domi LA DAMA DE LOS SAUCOS


El saúco (Sambucus Nigra ), del que existen diferentes variedades, tiene grandes poderes mágicos. Su nombre proviene del latín y significa “flauta”, en clara alusión a la madera de este arbosto ramoso.
Las flores, las bayas y la madera misma se utilizan como base para numerosas pociones, hechizos y ungüentos.

Se dice que trae muy mala suerte utilizar la madera de este árbol para otro fin que no
sean varitas mágicas u otros útiles relacionados con la magia. Por eso, una casa de madera de este árbol nunca prosperará, y los muebles que se construyan se deformarán y romperán
fácilmente.
La estaca, con la que deberíamos matar a un vampiro, atravesando su
corazón, debería idealmente estar hecha con madera de saúco para mayor seguridad.
Se dice también, que Judas Iscariote se ahorcó en este árbol.

Cuenta una antigua leyenda que la Vieja Dama de los Saúcos, una mujer pequeña y
cojeante, vestida con una túnica negra como las bayas del saúco y de
pelo y chal blancos como sus flores, es la responsable de los poderes mágicos de este árbol.
Camina apoyada en un bastón retorcido, hecho con rama de saúco.
pero pocos la han visto realmente.

El maleficio de esta Dama se puede romper sí, al coger las ramas del árbol se dice:
“Vieja Dama de los Saúcos, dame por favor un poco de tu madera y, cuando yo
me convierta en árbol, te daré un poco de la mía”.

El espíritu de la Dama de los Saúcos vive en todos y cada uno de estos árboles.
La figura de la Dama de los Saúcos procede de Dinamarca, al igual que el propio árbol.
En Alemania se honra su presencia quitándose el sombrero cuando se ve un saúco.

PROPIEDADES DEL SAÚCO:

En Cataluña se le considera el “Bon arbre” es decir, el buen árbol y se plantaba en las cercanías de los hogares humanos dados sus efectos saludables. El respeto que siempre se ha merecido el saúco ya viene desde el Neolítico, donde en principio se utilizaba como alimento, lo cual ya le otorgó una estrecha amistad con los primeros seres humanos. Posteriormente cuando el hombre trabajó la Tierra, el saúco ahondó más en esa amistad al comprobarse como sus raíces segregaban auxinas que enriquecían la vida vegetal, a la vez que repelía a diversos insectos, ratones, topos y otros roedores. Sus ramas eran y son nidos de variadas especies de avispas predadoras, que controlan la proliferación de otros insectos como pulgones, orugas etc.

Si a todo esto sumamos que ha sido utilizado como remedio medicinal para hombres y animales, eficaz como antiinflamatorio, contra resfriados y gripes, pues supone una ayuda excelente contra las enfermedades de tipo respiratorio y sus flores en infusión constituyen un buen sudorífico que contribuye a la curación de estos procesos. O si introducimos el vapor resultante de la cocción de un puñado de flores secas en nuestro oído, aliviaremos los dolores de oídos. Su corteza tiene un gran valor diurético, empleándose en aquellos casos en los que se hace necesario eliminar el exceso de agua acumulada en el cuerpo como reumatismo. Es eficaz contra el estreñimiento, para combatir las enfermedades hepáticas, para realizar enjuagues bucales contra la piorrea, para tratar las hemorroides, aplicando una loción con el jugo extraído por presión de las hojas tiernas, para curar o desinfectar heridas o quemaduras, aplicando sobre la zona afectada una cataplasma de sus hojas tiernas, para enfermedades oculares empleando una infusión con una cucharada pequeña de flores secas y restregando los ojos con una gasa o algodón, y muchos más recursos como sus hojas que son insecticidas y frotadas sobre la piel repelen las moscas. Para esta fin también se colgaban ramas de sáuco en aquellos lugares donde existían animales, como caballerizas y establos, con la intención de expulsar a moscas y otros insectos volátiles.

Sus frutos frescos y maduros se usan como laxantes y adelgazantes, para el tratamiento del dolor de garganta y de trastornos nerviosos producidos por el insomnio, la migraña, los dolores de cabeza e inflamaciones dolorosas, además, son ligeramente analgésicos. La infusión de flores vertida en el agua del baño le da a éste un valor refrescante, además, contribuye a eliminar las manchas de la cara o granos, rozaduras, inflamaciones, usándose para lavar hematomas, contusiones, torceduras, eczemas, y otras alteraciones de la piel como heridas, quemaduras, escaldaduras, forúnculos y sabañones.

Y si añadimos que sus flores son verdura comestible y sabrosa, cocida, rebozada o frita, y sus bayas sirven para hacer compotas y mermeladas, jarabes y vinos, tenemos a un ente arbóreo que con sus virtudes se debería considerar como un aliado de los hombres y no como se viene haciendo sistemáticamente, considerarlo mala hierba o maleza inservible, cortándose sin respeto alguno. Tal es la memoria de los hombres y su mal hacer con la Naturaleza.

Si en cambio, optáramos por mantenerlo presente en nuestras vidas y tareas, podríamos ver como, además de regalarnos su porte durante todo el año, en el solsticio de verano, por “Alban Heruin” observaríamos su radiante belleza, sus discos florales claros y luminosos que brotan del umbrío follaje.

A pesar de la patente enemistad de la sociedad materialista con el bello y útil saúco, a pesar de su condición de mala hierba, y de las “bestias del apocalipsis capitalista”, tales como las talas discriminadas o indiscriminadas, el fuego, la concentración parcelaria, etc. Este arbusto consigue sobrevivir, en lugares más alejados de los hombres, pues tan poderoso ente no es fácil hacerlo sucumbir y desaparecer de la faz de nuestras campiñas. Su vitalidad es sorprendente, se le puede talar o quemar, pero él resiste y en pocos años ostentará todo su poderío de nuevo, como ave fenix, que resurge de sus cenizas. Sus frutos maduros a partir de Alban Heruin, es alimento predilecto de toda suerte de aves, que por otra, en perfecta simbiosis, esparcen sus semillas por los suelos favoreciendo su regeneración. Sin embargo, junto a él, sólo son capaces de existir otras plantas con costumbres similares tales como ortigas, zarzas y plantas trepadoras, ello se debe a que crea una espesura en sus pies bastante sombría, pero lejos de ser una plaga, aunque sobrevive a toda costa, nunca se ven bosques enteros de este ente arbóreo. Mas bien al contrario, pues como sibarita del suelo que es escoge para instalarse, los suelos profundos, ricos y húmedos, y en no pocas ocasiones coincide en gusto con el hombre instalándose en los mismos lugares que este. Fueron los españoles, los que lo llevaron y propagaron por América, donde se halla bien establecido en muchos países.

El saúco, se decía que producía alucinaciones poderosas, por lo que se utilizaba frecuentemente en las ceremonias arcanas destinadas a la profecía ya la adivinación.

Fue utilizado también con propósitos funerarios, y se plantó en las tumbas de algunos celtas. Se creía que si florecía el árbol, el alma de la persona que se hallaba enterado abajo el se encontraría feliz en la tierra de la juventud, en el “Tir na N’Og” de las leyendas celtas. El vino que se hacia con ellas se consideraba como el último regalo sagrado de la tierra, y solo debía ser bebido por los druidas o druidesas.. Se vertía también sobre los lugares sagrados, y las escasas víctimas humanas sacrifícales y voluntarias, lo bebían en los sacrificios para poder regenerar el cuerpo y el espíritu, una vez llegados hasta los dioses.
Con las influencias cristianas el sáuco perdió su carácter místico, benigno y útil y se le acusó de ser el madero en el que se crucificó al dios cristiano. A raíz de esta afirmación ha ido empeorando en su trato con los humanos, considerándolo desde entones, mera leña y fruto maléfico. O considerándolo brujas satánicas que han sido transformadas en saúcos, en contraposición a las hadas y elfos protectores de las leyendas paganas. Sus frutos en algunas regiones españolas se conocen como “uvas de bruja”. Incluso el famoso Shakespeare, no pudo abstraerse de esa influencia cristiana y lo considera en una de sus obras como símbolo de desgracia, llamándolo “apestoso saúco”. Ciertamente los capullos del arbusto, desprenden un olor característico y fuerte que a algunas personas, no habituadas a los olores silvestres, molesta, por ello se asocia, absurdamente a encantamientos, supercherías y brujerías varias. Aún hallamos más influencias del cristianismo entre los celtas, al respecto de este arbusto, pues ningún clan escocés o irlandés, en la actualidad, ni bretón, ni en la heráldica inglesa, gala o hispana tiene como emblema a un saúco. Quizás en la noche de los tiempos pudo haberlos, pero desde que se asoció a la muerte del dios cristiano e incluso a la muerte de Judas el Iscariote, no ha trascendido como planta emblemática.

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