Corrientes peligrosas de pensamiento y nuevos horizontes

Exposición sucinta y genérica de dos grandes corrientes de pensamiento actuales cuyas implicaciones en el ámbito socio-político suponen no sólo un reduccionismo del ser humano, sino una de las formas de dominación encubierta.

Una fuerte corriente de pensamiento, hace tiempo cabalga a sus anchas por la mentalidad popular e intelectual. Se trata de una concepción del ser humano y lo social que lo reduce todo a una serie de datos estadísticos lo segundo, y biológicos y neurológicos lo primero. Se llama cientifismo. Y su empeño es convencernos que todos estamos determinados por nuestra base estamental en lo social y biofísica en lo corporal.

De forma paralela, hace tiempo que también recorre esa misma mentalidad, otra corriente de pensamiento cuya concepción del ser humano, esta vez en el ámbito del conocimiento y la ética, propone el relativismo; es decir, postula que es imposible saber la verdad de las cosas y las ideas y, por tanto, los conceptos de libertad, conocimiento y de ética individual también son relativos, y no hay verdades a las que atenerse.

La confluencia de ambas corrientes de pensamiento han ido acaparando sibilinamente la mentalidad general de la sociedad desde finales de la Segunda Guerra Mundial, junto con el mayor desarrollo de las teorías posmodernistas.

Las consecuencias de dicho pensamiento conjunto no es baladí. Viene a reforzar una concepción del mundo y del ser humano sin libre albedrio ni libertad, por una parte ven al individuo determinado por la biofísica y lo cultural, y por la otra, sin asientos éticos ni morales veraces que le permitan tener criterios propios.

Las concepciones aceptadas sociológicamente no son neutrales, sino que corresponden a una intencionalidad valorativa que facilita las distintas formas de actuar por y para la sociedad. Una parte de todo este edificio de significados que supone la mentalidad social, son las ideologías políticas, que actualmente son las que más se aprovechan de ello.

Si se deja al individuo sin criterios propios (o se le convence que no los tiene o de que sirven de poco), el control y manipulación de los líderes de masas políticos podrán pescar a su antojo (¡Aquí tenéis los criterios!… ¡Esta es la verdad!…). De hecho, esta es una época de florecimiento de grandes «religiones» sociales basadas en la moralina uniformante del pensamiento único. El individuo se convierte así en un ser gregario, donde todo su valor reside en sumarse como miembro de un colectivo y ser dirigido por la opinión mayoritaria, curiosamente coincidente con las opciones convencionales políticas.

Si además le añadimos la instrumentalización que supone ver al individuo clasificado en estadísticas de clase, y medido por los criterios macroeconómicos políticos de los Estados, junto al apoyo de tecnologías que supongan el control de los patrones biofísicos de los individuos, la manipulación está prácticamente asegurada. Haciendo cada vez más cercano ese ‘mundo feliz y perfecto’, que ejemplarizara Huxley.

Creo, sinceramente, que ha llegado el momento que la gente tome conciencia de que la sociedad se basa en el individuo, y no al revés. Es hora, tal vez, de cuestionarnos el papel que juega el Estado en nuestras vidas, que su historia no es tan larga como la gente cree, y poner a debate su misión y sus límites, y proponer una apertura hacia otros horizontes sociales más acordes con la libertad de las personas.

Por mi parte, pienso que debemos profundizar en los conceptos que la Panarquía puede ofrecernos, sería una forma de empezar a ver una sociedad más libre y próspera para todos.


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