Tuve la oportunidad de escuchar y ver la Sinfonía del Mar, compuesta por Alejandro Sánchez-Navarro. Y digo ver porque además de la composición musical el público tiene la oportunidad de disfrutar de una serie de imágenes tomadas por el buzo Alberto Friscione en el caribe mexicano.
No se si sea la música la que acompaña las imágenes o viceversa, pero la combinación de ambas nos lleva a conocer el mundo submarino con su belleza y misterio.
Para quienes no buceamos esta es una oportunidad única de disfrutar de lo que quienes lo hacen pueden observar y sentir al estar a esas profundidades.
En lo personal nunca he entendido el hecho de que quien bucea coma peces o mariscos. Siento que una vez que conoces su habitat y los ves de tan cerca debería resultarte abusivo pescarlos o comerlos.
Durante los casi 15 minutos que dura la Sinfonía del Mar, se muestran corales, morenas, mantarrayas, delfines, tortugas, atunes, caballitos de mar, medusas, anguilas, langostas, lobos marinos, calamares, pulpos, y un sin fin de peces cuyos nombres desconozco pero que me sorprenden por sus colores, movimientos y confianza con la que se acercan a la cámara que los graba.
No me atrevo a decir que el más impresionante sea el tiburón ballena, pero sí una de las especies más amenazadas. Este pez, el más grande del mundo, puede medir hasta 12 metros de largo y entre noviembre y enero se le puede ver en las costas de Quintana Roo. Se le denomina “el gigante gentil” pues no representa ningún peligro para el ser humano. Sin embargo, como siempre, somos nosotros los peligrosos para ellos. Actualmente está considerado por la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) como una especie “vulnerable”, debido a la pesca industrial y a que los pescadores locales los matan porque se comen los peces con los que ellos comercializan.
En el video también hay imágenes del tiburón blanco, que si bien no habita el caribe mexicano, se le considera un embajador de los océanos, y colocar tomas submarinas de él es una llamada para desmitificar a esta criatura como “asesina” y considerar que también es víctima de la voracidad humana, cazándolo por su aleta al punto de la extinción.
Alberto Friscione fue invitado al programa Instinto Animal que se transmite los miércoles a las 21 horas en Canal 22 y en su entrevista narra no sólo
cómo dejó de pescar con arpón sino que se convirtió en un defensor de la fauna marina, concretamente del tiburón ballena. “Cuando vi como el quité la vida a unas especies tan bonitas, decidí que no volvería a matar”, dice Friscione.
Hay algunos casos de pescadores, cazadores, toreros, galleros, ganaderos que a partir de un encuentro o una reflexión dejan atrás prácticas crueles con animales. ¿Qué es aquello que finalmente detona esta cambio? Es difícil saberlo. En algunos es la compasión o una situación límite. En el caso de Friscione fue la belleza. Cuando somos capaces de ver a un animal en su esplendor y agradecer ser testigo de esa magnificencia, de esa belleza tan peculiar que tiene todo lo que está vivo, algo cambia dentro de nosotros.
Presenciar la Sinfonía del Mar no es sólo un placer para el oído o la vista, sino que es también una oportunidad de conocer cuánta belleza existe en nuestro planeta aunque no podamos verla todo el tiempo. Está ahi.
Y esos animales que nadan libres o se desplazan por el fondo marino lo único que quieren es seguir gozando de la existencia, como nosotros. ¿Es tan difícil concederles vida y libertad? No lo creo, es lo mínimo que merecemos todos.
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