Don Victor atisbó que el tren estaba llegando a la estación Carapachay. Eran las 10,30 horas de la mañana, con una sonrisa se puso de pié para pronto apearse. Todos los martes y jueves desde hacía diez años venía a visitar amigos y familiares de su viejo barrio. Tenía 76 años y estas visitas le alegraban el alma, a los 65 se había jubilado y mudado al barrio de Belgrano en la Capital Federal, pero las visitas a sus amigos eran sus combustibles mentales. Ya se imaginaba almorzando pastas y más tarde una partida de truco con la que se divertían como chicos. Descendió en el andén, encaminó sus pasos hacia el molinete de salida como siempre, pero se dio cuenta que tenía que pasar por el baño primero.
Tras ingresar, dos personas lo hicieron tras el, no había dado tres pasos cuando un golpe estalló a la altura de sus riñones, se dobló con un quejido de dolor. Otro golpe le pegó estando agachado, arrojándolo contra el piso… su cara se estrelló. En un estado de confusión se sentía desfallecer, no entendía nada, un ¿porqué? ¿porqué? latía en su cabeza. Sintió que hurgaban en sus bolsillos, le quitaron la billetera y un móvil sencillo que ni sabía usar muy bien.
Siguió el silencio,estaba aterrado,le dolía todo, con dificultad se puso de pie, miró las paredes del baño, con sangre el rostro y la nariz rota salió al exterior, dio tres pasos y cayó en el andén. Alzó la cabeza por última vez, recordó el rostro de su nieto cuando era pequeño y exhaló su último suspiro. Alguien llamó a la policía, y llegaron los forenses determinando más tarde que la muerte se había producido por infarto ante el fuerte impacto emocional sumado a la golpiza.
Mas adelante de las averiguaciones surgió un testigo que lo vio entrar, luego a dos jóvenes tras el que al momento salieron y huyeron de prisa.Está todo mal cuando un móvil vale la vida de un hombre, seguramente lo venden por monedas para comprar droga u obtener unos pesos miserables.
Don Victor tenía mucho para seguir viviendo, deja un vacío en sus hijos, nietos, otros familiares, amigos que lo apreciaban y valoraban.Nada es más importante que la vida, los ancianos y los niños son a los que más hay que preservar porque las Bestias van tras ellos. (La mujer entra también en la cadena de fragilidad como víctima preferida) Una historia similar a esta sucedió en estos días, y cientos suceden aunque no todas terminan con la muerte.Los políticos, la Justicia, las fuerzas de seguridad, tienen que reaccionar y actuar para trasladar más seguridad a la población ya que es lo que más preocupa, más que la inflación y el desempleo.