CAMBOYA Ropa de lujo, salarios de hambre.
Los abusos laborales y la explotación más despiadada son un secreto a voces que mancha la ropa manufacturada en las fábricas textiles de algunos países de Asia, entre los que Camboya ocupa un lugar destacado. Las grandes marcas textiles niegan las evidencias. Y las puertas de las fábricas resultan infranqueables.
Sin embargo un empresario español, propietario y gerente de Iberasia –una de las principales fábricas extranjeras de ropa establecidas en Camboya– nos franqueó la entrada en sus talleres, permitió que hablásemos libremente con sus operarios, y nos facilitó cuantos datos le pedimos sobre horarios laborales y salarios en el sector textil.
Sueldo de 100 dólares mensuales
Vicente Laborda, que manufactura para algunas de las principales marcas españolas e internacionales, reconoce que se estableció en Camboya ‘como todos los demás, atraído por el bajo coste salarial.’
‘En el sector textil se paga un sueldo mínimo de unos 100 dólares mensuales, a los que se añaden pluses de puntualidad, transporte y comida, que lo elevan a unos 130 dólares’, explica. ‘Pero poca gente gana 130 dólares porque hacen muchas horas extras. Y casi te las exigen. Trabajan diez horas diarias cinco días a la semana y el sábado, ocho. Con eso aquí salen por unos 150 a 160 dólares mensuales.’
“Negocian los precios de forma abusiva”
Laborda se queja de que las grandes firmas exigen contratos durísimos. ‘Imponen auditorias con condiciones laborales que ellas mismas no llegan a cumplir en sus países’, denuncia, ‘pero es lo único que les importa, tener el documento firmado. Y negocian los precios de forma abusiva, marcando beneficios del 500 por 100′
‘En las fábricas legales resulta muy difícil no cumplir la normativa’, prosigue; ‘pero hay muchos picos de producción que se cubren con subcontratas, con talleres que no están registrados. Y ahí se produce un abuso de salarios, de contratación de menores y de todo… Una vez que contratamos una producción externa y nos llegó en malas condiciones, pedí que vinieran los operarios aquí para hacer arreglos. Si vinieron doce personas, había ocho que no tenían ni catorce años. Y las mandaron a las seis o las siete de la tarde, después de haber hecho una jornada entera en su taller, para que hicieran otra aquí.’
Vicente Laborda asegura que ‘trabaja de modo fiel a su conciencia’. Pretende que sus palabras aclaren algunas causas de la dura situación laboral en Camboya, y también repartir responsabilidades. Hay que señalar que preguntamos en la Unión Sindical de Trabajadores Textiles de Camboya si existían denuncian de abusos laborales en Iberasia y la respuesta fue negativa.
Explotación y Abuso Textil
- Condenados al olvido
- Casi todas las etiquetas que indican el origen asiático de una prenda de vestir permiten sospechar horarios abusivos y salarios insuficientes, talleres insalubres, discriminación por género e incluso empleo de mano de obra infantil. Cada cierto tiempo una noticia trágica, como el incendio o el derrumbamiento de un taller textil, revela las inhumanas condiciones de trabajo en que se elaboran muchos de nuestros objetos de lujo cotidiano con marcas ‘de prestigio’. Pero el tema desaparece rápidamente de la prensa para volver al olvido. A principios del pasado enero una huelga que paralizó las fábricas de ropa en Camboya fue duramente reprimida. La protesta fracasó dejando tres líderes sindicales muertos y otro desaparecido, además de una treintena de trabajadores heridos. Veintitrés dirigentes obreros quedaron detenidos y el gobierno suspendió el derecho de manifestación durante más de dos meses. Los sindicatos exigían que se fijara el salario mínimo en 160 dólares mensuales (unos 130 euros), cuando la mayoría de los empleados del sector textil percibe sólo entre 80 y 95 dólares por mes. Una cantidad que no permite vivir con una mínima dignidad.
- Industria textil, sector estratégico
- La industria textil es un sector estratégico de la economía camboyana, y constituye un 80 por ciento de sus exportaciones. Emplea a 400.000 personas en fábricas legales, conforme a la ‘permisiva’ normativa laboral de Camboya, además de dar trabajo a otras 200.000 en talleres ilegales y pequeñas industrias secundarias. La inmensa mayoría de la mano de obra es femenina. Y el 93 por 100 de los empresarios son extranjeros, sobre todo chinos.
- No hay derecho de huelga
- La Asociación de Fabricantes de Ropa en Camboya (GMAC) se resiste a admitir el derecho de huelga, presionada por su clientela de marcas internacionales que exige plusvalías del 500 por 100, bajo la constante amenaza de no renovar unos contratos que siempre son a corto plazo. Y los sindicatos han visto recortada su capacidad de maniobra desde 2005, cuando Camboya ingresó en la Organización Mundial del Comercio.
- Documentos sin validez
- Las grandes firmas de la moda tienen perfectamente evaluados los riesgos de una política comercial inhumana. Para evitar efectos demoledores de su imagen ante la opinión pública, imponen a sus suministradores unos contratos obligando a que las fábricas respeten horarios legales con salarios mínimos y no utilicen mano de obra infantil. Pero la realidad es que, firmado ese documento que las libera de responsabilidades, las principales marcas no suelen interesarse en comprobar su cumplimiento. Y cierran los ojos a lo que ocurra en talleres de subcontrata cuyos suministros les resultan esenciales, que muchas veces carecen de existencia legal.
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