lAS PIRAMIDES como elemento arquitectónico característico y revelador, de un conocimiento antiguo que unificó el planeta y que es el origen de nuestra civilización.
La Historia oficial prefiere mirar para otro lado, pero ¿quien necesita a la historia oficial?
Un grupo de científicos chinos descubre bajo un lago construcciones similares a las pirámides mayas
El equipo de arqueólogos asentado en el lago Fuxian, el segundo más profundo del país, ha descubierto diferentes vestigios que parecen confirmar la existencia de una ciudad antigua sumergida bajo sus aguas.
Según algunas teorías, podría ser Yuyuan, desaparecida misteriosamente hace cientos de años y citada en los estudios del historiador clásico chino Han Shu.
LA PIRAMIDE DE SILBURY HILL
Al sur de la aldea de Avebury, en el condado de Wiltshire, y próximo a Stonehenge, se encuentra localizado el túmulo o colina artificial de Silbury Hill, el cual es considerado como el mayor de toda Europa.
Los túmulos o montículos artificiales son grandes amontonamientos de tierra y piedras que se levantaban sobre una o varias tumbas, principalmente realizados durante los periodos de la Edad de Piedra y la de Bronce. En un principio consistieron en una simple pila de rocas que se ubicaba directamente sobre el cuerpo del fallecido hasta alcanzar una altura considerable, pero con el paso del tiempo su estructura fue siendo paulatinamente modificada y estos enterramientos fueron cubiertos por piedras y tierra hasta formar verdaderas montañas artificiales.
En el caso particular de Silbury Hill, el supuesto túmulo funerario alcanza la nada despreciable altura de cuarenta metros y ciento sesenta y siete de diámetro. Formado por cerca de 339.600 m³ de rocas y tierra que se esparcen sobre dos hectáreas de superficie, su forma cónica permanece completamente cubierta por la hierba. En sus más inmediatas proximidades y ocupando otra superficie de 12 hectáreas, existen gran cantidad de construcciones anexas, que configuran círculos de piedra y obeliscos “solo aparentemente” aislados.
Los distintos trabajos arqueológicos realizados en Silbury Hill, parecen indicar que en su construcción se emplearon tres etapas bien diferenciadas. En la primera de ellas, fijada en torno al año 2.660 a. de C. según los datos arrojados por las pruebas de radiocarbono. En esta primera fase o etapa se delimitó el terreno con estacas de madera, procediéndose a formar posteriormente distintas capas de grava, barro, piedras y tierra, hasta alcanzar un montículo de unos 5 metros de alto por unos 37 de diámetro.
En la segunda etapa se construyeron diferentes zanjas alrededor del primer montículo, así como numerosos muros de refuerzo capaces de contener otra gran avalancha de escombros y piedras, sobre todo tiza, que concluyeron con una elevación del montículo de 17 metros y una ampliación de su diámetro de 110 metros.
La tercera fase vendría a ser prácticamente una repetición de la segunda, en la cual nuevas zanjas y nuevos muros, vinieron a contener y configurar la estructura definitiva del túmulo, destacando por encima de todo el excelente conocimiento demostrado por los antiguos constructores que consiguieron mantener 60 grados de pendiente en toda la estructura piramidal del túmulo.
En origen, la construcción tenía forma de espiral, con una rampa continua que llevaba desde la base, rodeando varias veces el cuerpo central, hasta alcanzar la cima, donde se encontraba una amplia terraza. Los cálculos efectuados sobre la duración y la mano de obra necesaria para la ejecución de estas tres fases, se han estimado en torno a una media de 700 hombres trabajando diariamente durante un periodo de al menos diez años.
En épocas muy posteriores a su construcción, Silbury Hill fue utilizado por los romanos y sajones como puesto militar de observación, lugar de enterramientos y, posiblemente, para ceremonias religiosas. A estos periodos se corresponden el mayor número de restos arqueológicos localizados. Sin embargo muy poco o prácticamente nada se conoce sobre los motivos que llevaron a un pueblo del neolítico a realizar semejante esfuerzo.
Existen antiguas leyendas locales de lo más variopintas. Dichas leyendas aseguran que, la creación del túmulo, fue motivada por el mismísimo diablo cuando se dirigía a la cercana localidad de Marlborough cargado con un enorme saco de tierra y cascotes que pretendía arrojar desde el cielo para sepultar a la ciudad, pero gracias a la intervención de los sacerdotes de Avebury que se interpusieron en su camino y de la poderosa magia de la que eran poseedores, se logró que el maligno vaciara el saco en otro lugar dando forma a la colina artificial.
También estas viejas historias nos narran que fueron los antiguos druidas los que construyeron la colina como lugar de residencia para las muy numerosas hadas que poblaban el lugar (castillo-residencia para hadas)
Más plausibles se nos antojan otras leyendas que aseguran que en aquel lugar, se procedió a enterrar a un importante personaje de la época junto con sus tesoros, aunque por el momento no se ha logrado localizar ningún sepulcro. Concretamente se hace especial hincapié en la leyenda de un mítico rey llamado Sil que eligió este lugar como última morada, y al que el emplazamiento debería el nombre por el que ha sido conocido hasta el día de hoy, Silbury Hill, Sil = nombre del rey, bury = enterrar o sepultar y hill = colina o cerro; “la colina de la sepultura de Sil”.
Quizá su construcción fue motivada como punto de observación astronómica a la vez que, como aseguran algunos estudiosos, fuese un templo de culto relacionado con la fertilidad de la tierra, en el que el propio diseño o forma del cerro artificial, semejase el vientre embarazado de alguna diosa (seguramente la Diosa Madre).
Esta concepción mixta religioso-astronómica y la inclusión de todo el complejo de construcciones megalíticas de la región del suroeste de Inglaterra, daría fuerza a algunas hipótesis que sitúan a este enclave como el del emplazamiento de una civilización muy superior en conocimientos a la que hasta ahora habíamos imaginado, y que poco tendría que envidiar a otras civilizaciones mucho más estudiadas de otros puntos geográficos muy alejados, como la egipcia o la maya.
La aparición de los conocidos como “crop circles” o círculos de las cosechas en los campos de cereales, no deja de ser un fenómenos extraño en las inmediaciones de Silbury Hill, como nos ofrece la fotografía de la izquierda. Tachados como un “pasatiempo de un grupo de bromistas” por la ciencia oficial, lo único ciertos es que desde siglos atrás este fenómeno se ha venido repitiendo habitualmente. En la imagen de la derecha podemos ver un grabado del siglo XVII, en el que el conocido por los lugareños como “diablo de la siega”, ya realizaba sus primeros “crop circles”, y como sus homónimos actuales, el mismísimo señor del mal también parecía divertirse trazando círculos.