro palos, con una serie de cartas numeradas del as al diez y cuatro figuras. Son la Reina, el Rey, el Caballo, y una persona , que en principio podía ser de ambos sexos, llamada Sota. Inicialmente, el término «sota» significaba infante, por lo que se cree que las figuras representaban a una familia medieval acomodada o a una pareja real con un simbólico defensor y un criado.
Los cuatro palos -espadas, oros, bastos y copas- estaban tradi-cionalmente asociados a los antiguos símbolos astrológicos del león, el toro, el águila y el ángel (o el hombre), que en la versión del Viejo Testamento del profeta Ezequiel se convirtieron en los cuatro animales del Apocalipsis. Los artistas medievales los equipararon a los cuatro elementos -fuego, tierra, aire y agua- y a las cuatro estaciones -verano, primavera, otoño e invierno-. Éstos, a su vez, se asociaron a las letras hebreas IHVH o Jehová ( la energía consciente de la que se crea el universo). También se creía que los cuatro palos procedían de los cuatro objetos sagrados de las leyendas del santo Grial: la espada, el plato, la lanza y la copa. Otros creen que se derivan de las cuatro clases sociales: las copas como símbolo de la iglesia, los oros de los que ganan dinero, las espadas de los guerreros y los bastos de los campesinos. Asimismo, las copas podrían representar a la aristocracia, los bastos a los terratenientes, los oros a los comerciantes, y las espadas a los guerreros.
En el siglo xv, un caballero francés, Etienne de Vignoles, adaptó los arcanos menores para crear un juego de piquet. La baraja moderna, derivada de la anterior, contiene corazones en vez de copas, lo que confiere connotaciones de amor y felicidad; diamantes en vez de oros, término derivado de la baldosa en forma de diamante del pavimento de la Bolsa de París, por la asociación del palo con el dinero; tréboles en vez de bastos (surgen de la planta del mismo nombre e implican fertilidad y trabajo creativo); y picas en vez de espadas, palabra derivada de un tipo de espada larga o del asta de una espada, y que implica fuerza, conflicto y lucha espiritual.
• Orígenes asiáticos
El rico simbolismo de las cartas ha ejercido una fascinación que apunta a misterios poderosos, ocultos y posiblemente impenetrables. Las 56 cartas menores nos son relativamente familiares: cuatro palos equivalentes a los corazones, diamantes, tréboles y picas modernos. Sin embargo, son las 22 cartas mayores, o arcanos mayores, las que levantan más especulaciones. Y puesto que nadie conoce a ciencia cierta los orígenes del tarot, abundan las teorías.
Un italiano del siglo xv, Covelluzo, afirmaba que las cartas habían llegado a Italia procedentes de Arabia, de manos de los mercaderes árabes. En la Edad Media, los puertos italianos y venecianos eran bulliciosos centros de comercio. Viajeros como Marco Polo, que había visitado la China, la India y otras partes de Asia en el siglo xin y principios del xiv, abrieron la percepción a nuevos mundos. Los comerciantes de ultramar importaron la filosofía oriental junto a sus exóticas mercancías. Se supone que introdujeron los naipes circulares chinos, posteriormente adaptados en Venecia como arcanos menores. Algunos estudiosos modernos creen que cuatro antiguas cartas conservadas en la Biblioteca Nacional de París son de origen veneciano, y que sirvieron como modelo del resto de barajas de tarot.
Algunos historiadores han detectado vínculos entre los arcanos mayores y las doctrinas metafísicas de la India, especialmente el budismo, religión fundada más de 500 años antes de Cristo por Siddhartha Gautama (Buda, o «el iluminado»). Se cree que el Carro representa al Gigante al Carro Triunfal; la Rueda de la Fortuna, a la Rueda del Renacimiento; y el Diablo a Yama, dios de la muerte. Los arcanos mayores podrían describir la vida de Buda y las experiencias previas a su iluminación. Ciertamente, el tarot plantea conceptos similares, expresados según la tradición occidental.
Algunos estudiosos han asociado el simbolismo de los arcanos mayores con el budismo. El Diablo representa al dios de la muerte, el Carro al carro triunfal, y la Rueda de la Fortuna a la rueda del renacimiento. Estas cartas pertenecen a la baraja suiza IJJ.
• Códigos para los iniciados
La idea del tarot como un sistema codificado para preservar el saber ha llevado a algunas personas a asociarlo con la gran biblioteca de Alejandría en Egipto, fundada en el siglo iv a.C. Afirman que cuando la biblioteca fue destruida al cabo de 700 años, la ciudad de Fez en Marruecos se convirtió en el centro intelectual de la Antigüedad. Los estudiosos procedían de tantos países distintos que fue preciso establecer una sistema de comunicación fácilmente comprensible. Se inventó un libro de símbolos místicos, y la clave para descifrarlos se transmitía oralmente. Posteriormente, para asegurarse de que estos conocimientos no se perdieran pero que sólo resultaran accesibles a los iniciados, los símbolos fueron reproducidos en los juegos de cartas, que también utilizaban los que seguían ignorando su mensaje.
• Los caballeros templarios
Otra teoría, con más aceptación, sostiene que las cartas fueron inventadas por los caballeros templarios, una orden ascética y militar creada por los cruzados hacia 1118, bajo el liderazgo de Mugues de Payns. Su misión era proteger a los peregrinos y vigilar la ruta hacia la tierra prometida. Con el tiempo, la orden alcanzó tanta riqueza y tanto poder, que el príncipe francés Felipe iv llegó a considerarla una amenaza. En 1307, confiscó sus propiedades y acusó a los caballeros de herejía basándose en lo que hoy consideramos falso testimonio. Los templarios fueron acusados de adorar al dios Bafomet, y de tener estatuas en sus centros de reunión que, según la Iglesia, representaban al diablo. Las figuras eran representaciones de Mitra, un dios persa cuyo culto se extendió en la antigua Roma y se popularizó durante el Imperio Romano a causa de su promesa de redención humana y vida eterna. Mitra se asociaba al Sol y a la astrología, y su rito incluía ceremonias de iniciación secreta en templos subterráneos. Muchos caballeros templarios, incluido su Gran Maestre, fueron torturados para que confesaran -posteriormente su dirigente lo negó en público- y murieron en la hoguera.
Los templarios fueron oficialmente disueltos en 1312, aunque sobrevivieron algunos grupos. La mística que había envuelto a la orden durante más de 200 años ha seguido levantando polémica a lo largo de los siglos. Incluso en nuestros días, hay individuos y organizaciones que reclaman ser herederos de los secretos y ritos de los templarios. Los caballeros se entregaban a prácticas misteriosas; las tallas simbólicas de sus lugares de reunión sugieren que podrían haber practicado la alquimia, la geometría mística, la numerología y la astrología (en aquella época, idéntica a la astronomía). A causa de su función militar en el Oriente Próximo, estaban expuestos a ideas poco corrientes derivadas de la cultura islámica y judía. Asimismo, estaban influenciados por los reclutas cataros, quienes adoptaron las ideas del gnosticismo -un sistema que combinaba la mitología, la filosofía de la antigua Grecia, las religiones de la antigüedad y la cristiandad- y consideraban que la materia era una encarnación de la maldad y daban importancia a la unión personal con lo divino. No sabemos si los templarios adoraban a sus ídolos o simplemente adornaban sus centros de reunión con emblemas que consideraban adecuados a una orden militar. Sin embargo, los símbolos asociados a esta orden se reproducen en muchas barajas de tarot. La imagen del Diablo que aparece en las barajas del siglo xvm -posiblemente inspirada por el renovado interés de aquella época hacia la orden- posee cierta similitud con las estatuas de Mitra asociadas a los templarios.
Los órdenes de cruzados como los templarios (derecha) eran conocidas por sus rituales secretos. Muchas barajas reflejan su simbología.
• «Conócete a ti mismo»
Muchos de los mitos que rodean al tarot aparecen en el Renacimiento, época en que un nuevo espíritu de aprendizaje se extendió por Europa. A partir del siglo xiv, los eruditos fueron interesándose más por las obras de los autores griegos y latinos, y empezaron a redescubrir las ideas clásicas. El desarrollo de la imprenta puso los textos clásicos, religiosos, científicos y filosóficos, junto con otras informaciones y opiniones, al alcance de un público más amplio y diseminó ideas que pusieron en tela de juicio la ortodoxia dominante. Para algunas mentes más inquisitivas del Renacimiento, los dioses griegos, con sus esferas de influencia, sus atributos humanos y a la vez divinos, y el lado a menudo oscuro de su naturaleza, constituían una representación simbólica más apropiada a la complejidad del universo y a las leyes de la creación que los preceptos religiosos de la época. En el templo de Apolo en Delfos estaba esculpida la leyenda «Conócete a ti mismo», un concepto ajeno a una Iglesia que creía en
la estricta obediencia a sus enseñanzas y para quien el estudio más relevante de la humanidad no era el ser humano. Los eruditos del Renacimiento se inspiraron en los filósofos platónicos y herméticos, que subrayaban la importancia del desarrollo personal. Los artistas y escultores de la época empezaron a representar a los dioses clásicos junto a las figuras religiosas convencionales.
Esta pintura muestra a un grupo de jóvenes jugando a las cartas con una baraja de tarot. A pesar de siglos de oposición por parte de la Iglesia, los juegos de cartas fueron un pasatiempo popular. Pueden advertirse claramente los bastos y los oros. Los cuatro palos de los arcanos menores son los precursores de los palos de la baraja internacional moderna. Los bastos se convirtieron en tréboles, los oros en diamantes, las copas en corazones y las espadas en picas
• El tarot en los monasterios
Sin embargo, y a pesar de la oposición de la Iglesia fueron posiblemente los monasterios los que más contribuyeron a preservar el tarot. Los monjes medievales impulsaron un sistema de aprendizaje conocido como mnemotécnica, que utilizaba una serie de imágenes pictóricas como ayuda a la . (Las estaciones del Via Crucis de las iglesias católicas sobre los episodios que concluyeron con la muerte de Jesús pueden considerarse una continuación moderna de este sistema.) de los sistemas mnemotécnicos medievales fue la baraja de Baldini, anteriormente imputada al artista y grabador italiano Andrea Mantegna y hoy en día atribuida a un período ligeramente anterior. Al parecer, la baraja, que contiene 50 imágenes paganas, fue utilizada por el y sus cardenales para mitigar el aburrimiento durante los siete meses de un congreso eclesiástico en 1459. En las bibliotecas de los monasterios, se conservaban antiguos grimoires (libros de hechizos mágicos) asociados a la alquimia y la astrología, libros sagrados de sectas perseguidas, como los gnósticos y los albigenses, que mostraban a los dioses clásicos en varias posturas, los monjes los estudiaban como las múltiples manifestaciones de Satán.
• Memoria, meditación y magia
Hay quien cree que las cartas del tarot son símbolos codificados de los libros de aprendizaje de los gnósticos o los albigenses. También se ha sugerido que el sistema mnemotécnico, que surgió en la antigua Grecia (el término procede de la palabra griega que significa «ser consciente»), implicaba meditar ante una serie de imágenes con un significado superior, símbolos de la ley divina del universo. El objetivo de la meditación era alcanzar un nivel de conciencia espiritual donde el alma se enriquecía gracias al poder de lo divino. Los monjes no eran los únicos que utilizaban el sistema mnemotécnico. A causa del interés del Renacimiento por la Antigüedad, talismanes, emblemas mágicos e imágenes clásicas se asociaron a los sistemas memorísticos y es posible que los arcanos mayores procedan de uno de ellos.
El hecho de que existan 22 arcanos mayores ha llevado a pensar que el tarot tiene un origen cabalístico. En la numerología cabalística, el número 22 es el de «todas las cosas»: el universo entero. La cabala es una recopilación de tradiciones y conocimientos místicos judíos acerca de la naturaleza del universo. Sus orígenes son oscuros, aunque algunos de sus aspectos podrían proceder del antiguo Egipto. Durante los siglos xn y xm se extendió por España y Francia, y fue adoptada por los humanistas cristianos del Renacimiento. Esotérica y de difícil comprensión, la cabala comparte una serie de ideas con el gnosticismo, aunque tradicionalmente se la ha vinculado a la magia. Para los primeros cabalistas, era una asociación peligrosa, aunque posteriormente los ocultistas explotaron esta vertiente, añadiendo sus propias interpretaciones a los escritos originales.
La cabalística asocia el número 22 a las 22 letras del alfabeto hebreo y a las 22 ramas del Árbol
de la Vida, que conectan todos los aspectos de lo divino subyacentes en el universo y en los seres humanos. El Árbol representa que el universo emana de Dios y describe el descenso de lo divino hacia lo humano y la senda para ascender y unirse a lo divino. El número de cartas y el simbolismo de los arcanos mayores, así como la forma en que se tiran las cartas podría reflejar esa visión de la creación del universo.
Los místenosos emblemas y símbolos de las brujas y hechiceras han sido comparados con los del tarot, una asociación explotada a menudo por los ocultistas.
• La sabiduría del antiguo Egipto
La consideración del tarot como un compendio de la sabiduría mística de la Antigüedad fue adoptada con particular entusiasmo por la Francia del siglo xvin. Durante el Siglo de las, anterior a la Revolución Francesa, florecieron de los ideales humanistas y se cuestionó de nuevo el dogma. Se fundaron sociedades secretas o semisecretas que tomaron a los templarios como ejemplo de las ideas anticlericales que se respiraban. Los masones de aquella época reivindicaron la herencia de los rituales de los templarios y de sus crípticos secretos.
En 1773, el erudito y masón francés, Antoine Court de Gébelin, escribió una serie de libros titulados Le Monde Primitif, en los que se analizan las costumbres, la ciencia y la religión del mundo antiguo, comparándolas con las de la civilización de su época. En el volumen 8, el autor examina el tarot y proclama su origen egipcio. Afirma que el tarot es un vestigio del libro sagrado del dios egipcio Tot, patrón de los escribas y los magos, cuya función, entre otras, era pesar el corazón humano durante el juicio que tenía lugar después de la muerte. Los griegos y romanos asociaban a Tot con su dios mensajero, Mermes o Mercurio. Lo consideraban el fundador de la alquimia, en la que el mercurio -elemento que lleva el mismo nombre que el dios- era el elemento más poderoso. Los neoplatónicos
dieron a Tot el título de Mermes Trismegistus (Mermes tres veces grande) y, en su honor, denominaron a la alquimia el «arte hermético». Cuenta la leyenda que Mermes Trismegistus dictó 42 libros herméticos, iniciando así la filosofía del antiguo Egipto. Según la opinión de Gébelin, los fragmentos que sobrevivieron en forma de tarot habrían sido conservados por los gitanos después de su éxodo de Egipto.
Al tropezar por primera vez con el tarot, Gébelin es consciente de su antigüedad y afirma, que a pesar de que las cartas se habían usado durante siglos en Bélgica, Italia, Alemania y España para jugar y predecir el futuro, eran poco conocidas en Francia, a excepción del sur del país y el puerto de Marsella. Inicialmente, se pensó que los gitanos, que llegaron a Francia en el siglo xv, procedían de Egipto (el término «gitano» deriva de «egiptano»), aunque son de origen indio y emigraron a Europa vía Persia.
Las ideas de Gébelin fueron adoptadas entusiásticamente por un barbero parisino llamado Alliette, que se hizo famoso como adivino bajo el seudónimo de Etteilla (su nombre escrito al revés). Su libro sobre el tarot, publicado en 1775, y una baraja de su propia creación, son más notables por su sentido de la teatralidad y su olfato por los negocios que por la autenticidad de su investigación. Subrayó el aspecto adivinatorio de las cartas y su relación con la astrologia y la cabala, pero sus modificaciones e interpretaciones fueron rechazadas por los historiadores y nunca fueron tenidas en cuenta. No obstante, Etteilla no fue el adivino francés que acudió a la imprenta. Una de sus sucesoras más famosas fue Marie Le Normand, que aseguró su reputación al predecir la boda de Napoleón con Josefina. Desarrolló sus propios métodos y hoy en día aún se puede consultar su libro sobre cartomancia y su baraja de anas, basadas libremente en el tarot.
Hacia finales del siglo xvm, la teoría de Gébelín cobró ímpetu gracias al interés que suscitó la expedición de Napoleón a Egipto. La legada a Francia de lápidas, estatuas, papiros y otros objetos antiguos con misteriosos jeroglíficos, provocó una fascinación por todo lo egipcio. Sin embargo, para muchos, la fascinación se convirtió en decepción cuando la piedra Rosetta, descubierta en 1799 y que proporcionó la clave de la antigua escritura egipcia, no reveló conexión alguna con el tarot.
Los eruditos de principios del siglo xix, como Jean Duchesne (en un texto de 1844) y William Chatto (en otro de 1848), rechazaron h teoría de los orígenes egipcios del tarot por demasiado «Tverosímil y declararon su procedencia europea. Samuel Singer, en un texto de 1816, secundó la teoría de Covelluzo (siglo xv), según el cual las cartas se habían originado en Arabia.
Los objetos egipcios que Napoleón trajo a Europa en el siglo xvín excitaron la maginación popular, por lo que se extendió la creencia de que el tarot se había originado en el antiguo Egipto.
• La conexión gitana
Sin embargo, la asociación del tarot con los gitanos no se descartó tan fácilmente. Los eruditos franceses Boiteau d’Ambley, con un tratado sobre los de cartas en 1844, y J.A. Vaillant, que realizó un ensayo de 1857 sobre los gitanos (o remanís, tal como se los conoce por su nombre nativo, rom), afirmaron que el tarot era de origen gitano. D’Ambley escribió que la ligera influencia oriental que había detectado en las cartas procedía de la época en que los gitanos emigraron de la India a Persia, antes de llegar a Europa. Vaillant, que había vivido entre los gitanos, basaba su opinión en un experto conocimiento de su lengua (el romaní), cultura e historia.
Esta teoría fue rechazada por su colega francés Romain Merlin en un escrito de 1869, basándose en que el tarot era conocido en Europa mucho antes de la llegada de los remanís a Lüneburg (Alemania) en 1417. Sin embargo, hay pruebas de que los gitanos ya vagaban por Europa mucho antes. Al igual que Gébelin, el escritor Paul Huson, una de las autoridades modernas más relevantes sobre los orígenes del tarot, cita la presencia de la etnia gitana en el sur de Francia, y retoma las conjeturas sobre los vínculos entre Egipto y los gitanos. Observa que el santuario de santa Sara, patrona de los gitanos, en Les Saintes Maries de la Mer, en la región de la Camarga del sur de Francia, está situado en el legendario lugar de un antiguo altar dedicado a Mitra. El panteón de Mitra había sido asimilado al dios egipcio de la muerte, rebautizado como Sarapis.
Según otro escritor moderno, Wenzell Brown, los gitanos siempre han afirmado poseer un libro secreto muy antiguo, que sería la verdadera guía de la predicción mediante las cartas. Sin embargo, nunca se ha encontrado ningún ejemplar. Al parecer, sus métodos de adivinación se transmitían oralmente de madre a hija. Una asociación más convincente es la referente a la lengua romaní, derivada de una forma pura del sánscrito, la lengua indoeuropea más antigua. La palabra romaní para designar una baraja de cartas es tar, del sánscrito taru.
En 1855, Alphonse Louis Constant, famoso ocultista francés y prolífico escritor sobre magia bajo el seudónimo de Eliphas Lévi, secundó la teoría de que el tarot procedía de una antigua civilización del Oriente Medio y que llegó a Europa gracias a los remanís. Lévi, que había estudiado para sacerdote y se declaró católico toda su vida, desarrolló una nueva interpretación del tarot basada en la cabala. Ello ocurrió en un período de enorme interés por lo oculto, y los escritos de Lévi sobre este tema tuvieron una gran influencia. Sus ideas continuaron modelando las actitudes hacia el tarot por lo menos hasta la década de los años veinte, y hoy en día aún existe una baraja basada en sus ideas, diseñada por Oswald Wirth.
Los gitanos han sido siempre asociados o la predicción del futuro y a las cartas del tarot. La palabra romaní para designar una baraja es tar, lo que sustenta la opinión de que introdujeron el tarot en Europa.
• Los rosacruz
Los escritos de Lévi inspiraron a un grupo de ocultistas, magos y poetas simbolistas a encontrar un movimiento basado en las ideas del orden de los rosacruz, fundada en el siglo xvil y dedicada a la búsqueda del saber y a la especulación mística. Durante el siglo xviu, los rosacruz se habían involucrado en la masonería, poniendo de relieve su interés por el simbolismo y los rituales esotéricos. En el siglo xix, entre los miembros de la orden destacaba Papus (Gérard Encausse), un médico que fundó la escuela de lo oculto en la década de 1890. En 1889, publicó £/ tarot de los bohemios, donde afirma que los arcanos mayores simbolizaban el espiritual del ser humano. Incorporó las teorías de Lévi y las cartas de Wirth, relacionó los arcanos menores con el sistema numérico hebreo e introdujo interpretaciones de las cartas mediante conjuntos de tres: inicio, punto álgido y declive.
Las correlaciones con la cabala y las 22 ramas del Árbol de la Vida también inspiraron las enseñanzas de la Orden Hermética de la Aurora Dorada, una sociedad mágica inglesa fundada en 1887-1888, cuyos miembros pertenecían, en general, a la orden de los rosacruz. Uno de los fundadores de la orden era un estudioso de gran reputación, Samuel McGregor Mathers, quien definió el tarot como «un tratado sobre la voluntad humana y la iluminación espiritual». Modificó y desarrolló las ideas de Lévi, alterando la secuencia numérica de los arcanos mayores e incorporando la astrología en sus interpretaciones. Otro miembro de la orden, el notorio defensor de lo oculto Aleister Crowley, reinterpretó el simbolismo del tarot y diseñó su propia baraja, conocida como la baraja Tbt. Según su opinión, el Loco debía iniciar la secuencia de los arcanos mayores y llevar el número O, por lo que la mayor parte de las barajas modernas siguen sus preceptos.
El misterio que rodea a los orígenes del tarot ha fascinado a estudiosos y adivinos durante siglos, muchos de los cuales crearon su propia baraja de tarot. como la baraja Tot que se muestra en estas páginas.
• Una nueva baraja
En 1916, el ocultista y escritor americano Arthur Edward Waite, miembro asimismo de la Aurora Dorada, trabajó para la artista
Pamela Colman Smith en el diseño de una nueva baraja del tarot. Conocida como la baraja Rider-Waite (Rider es el nombre de la editorial inglesa), se aleja de la tradición incorporando conceptos de los rosacruz a los arcanos mayores y, aún más sorprendentemente, recreando los arcanos menores, que muestran escenas en lugar de símbolos. Aunque los ocultistas y eruditos criticaron a Waite y Smith por sus modificaciones de los principios tradicionales y por la falta de de la nueva baraja, sus interpretaciones hizo el tarot más accesible para quienes las otras barajas resultaban demasiado difíciles. Hoy en día, la baraja Rider es una de las más utilizadas.
Poder imperecedero
Las explicaciones sobre la historia y el significado del tarot se siguen sucediendo hoy en día. Sin embargo, sean cuales sean sus orígenes, nunca ha habido un sólo modo de interpretar las cartas. Su simbolismo es tan evocativo que no existen dos personas capaces de llegar exactamente a las mismas conclusiones. Es posible que el misterio del tarot trascienda a las palabras y que la sabiduría derivada de las cartas sea simplemente lo que necesitamos para estimular nuestras propias percepciones. Sin embargo, no hay duda de que las cartas poseen una aura de misterio y poder que nunca deben utilizarse con malos propósitos.
Aurora Dorada, una sociedad mágica inglesa fundada en 1887-1888, cuyos miembros pertenecían, en general, a la orden de los rosacruz. Uno de los fundadores de la orden era un estudioso de gran reputación, Samuel McGregor Mathers, quien definió el tarot como «un tratado sobre la voluntad humana y la iluminación espiritual». Modificó y desarrolló las ideas de Lévi, alterando la secuencia numérica de los arcanos mayores e incorporando la astrología en sus interpretaciones. Otro miembro de la orden, el notorio defensor de lo oculto Aleister Crowley, reinterpretó el simbolismo del tarot y diseñó su propia baraja, conocida como la baraja Tbt. Según su opinión, el Loco debía iniciar la secuencia de los arcanos mayores y llevar el número O, por lo que la mayor parte de las barajas modernas siguen sus preceptos.
• Una nueva baraja
En 1916, el ocultista y escritor americano Arthur Edward Waite, miembro asimismo de la Aurora Dorada, trabajó para la artista
Pamela Colman Smith en el diseño de una nueva baraja del tarot. Conocida como la baraja Rider-Waite (Rider es el nombre de la editorial inglesa), se aleja de la tradición incorporando conceptos de los rosacruz a los arcanos mayores y, aún más sorprendentemente, recreando los arcanos menores, que muestran escenas en lugar de símbolos. Aunque los ocultistas y eruditos criticaron a Waite y Smith por sus modificaciones de los principios tradicionales y por la falta de atractivo de la nueva baraja, sus interpretaciones hizo el tarot más accesible para quienes las otras barajas resultaban demasiado difíciles. Hoy en día, la baraja Rider es una de las más utilizadas.
• Poder imperecedero
Las explicaciones sobre la historia y el significado del tarot se siguen sucediendo hoy en día. Sin embargo, sean cuales sean sus orígenes, nunca ha habido un sólo modo de interpretar las cartas. Su simbolismo es tan evocativo que no existen dos personas capaces de llegar exactamente a las mismas conclusiones. Es posible que el misterio del tarot trascienda a las palabras y que la sabiduría derivada de las cartas sea simplemente lo que necesitamos para estimular nuestras propias percepciones. Sin embargo, no hay duda de que las cartas poseen una aura de misterio y poder que nunca deben utilizarse con malos propósitos.