Fue hija de faraones, hermana de faraones, madre de faraones y esposa de faraones. Y, sin embargo, ella fue también faraona. Hatshepsut (1507 a.C.-1456 a.C.)es una de las escasas reinas que la extensa historia egipcia recoge en sus páginas. La inteligencia, la pronta madurez y la ambición son los rasgos de carácter que cincelan la personalidad de esta mujer quegobernó sobre las Dos Tierras durante 22 años.
Su padre fue el gran Tutmosis I, a quien le unió una relación muy cercana, que llevó al rey a integrar a la niña en la vida oficial de la corte. El faraón había tenido más hijos tanto con la madre de Hatshepsut, la esposa oficial Ah-Mes Ta Sherit, como con la concubina Mut Neferet, que dio a luz a su medio hermano y esposo, el futuro Tutmosis II.
Desde la adolescencia de la niña, dos personajes secundarios marcaron con fuerza su vida. El primero fue Ineni, consejero y arquitecto real, que frustró en dos ocasiones el intento de Hatshepsut por acceder al poder en solitario. La primera ocasión en que Ineni se interpuso en su futuro se dio al fallecer su padre, momento en que el consejero logró que Tutmosis II fuera nombrado faraón y Hatshepsut se vio relegada a gran esposa real de su hermanastro.
La segunda ocasión llegó con la muerte de Tutmosis II, cuando Hatshepsut fue de nuevo arrinconada y nombrada mera regente de Tutmosis III. Esta situación no se alargó y en 1472 logró deshacerse de Ineni y se erigió en reina absoluta.
Mucho más productiva fue la influencia del otro gran hombre de su vida, Senenmut, también arquitecto real y el principal apoyo de la joven desde su adolescencia y hasta su muerte. No sólo fue el artífice de la mayor parte de la espectacular obra constructiva que desarrolló la faraona, sino que, según se sospecha, su relación traspasó el límite de lo estrictamente político y fue toda una historia de amor. De hecho, se le ha llegado incluso a adjudicar -sin base sólida- la paternidad de Neferu-Ra, la hija de Hatshepsut.
Durante sus 22 años en el poder, apenas se libraron batallas y las Dos Tierras de Egipto vivieron uno de sus más extensos periodos de pacificación. Fueron dos los objetivos en los que Hatshepsut concentró sus esfuerzos políticos y económicos: la actividad constructora y la expedición al País de Punt.
Senenmut dirigió espectaculares trabajos arquitectónicos por todo Egipto, especialmente en Tebas y Karnak, pero la obra que alzó al olimpo histórico a arquitecto y reina fue Deir el Bahari: un templo funerario incrustado en la roca, formado por terrazas y rampas, que aún hoy puede contemplarse en todo su esplendor.
De la expedición al País de Punt sabemos por la decoración en éste y otros templos en los que queda patente la importancia que este hecho tuvo durante el reinado de Hatshepsut. El propósito de la expedición a estas tierras -posiblemente Somalia- era lograr la preciada mirra. Los egipcios cumplieron sobradamente y la delegación llevó a Egipto maderas, oro y un sinfín de especias naturales desconocidas hasta el momento.
La luz de Hatshepsut comenzó a apagarse con la muerte de Senenmut y la adolescencia de Tutmosis III, que comenzó a reclamar su derecho al trono. Se desconoce cómo murió la reina, pero lo que sí ha quedado claro es el odio que le dedicó Tutmosis III, quien trató de borrar todo vestigio de ella para que la Historia no conociera su existencia. Sin embargo, su reinado y su legado dejaron una impronta indeleble.