Arranca en Ginebra, la reunión ministerial de los Estados miembros de la Organización Mundial del Comercio (OMC) con un objetivo claro: ayudar a las naciones más pobres a desarrollar sus intercambios comerciales en condiciones más justas.

El director de esta institución, Pascal Lamy, no quiere desaprovechar la ocasión. No en vano, se trata de la primera reunión de alto nivel en cuatro años. Todas la delegaciones piensan en la Ronda de Doha, el acuerdo de liberalización del comercio mundial, que se negocia desde hace ocho años, sin éxito.

Los grandes productores agrícolas, miembros del llamado grupo de Cairns, como Argentina, Costa Rica, Uruguay, Indonesia o Filipinas, quieren concluir la negociación en 2010. La solución pasa por la apertura de los mercados, y la eliminación de las subvenciones directas y las ayudas a la producción y a la exportación.

El principal escollo es la posición poco definida de Estados Unidos. Mientras, los grupos anticapitalistas aprovecharon el pasado fin de semana para protestar contra la celebración de esta reunión.