Las focas de Weddell recién nacidas, con sus enormes ojos brillantes y su pelusa suave, no solo son unas de las crías mamíferas más adorables, sino las más inteligentes también, según especialistas del Museo Nacional de Historia Natural de Estados Unidos.
Para llegar a esta conclusión los empleados del museo, junto con expertos del Centro Smithsonian de Investigaciones Ambientales, analizaron los cuerpos de 10 cachorros muertos que habían recogido congelados en las nieves de la Antártida. Descubrieron que los cachorros, en comparación con las proporciones cerebrales en los adultos, tienen un cerebro que es el más grande conocido para cualquier mamífero hasta la fecha. Cabe destacar que sus cuerpos, en cambio, son bastante pequeños, en comparación con muchos otros recién nacidos.
Cuando las focas de Weddell nacen tienen el cerebro desarrollado en un 70%. Para hacerse una idea, los bebés humanos al nacer tienen un cerebro que supone solo el 25% de su futura masa en la edad adulta. Según los científicos, el fenómeno tiene una explicación evolucionaria. Las focas se ven obligadas a sobrevivir en un entorno altamente hostil. Un cerebro grande les permite bucear debajo del hielo, orientarse en el agua y reaccionar sin demora.
Tienen que aclimatarse muy rápidamente, ya que sus madres les abandonan a una edad muy temprana, con solo seis semanas. La causa es muy simple: les agota la lactancia. Un bebé que solo pesa 30 kilos necesita hasta 50 gramos de glucosa diarios (según los científicos, su enorme cerebro siempre sufre ‘hambre energética’ y necesita 28 gramos de esos 50 para sobrevivir). Con la leche materna les llegan unos 39 gramos, pero la madre adelgaza y se debilita muy rápidamente. Si no deja de lactar, pondrá su propia vida en peligro.