El objeto de toda discusión no debe ser el triunfo sino el progreso. Todo el mundo sabe conversar, pero pocos lo hacen de forma correcta. Hay personas que sólo hablan de lo suyo sin importarle lo que pueden decir los demás y otras que tienen como única intención imponer su criterio, sin ningún respeto por las opiniones ajenas. De esta manera, lo único que consiguen es cansar a su interlocutor y ponerlo en su contra.
Saber elegir el momento adecuado, sin nervios o estar dolido. Habla con claridad y sé concisa, sin andar por las ramas. No te remontes al pasado y concéntrate en el presente. El fin de toda conversación es lograr una buena comunicación, entendernos bien con los demás y llegar a un acuerdo mutuo. Es importante tener claro lo que queremos conseguir.
En ocasiones, iniciamos una discusión únicamente para expresar nuestro malestar o para herir. Discutimos por discutir, sin ningún propósito concreto. si queremos llegar a un acuerdo, hay que evitar los sentimientos negativos.
Entenderse con los demás no siempre resulta fácil, sobre todo si la otra persona no se viene a razones. En estos casos, no basta con expresar nuestras ideas sin acritud, es necesario, además, resolver los posibles desacuerdos. Para ello acorta diferencias y queda en un punto medio.
Hay que tratar con educación y simpatía. Evita los juicios, las críticas y las acusaciones. Escucha con atención la conversación siempre te dará una estrategia valiosa que debes seguir para entenderte mejor y respetar los puntos de vista del otro, por muy equivocado que te parezcan, trata de no rechazarlos de plano.