Como cada noche, el gato subió a su tejado preferido. El que antaño había estado lleno de flores amarillas. Y miró hacia el cielo, donde descubrió una magnífica luna llena…
Y, como siempre hacía, cerró sus ojos para poder ver en ella el bello rostro de su hada mágica y de sus queridas niñas, en el bosque encantado junto al lago plateado, allá en el Mar del Norte, donde nace el arcoiris…
Y se sintió reconfortado, magnetizado por una magestuosa luna plena que le inspiraba paz… mientras algunas cosas de su mundo parecían tambalearse y cambiar demasiado rápido…
Y, desde su serenidad interior, entendió una vez más que junto a la incertidumbre ruidosa que domina el mundo actual, también puede haber silencio y paz…
Y que es precisamente esa paz lo que necesitaba para entender lo que sucedía a su alrededor…
Y suspiró, sintiéndose tranquilo e inspirado por ese soñado y silencioso paisaje lejano, allá en el Mar del Norte donde nace el arcoiris…
Y recordó que los gatos solo necesitan tener bien despierto el corazón para poder sentir esa paz y ese amor que la vida les regala cada noche con luna o sin ella, en forma de dorado sueño…