domi LOS ABLANDADORES DE PIEDRA

¿Y si hubiera algo de verdad en las leyendas que señalan que los pueblos antiguos lograron ablandar la piedra? Dicen que de ese modo conseguían obrar monumentos imposibles…

Miramos, por ejemplo, a la fortaleza de Sacsayhuaman o en la ciudad inca de Machu Pichu, para darnos cuenta de cómo sus constructores fueron capaces de unir, en portentosos muros, piedras de decenas de toneladas de peso que engarzaban unas con otras como un puzzle tridimensional perfecto. Entre las piedras unidas no puede introducirse ni siquiera una cuchilla de afeitar.

También en Egipto existen restos similares, como las conocidas rocas de Assuan. Nadie sabe cómo aquellos hombres trabajaron la piedra, cómo la utilizaban con tal destreza, como si fuera maleable, como si fuera barro.

La misma reina del antiguo Egipto, Hatswpsut, lo dejó escrito en relación al enorme monolito de Karnac: “Las generaciones futuras –decía- se preguntarán sobre la técnica e izado de este gran monolito”. Y vaya si tenía razón.

Muchos expertos prefieren eludir la cuestión. No les sobran razones: preguntarse tal cosa significa avanzar por un terreno resbaladizo que, nada más y nada menos, conduce a una conclusión que parece sacada de la ciencia ficción, porque incas y egiptos pudieron haber desarrollado un sistema para ablandar la piedra y trabajar con ella antes de que se endureciera.


Los dos presentes serían sendas plantas.
          Las leyendas no siempre son mitos. A veces esconden verdades metaforizadas. Y dicen esas leyendas que los dioses hicieron a los indios nativos americanos dos regalos. Gracias a ambos presentes –prosiguen esas “historias” floreadas- podrían elevar gigantescas fortificaciones.

La primera fue la coca, gracias a la cual, indicaron los dioses, los obreros trabajarían impulsados por una poderosa fuerza. Bien que lo sabían… Y es que las drogas no son cosa moderna ni antaño tuvieron el estúpido uso que el hombre moderno les ha dado.

La otra fue la hoja del arbusto jotcha, que trataba con otros vegetales y sustancias tenía una fascinante aplicación: servía para ablandar la piedra y convertirla en una masa blanca.

Un experto en folklore andino, el americanista Jorge Lira, trató de reproducir lo que los indios locales llaman “masificación”. Lo hizo utilizando ese arbusto, la jotcha, y siguiendo el método de ablandamiento que narra las leyendas…

Y lo logró.

No es broma: consiguió convertir una roca dura en barro moldeable.

No todo fueron buenas noticias: no supo dar con la fórmula para invertir el proceso y endurecer la roca una vez que había sido trabajada.Seguramente, se aproximó al secreto de muchas de las construcciones incas, pese a lo cual no quiso calificar como un éxito su hallazgo.

Más inquietantes resultan las investigaciones llevadas a cabo por el científico y experto en materiales Joseph Davidovit. Sometió a análisis microscópicos y a rayos X varias piedras extraídas de monumentos egipcios, entre ellos algunos bloques pertenecientes a las pirámides de Gizeh.

Descubrió algo más que sugerente: en el interior de aquellas rocas había fibras, cabellos, bolsas de aire…

Aquellos respondía a una sola explicación: esos hombres lograron ablandar la piedra y, cuando se endureció, algunos elementos ajenos quedaron atrapados en la roca.

A la luz de este descubrimiento podría pensarse que la supuesta fórmula mágica no era tal. En definitiva, que respondía a la realidad. Cree haberce encontrado, muy cerca de Assuan, parte de la solución al misterio. Está en la llamada Estela Química de Jun, que data de la época faraónica. Allí, los 2.600 jeroglíficos encontrados muestran una receta dictada por los dioses gracias a la cual podía ablandarse la roca.

Davidovits, partiendo de esas instrucciones, y del contenido de la parte de los jeroglíficos que ha podido descifrar, trató de obrar el milagro.

Yen parte… Sólo en parte…

Porque al igual que le ocurrió al investigador peruano Jorge Lira, no fue capaz de volver a convertir en roca el barro resultante de la operación química. Lo que nadie puede negarle es que se aproximó a esa auténtica “piedra filosofal” que hoy sigue constituyendo un insondable misterio, pero que a los antiguos incas y egipcios les permitió levantar gigantescos monumentos.

http://perso.wanadoo.es/e/elarchivador/Enigmas/Ablandadores/ablandadores_de_piedras.htm

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