domi Sufrir la pérdida de un ser querido, ¿una enfermedad?

La revista británica The Lancet afirma que recetar fármacos a los dolientes es una estrategia fallida y no hay evidencia que muestre la efectividad de tratar con antidepresivos a la gente que perdió a un ser querido recientemente
(en.wikipedia.org)
La nueva edición de la “Biblia” de los psiquiatras, el Manual de Diagnóstico y Estadística de Trastornos Mentales (DSM) –que se publica en Estados Unidos pero utilizan muchos psiquiatras del mundo— intenta clasificar el dolor por la muerte de un ser querido como una enfermedad mental.
Esa clasificación importa, porque una de las principales funciones del manual es guiar a los psiquiatras sobre el diagnóstico de los síntomas de un paciente y el tratamiento que debe recibir, que incluye fármacos.
Si se clasifica al dolor de una pérdida como una enfermedad mental, la persona que sufre por esa muerte puede recibir antidepresivos para “tratar” ese dolor.

¿Pero, es ese dolor una enfermedad? ¿Y cuánto tiempo se debe permitir que una persona sufra la muerte de un ser querido antes de clasificarla como “enferma”?
En un editorial, la revista médica británica The Lancet expresa “preocupación” por dicha inclusión. “El dolor por la muerte de un ser querido –dice— no es una enfermedad y no debe ser tratado con medicamentos”.
El apasionado artículo de The Lancet afirma que “medicar” una emoción humana normal como ésta “no es sólo peligrosamente simplista, sino también es una estrategia fallida”.
Los editores afirman que la medida, que parece categorizar las emociones extremas como un problema que necesita resolverse, es muy preocupante.
Compasión, no fármacos
Las ediciones previas del DSM –que publica la Asociación Psiquiátrica Estadounidense— subrayaban la necesidad de que antes de realizar un diagnóstico de un trastorno mental serio, el psiquiatra considere, y a menudo excluya, el dolor por una muerte cercana en un paciente. Pero la nueva edición –la quinta—no incluye esa advertencia.
De acuerdo con The Lancet, “en la versión en borrador del DSM-5 no hay tal exclusión del dolor por una muerte cercana”.
Esto significa, añade, que los sentimientos de profunda tristeza, pérdida, dificultad para dormir, llanto, incapacidad para concentrarse, cansancio y falta de apetito, que continúan durante más de dos semanas tras la muerte de un ser querido, pueden ser diagnosticados como depresión y no como una reacción normal a esa pérdida.
Recetar fármacos a esas personas, afirma la revista, es una estrategia fallida y no hay evidencia que muestre la efectividad de tratar con antidepresivos a la gente que perdió a un ser querido recientemente.
(en.wikipedia.org)
The Lancet también expresa preocupación porque la Organización Mundial de la Salud (OMS) revisa actualmente su Clasificación Internacional de Enfermedades (ICD), en la que se basan los médicos de todo el mundo para el diagnóstico de enfermedades.
Según el artículo, “el equipo de la OMS que revisa esta última edición (ICD-11) debate una propuesta para incluir una categoría llamada ‘trastorno de dolor prolongado por pérdida de un ser querido’”.
Como señalan los expertos, hay casos en el que el dolor de una persona que pierde a un ser querido se prolonga o se convierte en depresión. Pero la mayoría de la gente que experimenta la muerte de un ser cercano no necesita tratamiento de un psiquiatra ni de otro médico.
“El dolor por una pérdida cercana está asociado con efectos adversos en la salud, tanto físicos como mentales, pero es mejor dirigir las intervenciones a aquellas personas en alto riesgo de desarrollar un trastorno o a aquellas que desarrollan un sufrimiento complicado o depresión, pero no a todos”, expresa The Lancet.
Y concluye que “el dolor por una muerte cercana no es una enfermedad; es más útil pensar que esto forma parte del ser humano y es una respuesta normal a la muerte de un ser querido. Poner un margen de tiempo a este dolor es inapropiado. Por favor: DSM-5 y ICD-11, tomen nota. Para quienes atraviesan la pérdida de un ser querido, más que tabletas, un médico debe ofrecer tiempo, compasión, recuerdos, y empatía”, señala la publicación.

 

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