Muchas veces hacemos referencia a los clásicos en cuanto a modelo de sociedad, me refiero a aquellas sociedades en que existían pensadores que con el tiempo hemos llamado filósofos, matemáticos, físicos, humanistas…, o simplemente librepensadores.
Esas sociedades, donde la existencia de una democracia real no estaba reñida con la búsqueda de la razón o el conocimiento en la coexistencia de un número de “dioses” necesario para dar explicación en lo que la razón y el conocimiento no daban respuesta. En concreto ponemos como ejemplo a la antigua Grecia. Esa sociedad en estado embrionario demostró que no es necesario prescindir de la pasión por adquirir el conocimiento para poder evolucionar como ciudadanos.
Por supuesto que la clase sacerdotal, que siempre ha presumido de un contacto divino y ha hablado en nombre de esas supuestas deidades, ha influido en los acontecimientos de la historia de esas sociedades, claro ejemplo son las consultas a los distintos oráculos para casi cualquier cosa que tuviera trascendencia en el devenir de la vida en esos tiempos.
Pero la historia nos ha demostrado que siempre existió esa comunión de lo divino y lo mundano en perfecta armonía sin entorpecer el desarrollo de los que en aquel momento ejercían la ciencia como modo de vida y por lo tanto enriquecían las mentes del resto de sus contemporáneos.
Es con el paso de la historia cuando se cercenan los cultos de varios dioses y se gestan las religiones del “dios único”, en ese momento se funden religión y política, anulando el conocimiento, supeditándolo a los designios de la casta sacerdotal en comunión con la divinidad “tirana”.
En ese momento comienza la denominada “era oscura” donde el conocimiento estaba atesorado en los centros de culto a esa divinidad única, a su vez sólo era realmente conocimiento aquello que era de beneficio a dicha casta sacerdotal, el resto era achacado a seres maléficos que en nada podían beneficiar al ser humano, por lo que eran sistemáticamente eliminados de los pocos archivos del conocimiento existente durante esa larga y penosa época.
Durante cientos y cientos de años, esas religiones monoteístas han moldeado las sociedades a su conveniencia, creando textos que sostuviesen sus desvaríos como argumentos divinos, prometiendo que las miserables vidas de la inmensa mayoría de contemporáneos se verían recompensadas en el fin de sus vidas terrenales. Haciéndolos creer que sus miserias tenían su razón de ser en una recompensa después de su muerte, mientras debían actuar según los designios que esa casta sacerdotal esgrimía como manifestaciones de esos cultos monoteístas con palabras provenientes de la divinidad única.
No contentos con acaparar el conocimiento, también supieron convencer a la población que las pertenencias terrenales harían mejor donarlas a dichas castas sacerdotales a cambio de un seguro de vida espiritual. Claro está que solamente si se era pobre eso podría funcionar, ya que la clase dirigente estaba exenta de dichas dádivas a cambio de licencias y pequeñas donaciones que no perjudicasen en demasía las arcas de la nobleza y que engrosaban las arcas de las instituciones sacerdotales que para eso se crearon.
Si intentamos hacer un ejercicio mental de imaginación e intentamos recrear la vida en aquellas sociedades iniciales idílicas, obtendremos un modelo perfecto que en justicia debió haberse perpetuado hasta la actualidad, alimentando el conocimiento y la ciencia para beneficio de nuestra sociedad y en definitiva de todos nosotros. A cambio, las solicitudes a los distintos seres imaginarios que ya no tendrían razón de ser y, en consecuencia, su casta sacerdotal sería proporcionalmente dada como desaparecida, hasta alcanzar un grado de evolución humana muy superior a la que en el día de hoy hemos adquirido, arañando conocimiento a aquellos empeñados en que sigamos en la oscuridad que da razón de ser a su “dios único”.
http://misteriosaldescubierto.wordpress.com/2014/03/02/el-problema-del-dios-unico/