domi Claves para vivir en una sociedad saturada por el estress.

Por DAISAKU IKEDA

Vivimos en una sociedad de altos niveles de tensión y estress, los síntomas de estos niveles extremos de estress pueden verse en el síndrome de «muerte por sobredosis de trabajo» y en el alto índice de suicidio.   La intimidación viciosa entre los niños es también un reflejo de este stress.
Martin Seligman, reconocido por su investigación acerca de la psicología de la esperanza, expresa su preocupación con respecto a lo que él llama «el gran yo y el pequeño nosotros»—un dilatado ensimismamiento y un sentido de conexión con las demás personas cada vez más atenuado    Parece claro que esta tendencia debe ser confrontada si deseamos prevenir que nuestras vidas sean cada vez más estresantes.
En el pasado, la sociedad humana ofrecía estímulos y oportunidades que permitían a las personas extender una red apoyo entre todas, especialmente en situaciones altamente estresantes. Desafortunadamente, muchas de las redes que solían darnos apoyo han sido debilitadas o socavadas.   Enfrentados al estress, muchas personas sienten que no tienen a quien recurrir, que no tienen acceso al tipo de amistades o comunidades donde puedan fácil y abiertamente compartir sus problemas y preocupaciones.
El termino «estress» originalmente viene de la física y se refiere a la deformación de un cuerpo que ha sido sometido a fuerzas externas.   Luego vino a ser utilizado para referirse al efecto de diversas presiones sobre el estado de salud mental y física de las personas.  No hace falta decir, que así como diferentes materiales resisten en mayor o menor grado ante la fuerza de la presión física, así mismo nuestra habilidad para hacer frente a las situaciones estresantes varían en gran medida de persona a persona.
Un trabajo o una situación interpersonal que un individuo pueda encontrar intolerantemente estresante puede, para alguien más, no representar stress alguno.
Por esta razón, decirle a otra persona que su problema no es gran cosa, aún con la intención de ayudar y de animarlos, puede, de hecho, profundizar e intensificar su experiencia de estress.   Las reacciones del corazón humano son mecánicas y predecibles, pero infinitamente sutiles y delicadas.
Desde una perspectiva, el núcleo de la las Fuentes del stress puede encontrarse en nuestras ideas contemporáneas acerca de la naturaleza del ser.   Por otro lado, cada uno de nosotros, como «individuos libres», deberíamos ser capaces de valernos por nosotros mismos ante cualquier situación.  Al mismo tiempo, las masivas estructuras burocráticas de la sociedad tratan a la gente como piezas de engranaje para maquinarias, sin calculo del sentido de que somos impotentes para moldear nuestro destino, mucho menos de ser capaces de conducir a la sociedad humana hacia una nueva y mejor dirección.   Desgarrados entre las expectativas excesivas y los sentimientos de máxima impotencia, la gente se vuelve cada vez más susceptible a los impactos del estress.
Aprender a lidiar con el estress exitosamente requiere que tratemos de vernos a nosotros mismos bajo una luz diferente.  Necesitamos una comprensión más profunda de nuestro verdadero potencial ilimitado así como de nuestra vulnerabilidad, de manera que podamos desarrollar nuestra fuerza como individuos a través del apoyo mutuo.
Hans Seive, quien ha sido pionero en el campo de los estudios acerca del estress, ofreció el siguiente consejo basándose en su propia experiencia batallando con el cáncer: Primero, establezca y mantenga sus propias metas de vida.   Segundo, viva de manera que su presencia sea necesaria para otros – tal manera de vivir es, en última instancia, beneficiosa para usted mismo.
Es natural para nosotros, como seres humanos, mirar hacia adelante. Nuestros ojos miran naturalmente hacia delante.   En este sentido, estamos creados para ir tras una meta.  Al mismo tiempo, extender nuestras manos a otros seres que estén sufriendo fortalece nuestra habilidad para enfrentar nuestros propios problemas y desafíos con coraje.
Los Sutras Budistas contienen esta parábola, que es muy bien conocida:
Un día, Una mujer arruinada por la pena de haber perdido a su hijo, se dirigió a  Shakyamuni.  Esta le suplicó que le devolviera la vida a su bebé.  Shakyamuni la consoló y le ofreció preparar una medicina para revivir a su hijo.   Para poder hacer esto él necesitaría unas semillas de mostaza, sin embargo, tendrían que provenir de un hogar donde nunca se hubiera experimentado la muerte de un miembro familiar.   La mujer fue de casa en casa preguntando en cada una por las semillas de mostaza.  Más no pudo en ninguna parte conseguir un hogar donde no se hubiera presentado la muerte.   A medida que continuaba su búsqueda, la mujer comenzó a darse cuenta de que su sufrimiento era algo que todo el mundo compartía.  Así que regresó a ver a Shakyamuni determinada a no dejarse vencer por el sufrimiento.
El entrenamiento físico y mental genera una transformación en nuestra experiencia de las cosas.  La misma pendiente empinada, que para el inexperto esquiador provoca sólo terror, es para el experto una fuente de gran emoción y alegría.  De la misma manera, con el estudio constante, podemos sacar conocimiento e inspiración de los más profundos y difíciles textos.
Así como el entrenamiento físico puede desarrollar las capacidades ocultas de nuestros cuerpos y así como el entrenamiento intelectual desarrolla nuestras capacidades mentales, nuestros corazones pueden ser entrenados y fortalecidos.   A través del proceso de superar el dolor, por ejemplo, se hace posible para nosotros ver más allá de nuestros sufrimientos y preocupaciones cuando desarrollamos un sentido más amplio y sano de nosotros mismos.   Esta experiencia puede inspirar actos de compasión por otros que han experimentado este mismo dolor.
Al trabajar en conjunto y por el bien de todos, es posible convertir aún las más estresantes situaciones en una oportunidad para aprender a vivir con una perspectiva elevada y con mayor energía.   Parece poco probable que las fuentes del estress que enfrentamos ahora disminuyan; es más, parece más probable que aumenten.
Ahora, más que nunca, necesitamos desarrollar las cualidades del valor, la sabiduría y la esperanza a medida que forjamos redes expansivas de apoyo.
Al final, la clave para vivir en una sociedad saturada por el estress yace en hacer propio el sufrimiento de los demás –   en liberar la capacidad humana por la empatía.  No hay necesidad de llevar en soledad la carga de un corazón pesado.

Daisaku Ikeda.

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