Los druidas a los ojos de Cesar.
Extraído del Bellum Gallicum, Libro VI,13. (C. Iulii Caesaris Commentarii rerum gestarum). Escrito tras la campaña del 53 a.C. en la que cruza por segunda vez el Rin, persigue a Ambíorix y extermina a los eburones.
En Toda la Galia hay dos clases de hombres entre los que gozan de relevancia y prestigio. Pues lo cierto es que al pueblo se le considera casi esclavo: por sí mismo no se atreve a nada, ni se le tiene en cuenta a la hora de tomar decisiones. La mayoría, agobiados por las deudas, por los impuestos excesivos o por los ultrajes de los poderosos, se entregan como esclavos. Sobre ellos tienen los nobles los mismos derechos que los dueños sobre sus siervos.
De las dos clases, una es la de los druidas, otra la de los caballeros. Aquéllos se ocupan de todo lo que tiene que ver con los dioses, están a cargo de los sacrificios públicos y privados y regulan el culto. Son muchos los adolescentes que acuden a ellos para aprender, y se les tiene en gran consideración. De hecho, dictaminan en casi todas las disputas, públicas y privadas, y, si se ha cometido una fechoría, si ha habido un asesinato, si se discute sobre la herencia o sobre unos límites, son ellos los que juzgan y fijan las compensaciones1 y las penas. Si alguien, lo mismo un particular que un pueblo, no se aviene a su decisión, le prohíben tomar parte en los sacrificios: para ellos es el castigo más grave. A quienes se les ha impuesto este veto se les considera sacrílegos y criminales, todos se apartan de ellos, evitan acercárseles o hablarles, no sea que por el contacto les sobrevenga algún daño, y cuando piden justicia no se les concede, ni tampoco se les permite acceder a los cargos públicos.
Al frente de todos estos druidas se encuentra uno sólo, el que tiene más autoridad entre ellos. Cuando muere, si alguno de entre los restantes destaca por su prestigio, le sucede; si hay varios igualados, se le elige en una votación de los druidas. Algunas veces la primacía se dirime con las armas. En cierta época del año, celebran una reunión en el territorio de los carnutes -considerado el centro de toda la Galia-, en un espacio sagrado2. De todas partes acuden hasta allí los que tienen litigios, y se someten a sus decisiones y dectámenes.
Se piensa que sus enseñanzas fueron adquiridas en Britania y desde aquí llevadas a la Galia. En la actualidad, quienes desean conocerlas más a fondo por lo general marchan allá para instruirse3.
Los druidas suelen mantenerse al margen de las guerras y no pagan tributos con los demás. Están dispensados del servicio militar y exentos de cualquier otra carga. Atraídos por tales privilegios, muchos vienen por su propia voluntad a recibir instrucción, y otros son enviados por sus padres y familias. Se cuenta que aprenden allí una cantidad ingente de versos. De esta manera, más de uno pasa veinte años instruyéndose. Y no consideran lícito poner estas cosas por escrito, aunque en casi todos los otros asusntos, en las cuentas públicas o privadas, utilizan el alfabeto griego. Me parece a mí que esto lo decidieron así por dos razones: porque no quieren que sus enseñanzas se divulguen entre la gente, ni tampoco que los discípulos, confiados en la escritura, cultiven menos la memoria. En efecto, ocurre a menudo que, con el recurso de la escritura, se pierde el interés por aprender y la memoria.
Principalmente, pretenden hacer creer que las almas no perecen, sino que tras la muerte pasan de uinos a otros, ypiensan que así es como mejor se estimula el valor, dejando a un lado el miedo a la muerte. Además, disertan y enseñan a sus jóvenes sobre numerosas cuestiones, referidas a los astros y sus movimientos, el tamaño del orbe y de las tierras, la naturaleza, la esencia y el poder de los dioses inmortales.(…)
B.C. VI, 16.
La nación entera de los galos está entregada por completo a las prácticas religiosas, y por esta razón aquellos que sufren enfermedades graves y quienes andan en medio de combates y peligros inmolan hombres a modo de víctimas o al ministerio de los druidas, pues, a no ser que la vida de un hombre se pague con la vida de otro hombre, piensan que no es posible aplacar a los dioses inmortales, y tienen instituidos como cosa pública sacrificios de este tipo.
Otros hacen uso de muñecos de enorme tamaño, cuyos miembros trenzados con leña, rellenan con hombres vivos. Les prenden fuego y los hombres, rodeados de llamas, expiran. Los suplicios de quellos que son sorprendidos robando, dedicados al bandidaje o alguna fechoría, consideran que son especialmente gratos a los dioses inmortales. Pero cuando les faltan éstos, se rebajan hasta el tormento de gente inocente4.
Reverencian sobre todo al dios Mercurio: sus estatuas son muy numerosas, lo consideran inventor de todas las artes y piensan que es el que guía en las rutas y en los viajes y el que más poder tiene en lo relativo a ganar dinero y comerciar. Tras él, Apolo, Marte, Júpiter y Minerva. De éstos tienen prácticamente la misma idea que los otros pueblos: que prácticamente la misma idea que los otros pueblos: que Apolo aleja las enfermedades, que Minerva enseña los fundamenteos de los trabajos y oficios, que Júpiter manda en el cielo y Marte rige la guerra5. A éste, una vez que han tomado la decisiñón de combatir, la mayoría de las veces le prometen lo que obtengan en la guerra. Cuando vencen, le sacridican los seres vivos capturados y reúnen el resto de las cosas en un solo lugar. En muchos pueblos se pueden ver amontonamientos de estas cosas, levantados en espacios consagrados. Y no es frecuente que alguien, despreciando el precepto religioso, se atreva a ocultar lo capturado, o a llevarse lo depositado; para esta acción hay fijado un castigo terrible, que incluye la tortura.
Todos los galos afirman que son descendientes de Dis Pater6: dicen que esto es lo que cuentan las tradiciones de los druidas. Por esa razón, determinan la duración de cualquier período según el número, mno de sus días, sino de us noches. Los aniversarios y los comienzos de meses y años los cuentan de forma que el día vaya detrás de la noche.
En otras costumbres de su vida difieren de los demás sólo en esto: no toleran que sus hijos se les acerquen a la vista de todos en tanto no tengan edad suficiente para soportar el servicio militar, y consideran deshonroso que un hijo, todavía niño, se presente en público estando delante de su padre7.
Vettonio.
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