“Hemos ido más allá de las expresiones utilizadas para emociones simples como ‘feliz’ o ‘triste’. Y hemos hallado una gran homogeneidad en la forma en que los seres humanos mueven sus músculos faciales para expresar veintiuna categorías de emoción”, ha explicado Alex Martínez, uno de los directores del estudio. Martínez ha destacado, igualmente, que estas veintiuna expresiones son comunes en prácticamente todo el mundo. “Son veintiuna emociones que se expresan del mismo modo en casi todo el mundo, al menos en nuestra cultura”, ha dicho.
Hasta ahora los investigadores tenían identificadas seis emociones elementales; alegría, tristeza, miedo, cólera, sorpresa y disgusto. El estudio del equipo de Martínez ha ampliado ese espectro de emociones tras haber fotografiado las expresiones de doscientos treinta voluntarios (ciento treinta mujeres y cien hombres, la mayoría universitarios). Estos tenían que reaccionar con una expresión facial a frases como “te acaban de dar una buena noticia inesperada” o “siente que huele mal”.
El análisis meticuloso de las cinco mil imágenes resultantes de este experimento han permitido a los científicos detectar variaciones en los principales movimientos conocidos de los músculos de la cara. Para ello han usado el Facial Action Coding System (FACS), un método ideado por el psicólogo Paul Ekman para analizar el lenguaje corporal. En total, además de las seis emociones básicas, han registrado otras quince combinaciones. Algunas de estas pueden resultar incluso contradictorias como “felizmente disgustado”o”tristemente enfadado”. La primera expresión podría ser aquella que ponemos cuando vemos en una película cómica una situación que desagrada pero que resulta divertida. La segunda, apunta Martínez, podría ser la cara que haría una persona cuando un ser querido le hace enfadar.
Martínez utiliza el símil de la paleta de colores para trazar una equivalencia con las veintiuna emociones. Hay unos colores básicos y primarios, que sirven de base al resto de colores. Con las expresiones sucede lo mismo.
Estos resultados permitirán diseñar con mayor precisión el mapa de emociones del cerebro e incluso ayudar en el diagnóstico y tratamiento de trastornos mentales como el autismo o el síndrome de estrés postraumático.