Las exploraciones científicas con destino a Marte siempre suelen traer sorprendentes datos sobre el planeta rojo. Durante las últimas décadas, estas expediciones han desvelado algunos impresionantes secretos sobre la geología y la hipotética biología que podría existir en Marte. Sin embargo, generalmente son misiones de larga duración y tardan años en completarse (véase el caso de los Rovers y su larga trayectoria).
Para acabar con este problema y poner en funcionamiento exploraciones más rápidas, el ingeniero de la NASA Joel S. Levine ha propuesto una idea innovadora: Mandar aviones robots impulsados por cohetes a Marte. Este tipo de avión, llamado ARES (Aerial Regional-Scale Environmental Surveyor), sería perfectos para llegar de forma rápida y más eficaz a lugares donde los robots terrestres no pueden acceder, consiguiendo así una vista más detallada de la superficie marciana.
Según sus creadores, podría llegar a alcanzar las 450 millas por hora (es decir, alrededor de720 kilómetros por hora). Volaría a 1’5 kilómetros de la superficie, lo cual permite observar una amplia zona de la superficie y obtener información de los terrenos más accidentados (los cuales soncasi imposibles de observar mediante satélites e inaccesibles para los robots terrestres).
Mide unos 6’5 metros de ancho y tiene 5 metros de longitud. Está impulsado por unos cohetes que permitirán un rápido desplazamiento y, cuando el combustible de éstos se agote, el avión aterrizará en la superficie marciana para completar su vida investigando desde el suelo misiones menos importantes.
El ARES llegaría a Marte en un cohete ordinario como si de cualquier otra misión se tratara. El avión estaría completamente plegado (las alas laterales y traseras pueden plegarse para ocupar poco espacio) dentro del cohete. Cuando entre en la atmósfera del planeta, a unos veinte kilómetros por encima del suelo, la nave abriría sus compuertas y dejaría despegar al avión, el cual abriría sus alas en pleno vuelo y pondría en funcionamiento sus cohetes de propulsión.
En caso de que finalmente se pusieran en funcionamiento este tipo de aviones, se centrarían principalmente en el hemisferio sur marciano, lugar donde el elevado magnetismo y el terreno montañoso se han combinado para formar una terreno misterioso y difícilmente accesible.
La investigación llevada a cabo por el ARES mejoraría ampliamente nuestras investigaciones del planeta rojo. En primer lugar, permitiría una comprensión mucho más profunda del magnetismo presente en Marte y de su evolución a lo largo del tiempo (el problema con el magnetismo en Marte siempre ha supuesto un tema de debate para los científicos, como podéis ver en este enlace).
Otro punto en el que estas investigaciones resultarían muy eficaces es en el estudio de la atmósfera. Gracias a la altura a la que volaría el ARES (nunca antes estudiada) obtendríamos valiosa información sobre la composición química de la atmósfera marciana y los distintos gases por la que está compuesta.
Su misión también se centraría en el estudio del agua en Marte: ¿Cuál es la influencia del vapor de agua en la atmósfera? ¿Qué conocemos sobre los polos congelados? Junto a estas preguntas, muchas otras investigaciones serían realizadas para comprender el papel del agua en Marte (y, también, el papel del agua líquida cuando existía, gracias a las “huellas” que podremos localizar en forma de cauces que anteriormente fueron ríos).
Otra investigación importante sería la de hacer una descripción detallada de porqué surgen extrañas cantidades de metano en Marte (indicio que algunos han calificado como posible prueba de vida en Marte).
Pero volvamos al problema inicial: ¿Cuánto tiempo llevaría realizar una exploración marciana con estos robots? Como ya hemos comentado al principio, sus creadores afirman que, una vez que haya despegado y esté volando sobre la superficie marciana, unas dos horas bastarían para realizar su trayectoria. En sólo ese tiempo podría investigar cerca de 1500 kilómetros de la superficie del planeta. Una vez transcurrido este período, el avión aterrizaría en tierra e investigaría desde allí otras misiones secundarias.
Con ese enorme recorrido, podría captar muchísimas fotografías y grabar numerosos vídeos gracias a las cámaras de las que estará dotado. Automáticamente, el ARES mandaría los datos obtenidos a la Tierra, para su posterior estudio científico. Además, según asegura el ingeniero creador del ARES, estas imágenes pasarían a estar disponibles a todo el que quisiera acceder a ellas:
“Nuestro objetivo es inspirar a los estadounidenses que están pagando esta misión con sus impuestos; pero más importante aún, inspiraremos a la proxima generación de científicos”
La idea no es nueva, este proyecto lleva ya unos años en la cabeza de los ingenieros de la NASA, pero es ahora cuando están surgiendo las mayores posibilidades de que se ponga en marcha una misión “seria” para construir y mandar uno a Marte.
Por supuesto, todavía falta bastante para que podamos ver algo similar en acción. Un equipo de250 ingenieros aeronáuticos está trabajando en ello y ya han creado algunos prototipos básicos. Según creen, si la NASA lo permite, podríamos ver a un ARES volando sobre Marte dentro de apenas 10 años.
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