Sea pariente, amigo o incluso desconocido. Es apropiado pues, aprender a disculparse.
Un maestro jasídico preguntó una vez a sus discípulos: “Si van a perderse en un bosque, ¿qué es mejor?: ¿Perderse mientras uno está de a pie o montando un caballo?”
“Es mejor perderse caminando” uno de sus discípulos contestó. “Pues no llegaría tan lejos, como lo haría montado a un caballo”
Sin embargo, otros respondieron: “Es mejor perderse montando un caballo. Porque en el minuto en que uno comprende que está perdido, podrá salir más velozmente del bosque”
Durante el viaje a través de nuestra vida a menudo nos perdemos. Cometemos errores. Esto es inevitable. La rapidez con la que arreglemos nuestros errores una vez que los descubrimos- es lo que marcará la real diferencia en la calidad de nuestras vidas.
Algunas personas encuentran muy difícil el acercarse a quien han herido y disculparse por el dolor que pudieron haber causado.
¿Cuántas relaciones personales y de trabajo podrían salvarse?, ¿Cuántos hogares destruidos podrían repararse? ¡¿Cuántos alejamientos entre padres e hijos podrían resolverse- si una de las partes involucradas hubiera tenido el valor para enfrentar a la otra persona y decir: “Lo siento”?! Incluso cuando creemos que no tuvimos ninguna mala intención o que no estábamos en falta, aún así podríamos disculparnos por el dolor que el otro ha sufrido.
Admiro a la enfermera que, antes de aplicar una inyección, dice al paciente, “lo siento, pero esto va a doler” Aunque su acción es para el beneficio del paciente, ella se disculpa por el dolor que va a causar.
A algunas personas les inquieta decir: “Lo siento”. Quizás piensan que haciéndolo estarán admitiendo un mal. Quizás tienen miedo de lo que podría pasar si su disculpa es rechazada. Sin embargo, ganaríamos mucho más respeto de los demás si tuviéramos el valor para disculparnos. Todos lo que estaríamos diciendo es: Soy más inteligente hoy de lo que era ayer, y he aprendido algo nuevo. “Nuestro enojo es el que lo nos hace ingresar en un altercado,” dijo una vez un hombre sabio, “y nuestro ego se ocupa de que permanezca allí”
Una vez, cuando estaba disculpándome ante un viejo amigo, él sonrió y me dijo, “Desearía poder ser tan valiente como tú y poder decir que lo siento”. Nuestra vieja amistad se reanudó y es hoy mucho más significativa que antes.
¿Cómo disculparse? ¡Simplemente haciéndolo! Lo único que se necesita es una sola acción para dar vuelta el caballo y salir del bosque.
http://www.es.chabad.org/library/article_cdo/aid/639358/jewish/Cmo-Disculparnos.htm