Matriarcado en el Perú prehispánico

“Señor” de Úcupe
Realizaremos un interesante recorrido por los principales descubrimientos arqueológicos de las últimas décadas en Perú, que demuestran, o más bien confirman, la supremacía de la mujer en numerosas sociedades prehispánicas, rompiendo el esquema más aceptado hasta hace poco sobre el género masculino como el único que podía alcanzar rangos superiores. Las excavaciones en los departamentos de Lambayeque y La Libertad han sido reveladoras: el Señor de Úcupe que según nuevos descubrimientos no era un hombre, la Sacerdotisa de Chornancap, la Dama de Cao (llamada también la “dama de los tatuajes”), la Sacerdotisa de San José de Moro en el valle de Jequetepeque… Y el hallazgo más reciente, la tumba real Wari en Huarmey (departamento de Ancash), dirigido por Milosz Giersz, pone de manifiesto, una vez más, la importancia del rol de la mujer en esas culturas del norte de Perú. Un sorprendente panorama de sitios arqueológicos que indicarían que el rol de la mujer en la sociedad prehispánica peruana sería mucho más importante de lo que hasta ahora se pensaba, constituyendo verdaderos matriarcados.
Johann Jakob Bachofen
¿Qué es un matriarcado? Un matriarcado es el gobierno de un pueblo dirigido por una o más mujeres. El primer estudio que sugirió esta forma de organización fue presentado por el antropólogo suizo Johann Jakob Bachofena mediados del siglo XIX, a partir de lo cual se produjo un especial interés por verificarlo en diferentes culturas del mundo. En Perú, como en el resto de culturas, normalmente se ha presentado a la figura masculina como el personaje por excelencia respecto a la tenencia del poder político, religioso, social y económico, e incluso la documentación histórica y arqueológica documentan constantemente evidencias que sugieren organizaciones patriarcales, donde la mujer es vinculada a las actividades de elaboración de tejidos, cerámicas y labores agrícolas, y frecuentemente también con deidades “secundarias” como la luna, Mamacocha (el mar) o Pachamama (la tierra), mientras que las deidades masculinas como el sol, Pachacámac y Huiracocha, son las más importantes. Sin embargo, algunas crónicas históricas (que fueron ignoradas) ya nos hablaban de elementos claros de matriarcado, en los que la mujer, además de poseer gran poder y realizar labores tradicionalmente masculinas, como la guerra, también tenían un rol relacionado con la adivinación y la curación. Estos testimonios, no hacen más que confirmar la cosmovisión andina, en la que se da gran relevancia a la mujer, incluso en los patriarcados, no como un ser de menos importancia que el hombre, sino como contraparte o complemento, tal como indica la dualidad de todas las cosas en la cosmovisión andina.
Crónicas históricas: las Capullanas. Las crónicas del siglo XVI hablan abundantemente de las Capullanas, mujeres que dirigieron en diversos poblados de toda la costa norte del Perú. FrayBartolomé de las Casas señala en sus escritos la dominación de las Capullanas que gobernaban los yungas (término de origen quechua que define regiones de clima semicálido de baja montaña a ambos lados de los Andes) de la costa norte, y también indica la ejecución de elaboración de tejidos por parte de los hombres. Pedro Cieza de León narra contactos entre los conquistadores españoles y una señora que gobernaba los yungas de la costa norte, mencionando la predominancia de mujeres en la zona y señalando a la cacica de Paita como las más importante en jerarquía. FrayReginaldo de Lizárraga describe duramente a las Capullanas como mujeres que desechaban a sus maridos si no se encontraban satisfechas con ellos, y narra la celebración del matrimonio entre la gobernante y su nuevo esposo frente a la humillación del anterior. La Relación de Quipucamayosdocumenta que eran las mujeres que gobernaban mayormente la costa y que se las llamaba Capullanas en una zona y Tallaponas en otra. Menciona que la organización patriarcal funcionaba igualmente en otras zonas y poblados.
Ai Apaec en Huaca de la Luna
Arqueología: nuevos hallazgos. Pero como dijimos, a pesar de las crónicas que hablaban de la existencia de poblados donde eran las mujeres quienes gobernaban, en general esto no se reflejaba en los textos de historia. Sin embargo, se vienen sucediendo en Perú descubrimientos asombrosos que confirman definitivamente lo que dicen estas crónicas. Este país tiene una increíble riqueza en yacimientos en todo su territorio. Se calcula que en el país hay cerca de 100.000 sitios arqueológicos, y sólo en 2005 se encontraron restos en 5.000 localizaciones nuevas. Concretamente sobre el tema que nos ocupa, en los últimos veinte años se han desencadenado una serie de hallazgos relacionados con las culturas precolombinas en la costa norte de Perú, como la mochica (siglo I a.C.-VIII d.C.), la lambayeque(siglos VIII-XIV d.C.) o más recientemente la wari (siglos VII-IX d.C.), que con sus tumbas de personajes femeninos notables, ricos en ajuares funerarios (cuyo máximo exponente sería el famoso Señor de Sipán), están reescribiendo la historia que se conocía hasta ahora, y ratifican la tenencia de poder de la mujer, rasgo que se mantuvo hasta la llegada de los españoles. En casi todas ellas abundan representaciones de un dios terrorífico, Ai Apaec, el decapitador o degollador, y frisos de vivos colores y escenas de violencia brutal en las pirámides truncas donde están emplazadas estas tumbas. Esta explosión de nuevos descubrimientos tiene fecha de inicio en 1987, cuando se encontró la tumba intacta del Señor de Sipán, perteneciente a la cultura mochica. Después de siglos de saqueo ininterrumpido de las huacas (antiguos templos, lugares sagrados, pero también dioses tutelares) se ha podido emprender proyectos científicos que ponen en valor una región llena de misterios.
“Señor” de Úcupe
El “Señor” de Úcupe. Disrito de Lagunas, provincia de Chiclayo, departamento de Lambayeque. Cultura mochica (siglo I a.C.-VIII d.C.). Las excavaciones fueron dirigidas por el canadiense Steve Bourget desde 2004. Cuatro años más tarde, en 2008, en la base de la Huaca El Pueblo (pirámide escalonada de adobe), encontraban la tumba del Señor de Úcupe, de unos 30 años de edad, majestuosa vestimenta y rico ajuar funerario, contemporáneo al Señor de Sipán, de hace unos 1.700 años. Entre los hallazgos se encuentran 19 tocados de oro, varias piezas de joyería, y dos máscaras funerarias, así como los esqueletos de otros dos hombres y una mujer embarazada. El cuerpo del personaje principal estaba cubierto con una túnica adornada de pequeñas placas de cobre dorado, y su rostro, cubierto con dos máscaras funerarias, e  incluía un collar en forma de disco y sonajeros de plata que rodeaban su cuello. En la cabeza llevaba una corona dorada, y en la parte superior de su cuerpo fueron dispuestas otras seis coronas y diez tocados en forma de V. Otra diadema fue doblada por la mitad y colocada encima de su cabeza. El Señor de Úcupe fue luego envuelto en un gran fardo hecho de caña y textiles, junto con objetos que sugieren su condición política. Encima de todo esto se colocó finalmente una diadema, el primer tesoro encontrado por los arqueólogos. El Señor de Úcupe fue enterrado encima de otro hombre  y a su lado había un segundo hombre colocado encima de una mujer embarazada. En su momento no se explicaban la relación del líder con los otros hombres. Ahora se especula con la idea de que el “Señor” de Úcupe, podría ser en realidad, una mujer, lo que sería mucho más lógico.
“Señor” de Úcupe
La Sacerdotisa de San José de Moro. Distrito de Pacanga, provincia de Chepen, departamento de La Libertad. Cultura mochica (siglo I a.C.-VIII d.C.). Valle de Jequetepeque. La tumba encontrada en 1991 cuando estaban terminando la campaña en San José de Moro por Cristopher B. Donnan y Luis Jaime Castillo, quienes la llamaron la tumba de la sacerdotisa de la “ceremonia del sacrificio”, ha permitido descifrar aspectos de la composición ideológica moche, y responder a muchas de las interrogantes que se encontraban representadas en las diversas muestras iconográficas de esa cultura. Lamentablemente la zona había sido saqueada en su totalidad, siendo esto ignorado por las autoridades del lugar que estaba a disposición de los huaqueros y traficantes de antigüedades. Los arqueólogos Donnan y Castillo, en sus investigaciones del lugar, detallaron los hallazgos encontrados en la tumba del personaje femenino, comentando que de las tres tumbas de cámara excavadas, la más compleja correspondía a una mujer adulta de alto rango, una mujer gruesa de unos 40 años de edad, rodeada de dos ancianas. La tumba era aproximadamente de 5 metros de largo por 3.5 metros de ancho, y estaba formada por paredes de adobe, en las que habían espacios para nichos, seis en las paredes laterales y cuatro en la pared sur hacia donde apuntaba la cabeza de la mujer. En estos nichos se encontraban piezas de cerámica y partes de camélidos. Ellos encontraron claras evidencias que los moche estaban envueltos en intercambios de productos a larga distancia y que su élite invertía un gran esfuerzo para obtener materiales exóticos y productos preciosos, como tres finos ceramios de claro origen foráneo, un plato de estilo Cajamarca, traído a San José de Moro desde la sierra norte, dos finas botellas de estilo Nievería, un tipo de cerámica que se fabricaba en el valle del Rímac en la costa Central del Perú, y sobre las manos y el pecho de la mujer, conchas Spondylus traídas desde Ecuador. Alrededor de su cuello, cuentas cilíndricas de lapislázuli traídas desde Chile. Sin duda, era un personaje de gran importancia, derivado de su capacidad de realizar ceremonias rituales.

Recreación de la Dama de Cao

La Dama de Cao. Distrito de Zaña, provincia de Chiclayo, departamento de Lambayeque. Cultura mochica (siglo I a.C.-VIII d.C.). Complejo Arqueológico El Brujo, 2004. Tenía los brazos, manos y pies tatuados, lo que confirma su jerarquía. Dibujos de sinuosas serpientes y amenazantes arañas surcaban el brazo derecho de la Señora de Cao. En el izquierdo lucía intrincados signos, como en las manos y en los tobillos. Probablemente era una bruja, ser hechicera entonces, hace 1.700 años, significaba dominar la naturaleza y las acciones de los gobernados. Vestía una sencilla túnica de algodón con dibujos geométricos, pero su cabeza estaba coronada por una gran diadema alada de oro. El oro también adornaba su nariz y rodeaba su cuello, así como el lapislázuli, el cuarzo y la turquesa. Dos bastones de madera forrados de cobre dorado eran su apoyo en las ceremonias, unos ritos donde saludaba a los guerreros vencedores y daba paso al castigo de los humillados. Una vez más, las claves de su reino se deducen de su rico ajuar, que normalmente se encontraba sólo en las tumbas de los grandes gobernantes y guerreros moche. Durante un año, del 2005 al 2006, un equipo multidisciplinar de arqueólogos, antropólogos, conservadores textiles y de metales y médicos participaron en el desenfardamiento del misterioso personaje de la tumba real en la huaca de Cao, en el Complejo Arqueológico El Brujo. Al abrir las envolturas de algodón se desveló que la momia era una mujer menuda y joven. Su estado de conservación era magnífico. Al amortajarla, su cuerpo fue recubierto con cinabrio (sulfuro de mercurio) y esta sustancia impidió la descomposición. Éste era utilizado además para evitar a los saqueadores de tumbas (los enterradores esparcían polvo de cinabrio, un veneno que en contacto con el aire templado desprende gases tóxicos). Aunque de salud frágil, la Señora de Cao era una mujer extraordinaria. La primera gobernante femenina que se conoce en una cultura preinca, la moche o mochica. Murió joven, entre los 25 y 30 años. ¿Fue a consecuencia del parto? Los estudios antropológicos confirman que fue madre al menos una vez. ¿Precipitaron quizá su desaparición enemigos dentro de su corte? Fue encontrada en la huaca de Cao Viejo junto a otros cuatro individuos, dos de ellos mujeres sacrificadas. A una hora en coche desde Trujillo (La Libertad) se llega al Complejo Arqueológico El Brujo, que incluye el sitio llamado Huaca Partida y en cuya brecha central se han realizado desde hace siglos rituales secretos. Esa zona ha tenido una ocupación humana continua desde hace cinco milenios. El arqueólogo Régulo Franco, director del sitio, describe murales en la huaca de Cao Viejo, la principal de las cinco pirámides truncas en el recinto, con pinturas murales semejantes a los de la huaca de la Luna: cuerdas de prisioneros, guerreros, sacrificios y el omnipresente Ai Apaec. Otra muestra impresionante de la arquitectura y el arte mochica. También ahí había sacrificios humanos. Es probable que sucediera como en la última parte de la películaApocalipto, de Mel Gibson. Las batallas rituales se celebraban lejos de las ciudades, pero los vencidos eran traídos al centro ceremonial. Después de degollarlos, la sangre era bebida por los oficiantes y ofrecida a Ai Apaec. Franco ha pasado momentos difíciles al principio de la excavación, teniendo que contratar algunos guardianes, quienes fueron atacados una noche en que él fue a dormir al pueblo, por unos huaqueros que saquearon las tumbas y los fardos funerarios, dejando todo tirado.

Sacerdotisa de Chornancap

La Sacerdotisa de ChornancapProvincia de Chiclayo, departamento de Lambayeque. Cultura lambayeque (siglos VIII-XIV d.C.). El trascendente rol que este personaje desempeñó en la vida y religiosidad de su pueblo, revela el equilibro de género que ya imperaba en esos tiempos (siglo XII d.C.), por la importante posición jerárquica que ocupó esta mujer. La sacerdotisa tuvo un rol importante en la historia de la cultura lambayeque, tuvo un papel preponderante en la vida de sus congéneres y ya entonces se revelaba el equilibrio de género entre hombre y mujer, la equidad de la que se habla hoy. Es una mujer que representa la historia, explica el director del Museo Brüning, Carlos Wester La Torre (también director del proyecto Chotuna-Chornancap). Este descubrimiento, efectuado enoctubre de 2011 en el Complejo Huaca Chotuna-Chornancap (que se excavaba desde 2009) de Lambayeque, permite corroborar la importancia de la mujer, de las sacerdotisas en las culturas preincas. Las investigaciones posteriores a los restos y su entorno funerario, han permitido determinar el alto rango que ostentaba la sacerdotisa, que ocupaba una plataforma de entierro superior, estaba rodeada de otros acompañantes, guardias y personajes, y además la indumentaria, finas joyas y ceramios con los que fue enterrada, revelan la importancia de su personalidad.
Se trataba de una dama de unos 25 a 30 años de edad, lo cual estaría señalando que su cargo era hereditario y sus funciones eminentemente religiosas, relacionadas con rituales como sacrificios, recepción de ofrendas y celebraciones en torno al cambio de estaciones, el movimiento de la luna o temas marítimos. Objetos como orejeras de oro y plata, un cetro ceremonial de oro, vasos bimetálicos (en oro y plata), pectorales de concha ecuatoriana Spondyllus, conos, collares, un fino mate burilado de plata, máscaras estilizadas, entre otros, forman parte del ajuar funerario de la sacerdotisa. Es de destacar, finalmente, que debajo de la tumba de la sacerdotisa se encontró recientemente otra tumba, subterránea; una tumba acuática en la que un segundo personaje fue enterrado. Se presume que este personaje está vinculado al culto al agua, que era la que otorgaba vida a toda la comarca con las lluvias, ríos y agua subterránea. Debido al exceso de humedad en esa tumba no se ha podido todavía determinar las características, ni el sexo del personaje ni la relación con la sacerdotisa. Wester La Torre apunta que curiosamente, es en la época final de ambas culturas, cuando aparecen las mujeres en la vida religiosa y en el escenario del poder… habría que ver si esta presencia femenina es una respuesta política de la sociedad en un momento de crisis para generar estabilidad o es una respuesta consciente de la necesaria presencia del género femenino en el poder.

Tuma real wari

La Tumba Real Wari. Provincia de Huarmey, departamento de Áncash. Cultura Wari (siglos VII-IX d.C.), Castillo de Huarmey (4,5 horas de Lima hacia el norte). Fue un descubrimiento asombroso: la primera tumba sin saquear de los Wari, la antigua civilización que construyó el imperio más antiguo de Sudamérica entre 700 y 1000 d.C. Sin embargo, Milosz Giersz se dio cuenta de inmediato de que si se filtraba que su equipo polaco-peruano había descubierto un templo de 1200 años lleno de artefactos preciosos de oro y plata, los saqueadores llegarían en tropel.
Así que Giersz y Roberto Pimentel Nita, codirector del proyecto, excavaron silenciosamente durante meses en una de las cámaras fúnebres y recolectaron más de 1.000 artefactos, incluyendo joyería sofisticada de oro y plata, hachas de bronce y utensilios de oro, junto con los cuerpos de tres reinas waris y otros 60 individuos (la mayoría mujeres nobles), algunos de los cuales eran probablemente sacrificios humanos.
Era como un mausoleo de toda la nobleza wari en la región.

Un imperio pasado por alto.

Los señores wari han sido opacados desde hace mucho por los incas posteriores, cuyos logros fueron documentados extensivamente por los conquistadores españoles. Pero en los siglos VIII y IX d.C., los wari construyeron un imperio que se extendió por buena parte del Perú actual. Su capital andina, Huari, se convirtió en una de las grandes ciudades del mundo. En su cenit, Huari ostentaba un estimado conservador de alrededor de 40.000 habitantes. Exactamente cómo los wari forjaron su imperio, ya sea mediante conquistas o persuasión, permanece como un misterio arqueológico eterno. Aunque los saqueadores de tumbas han excavado en el sitio 44.5 hectáreas de manera intermitente por décadas, Giersz sospechaba que había un mausoleo que permanecía oculto, a grandes profundidades.

Objetos hallados en la tumba real wari

En enero de 2010 él y un equipo reducido escudriñaron la zona utilizando fotografía aérea y equipo de escaneo geofísico. En una cresta entre dos pirámides grandes de adobe, ubicaron el contorno débil de lo que parecía ser un mausoleo subterráneo.

Los saqueadores de tumbas habían arrojado escombros en la cresta. Al excavar en los escombros en 2012, Giersz y su equipo pusieron al descubierto una sala ceremonial antigua con un trono de piedra, debajo del cual se encontraba una cámara amplia sellada con 30 toneladas de relleno de piedra suelta. Dentro del relleno había una maza enorme de madera tallada, y además, había cinabrio. Así supieron que tenían el mausoleo principal.


Conforme los arqueólogos quitaron cuidadosamente el relleno, descubrieron hileras de cuerpos humanos enterrados en posición sentada y envueltos en textiles mal conservados. Cerca de ahí, en tres pequeñas cámaras laterales, se encontraban los restos de las tres reinas wari y muchas de las posesiones preciadas, incluyendo herramientas para hilar, hechas de oro. También habían enterrados adornos para las orejas incrustados de oro y plata, cuencos de plata, hachas rituales de bronce, una copa inusual de alabastro, cuchillos, contenedores para hojas de coca, cerámicas pintadas con colores brillantes provenientes de muchas partes del mundo andino, y otros objetos preciosos. Pero para los arqueólogos el mayor tesoro de la tumba (la primera real encontrada intacta) fue la nueva riqueza informativa sobre el imperio wari. La construcción de un mausoleo imperial en El Castillo muestra que los señores waris conquistaron y controlaron políticamente esta parte de la costa norte, y probablemente desempeñaron un papel clave en la caída del imperio septentrional moche. Los cuerpos de las reinas sepultadas tenían rastros de pupas de insectos, lo que revelaba que hubo asistentes que las habían sacado de la cámara funeraria y expuesto al aire. Esto sugiere que los wari exhibían las momias de sus reinas en el trono de la sala ceremonial, lo que permitía a los vivos venerar a sus muertos, como en muchas otras culturas andinas.

Amazonas

En otras zonas de América: las “Amazonas”. Relatamos brevemente algunos otros textos que hablan también de la presencia de mujeres poderosas en otras zonas de la América Precolombina. Gonzalo Fernández de Oviedo comenta sobre las primeras islas a las que llegó con Colón, que había  mujeres indígenas que vivían en repúblicas y eran señoras sobre sí, a imitación de las Amazonas. A lo largo de su crónica suministra datos de que algunos conquistadores, bajo el mando de Jerónimo Dortal, hallaron en tierra firme, pueblos donde las mujeres eran reinas o cacicas y señoras absolutas. Nuño de Guzmán y sus huestes, conquistadores de Nueva Galicia (Jalisco), conocieron una población de mujeres, que luego los españoles comenzaron a llamar “amazonas”. Nuño de Guzmán otorgó permiso a Gonzalo López, su maestre de campo, para explorar esa región y éste, con el permiso de ellas, entró con su tropa en el pueblo donde vivían, llamado Ciguatán o Ciguatlam (actual Cihuatlán), vocablo que quiere decir “Pueblo de Mujeres”. Asimismo, se tuvieron noticias del capitán Francisco de Orellana y los descubridores que navegaban con él, que la cacica Conori gobernaba en Tierra Firme, en Quito (entre el río Marañón y el Río de la Plata o Paraguanazú), un territorio de más de trescientas leguas pobladas de mujeres, sin hombres. Fernández de Oviedo explicó que era tanto el poderío de esta gobernanta, que le rendían obediencia y tributo grandes señores. Otra cacica de la que se habla es la del pueblo llamado Jalameco, que recibió al gobernador Hernando de Soto con fastuosidad.  También Fernández de Oviedo, recogió en sus crónicas rumores de pueblos habitados y gobernados por mujeres en las costas de Venezuela, Colombia, Quito y México. Para hacer más verosímil la presencia de las amazonas en el Nuevo Mundo, en junio de 1542, fray Gaspar de Carvajalconsignó que él y quienes lo acompañaban, las vieron luchando como capitanas al frente de un batallón de hombres indígenas. Ellas peleaban tan valientemente que los hombres bajo su mando no se atrevían a rendirse y a aquellos que intentaban retirarse, los mataban ahí mismo, ante los españoles. A pesar de algunos españoles no creer que estas eran “amazonas”, muchos sí venían influidos por las leyendas de estas mujeres guerreras, y las comparaban con las cacicas.

Anna Boyé: matriarcados actuales. Autora de “Matriarcados”, un trabajo etnográfico realizado en Guinea Bissau (los bijagó), China (los mosuo) y México (las juchitecas) sobre las comunidades donde las mujeres son respetadas por su sabiduría, organizan el trabajo, gobiernan y disponen el cumplimiento de la ley. Un trabajo que tendrá su continuación en documentales proyectados para los dos próximos años: los tiwi australianos, los minangkabau de Sumatra y los matsigenka de Perú. Boyé hace una exploración personal por algunas comunidades en que las mujeres gobiernan, organizan el trabajo y disponen el cumplimiento de la ley. Su sabiduría es respetada por todos y son admiradas por la valentía que muestran a la hora de tomar decisiones. Con ellas, los hombres se sienten seguros y protegidos. Y de más está decir que son reminiscencias del pasado, organizaciones matriarcales que lograron sobrevivir en pequeñas comunidades.
El hombre de las cavernas. Por otra parte, hubo un momento aún más lejano en el tiempo, en que la sociedad estaba organizada en grupos matriarcales. Los antropólogos todavía discuten sobre el tema. En cualquier caso, después de milenios de dominio patriarcal, han llegado hasta nosotros vestigios de aquel pasado. la Prehistoria abarca el Paleolítico, el Mesolítico, el Neolítico y la Edad de los Metales… O sea, arranca nada menos que hace 2,85 millones de años hasta hace solamente 12.000. No existe ningún dato objetivo que demuestre que eran sociedades patriarcales, aunque desgraciadamente, desde la Arqueología no podemos saber cómo era el reparto del trabajo o de la autoridad en función del sexo, si es que existía tal cosa. Aun así, sea cual fuere el papel de cada sexo durante la Prehistoria, hay que valorar en su justa medida la importancia de cada actividad: cazar no es más importante que contribuir a perpetuar la especie o proveer al grupo de plantas, frutos y raíces, alimentos que se están revelando como importantes en la dieta según los últimos estudios. También puede desmentirse el tópico desde la perspectiva de José Antonio Lasheras: ¿Por qué en libros, revistas, películas aparecen niños con las mujeres y casi nunca con los hombres en las ilustraciones de Prehistoria? Pueden ser visiones desde el presente. No hay pruebas objetivas de que fueran los hombres los que detentaban la autoridad.

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