domi «Estuvimos en una comisión enseñando a sus Señorías cómo se liaba un porro»

Los editores de la revista ‘Cáñamo’ explican las ventajas y desventajas de la regulación del cannabis y la figura de asociaciones cannábicas 

Los editores de la revista 'Cáñamo' Jaime Prats y Moisés López.

Los editores de la revista ‘Cáñamo’ Jaime Prats y Moisés López.

En varios países del mundo está abierto el debate sobre la regularización del uso de la marihuana, cuyo consumo ha sido recientemente legalizado en Uruguay. Incluso autoridades sanitarias hablan, como las de la Generalitat de Catalunya, de las ventajas de una regulación y las desventajas de la situación actual, desde el punto de vista de la salud pública. Todo esto dentro del auge de las asociaciones cannábicas que en España son unas 600, la mitad de ellas están en Catalunya. Hablamos con Jaime Prats y Moisés López, editores de la veterana revista Cáñamo.

La revista Cáñamo nace en 1997, con el objetivo de ser el portavoz de un movimiento social por la legalización del cannabis. ¿Cómo está la cuestión?

Jaime Prats: Hay una ley de 1967, que siguiendo un mandato de la ONU. Incluyó el cannabis en la lista de sustancias prohibidas, pero había tolerancia para la tenencia siempre que fuera para el consumo propio. Fue hasta la Ley Corcuera de 1992, que se inventó el concepto de «tenencia ilícita»…

Si hay «tenencia ilícita», esto debe ser porque hay una tenencia lícita…

«Queremos que todo el mundo tenga información para decidir con responsabilidad» Claro que no, esta es una de las muchas incongruencias que hay en este asunto. Tras la ley toda tenencia era ilícita y te sancionaban con multas que iban, y van, desde 300 hasta 3.000 euros. Como protesta por esto, se legalizó en Catalunya la Asociación Ramón Santos de Estudios del Cannabis (ARSEC) -Ramón Santos fue un abogado que defendió ante los tribunales a los consumidores de sustancias prohibidas-, que es la primera asociación cannábica legalmente constituida. Los objetivos de la asociación son reclamar una regularización del consumo y la autoproducción para acabar con el mercado negro, la adulteración y el envenenamiento del producto, que en un marco legal y regularizado, se evitaría.  Queremos que todo el mundo tenga la información para decidir y escoger con responsabilidad.

Claro que un mercado ilegal supone mucho dinero negro en movimiento, un dinero sin control que quizá esté en el fondo del mantenimiento de la prohibición, pero… ¿Cómo encajó esta asociación con el marco legal existente?

Sí. Sobre la asociación, la inscribimos en el registro de asociaciones de la Generalitat de Catalunya. En principios quisimos registrarla como asociación de consumidores, pero el registro civil nos dijo que eso era apología del consumo, por lo que la registramos como una asociación de estudios. En fin, una muestra más de la hipocresía y la estrechez moral con la que nos encontramos a diario en esta lucha. A partir de 2001, se fundó el club  de consumidores de cannabis, que nació en torno a los trabajadores que hacemos la revista Cáñamo. Pero en 2005, podemos decir que hubo un boom de los clubes de fumadores. Sobre todo a raíz de que un club de Bilbao consiguió que un juez le devolviera la hierba que había sido requisada por la Policía. Esto hizo que la gente se sintiera un poco más segura.

La asociación contó con 10 socios fundadores, pero en 2001, ya contaba con 3.000. Los estatutos legalizados sirvieron como modelo para otras asociaciones cannábicas que aparecieron por todo el territorio español. ¿Cómo funcionan estos clubes de fumadores?

«Hay consumidores lúdicos, pero también terapéuticos»

Aquí en Barcelona debe de haber unos 300, y el consumidor es socio de todos los clubes. Están registrados y pagan sus impuestos, en cambio son pocos los que reconoce el Departamento de Justicia. En una última circular de la Fiscalía decían: «Los clubes cannábicos pueden moverse en un marco muy estrecho», esto es lo que les decían a fiscales y policías. Los socios de los clubes son mayores de edad, pagan una cuota para sufragar el autocultivo y a los empleados que se encargan de ello. Hay consumidores lúdicos, pero también terapéuticos. Se pagan impuestos, se sacan consumidores de las calles, se garantiza que el producto no sea adulterado…

¿Pero la Policía está cerrando algunos de estos clubes?

Sí, es una lucha continua. Hablas con policías sobre lo que hacemos y nos comprenden, pero luego vienen y se llevan las plantas. Nosotros decimos que primero debería ser un juez el que dictamine si lo que hacemos es malo. Estamos pidiendo al Ministerio de Interior que cambie estos protocolos, pero hasta ahora no lo hemos conseguido.

¿Quieres decir que la Policía actúa sin orden judicial?

Sí, en la mayoría de los casos, es así.

Moisés López: Sí, la circular de la Fiscalía que te contaba Jaime, que se emitió en el mes de agosto de este año, fue la que dio alas a los fiscales y policías para estos controles indiscriminados.

¿Hay algún tipo de regulación del autocultivo para consumo propio?

«Según la Fiscalía toda plantación es ilegal» Jaime Prats: No, no hay nada. Según la Fiscalía toda plantación es ilegal.

Moisés López: Tienes que tener permiso de la Agencia del Medicamento.

Jaime Prats: Esta es otra incoherencia, porque nosotros pedimos ese permiso. Según plantean nuestros estatutos legales y como asociación registrada de consumidores, solicitamos el permiso a la Agencia del Medicamento para la producción de plantas de marihuana para el consumo de nuestros socios. Todo legal, sin ánimo de lucro, con una demanda establecida, y esa producción estaría en función de esta demanda interna de los socios. En fin, la cuestión es que la Agencia del Medicamento nos dice que no se siente competente para respondernos, no es que niegue, es que no nos admite a trámite la pregunta. Mientras la Fiscalía y la policía nos dice que tenemos que pedir permiso a dicha agencia para nuestros cultivos, la Agencia nos dice que ella no está para dar permiso a la gente o asociaciones que consumen, están para dar permiso a la industria farmacéutica. Esta es la incoherencia y el limbo legal en que nos encontramos. Además ahora, con la gran proliferación de clubes de fumadores están preocupados, quieren meterle mano pero no saben cómo.

¿Y qué dicen los políticos?

Jaime Prats: Nosotros hemos hablado con todos. Con la consejería de Interior de la Generalitat, con la Dirección Nacional de la Policía, con los Mossos d’Escuadra, nos hemos reunido con todos los partidos políticos. Mira, yo tengo más de 50 años y soy un consumidor consciente y responsable desde hace muchos años, sé lo que quiero, y todo esto me parece ilógico. La semana pasada estaba en Holanda, país pionero en estos asuntos, y ahora también quieren dar marcha atrás en algunas cosas, pero en este caso sí que se plantean regularizar las plantaciones controladas en algunos municipios. Todo esto debe hacer con la trazabilidad, que las plantas que se produzcan, no puedan ir a un mercado desconocido, a un colegio, por ejemplo.  En Estados Unidos, que es la punta de lanza en la llamada guerra contra las drogas, resulta que en Colorado, Washintong y California ya está el uso lúdico permitido.  En Uruguay es legal. Nosotros presentamos un código de buenas prácticas, y con las leyes actuales, podríamos tener cabida, sin cambiar ninguna ley, aunque para recoger el sentir de muchos sectores de la sociedad habría que cambiar leyes a largo plazo. Incluso cuando hablamos con Sanidad, nos dio la razón, porque se podría evitar riesgos sanitarios en la población. Con una visión más progresista de las leyes actuales podríamos evitar que se nos molestara. Hay asociaciones, por ejemplo, con 10.000 personas registradas, que con la ley actual podrían ser declaradas ilícitas, lo cual es una barbaridad.

¿Y fuisteis al Parlamento de España en 2001?

«Todos los políticos nos dan la razón, pero no saben cómo hacerlo» Sí, y aunque es una anécdota, estuvimos en una comisión enseñándoles a sus señorías cómo se liaba un porro, les enseñamos la diferencia entre la marihuana y el hachís, las porquerías que llevan por culpa de la ilegalidad… Todos los políticos nos dan la razón, pero no saben cómo hacerlo, y nosotros sí.

¿Y sí se legalizaran más seriamente los clubes de fumadores?

Pues el Estado podría recaudar el 25% de impuestos de los clubes más grandes, que no tendrían que revertir en sanidad, porque no hay ningún problema de sanidad entre los consumidores, podría ir para escuelas, la investigación contra el cáncer, carreteras… Con las leyes que hay, se podría funcionar hasta cierto nivel, pero, repito, habría que cambiar las leyes.

Claro que las mafias y el tráfico ilegal se verían mermados, y quizá hay muchos intereses en que esto no acabe.

Por ejemplo.

¿Y la vía terapéutica?

Moisés López: La vía terapéutica tiene sentido en Estados Unidos porque allí el consumo era, o es en algunos Estados, un delito muy grave. El uso terapéutico ya está contemplado, pero nosotros luchamos por derechos, para nosotros, el consumo es un derecho. Nuestro activismo es para que sea legal la utilización del cannábis en el ámbito lúdico, industrial y terapéutico, y hasta alimentario, si quieres.

¿Y al final, se acabará con la prohibición?

Jaime Prats: Para eso estamos aquí, las cosas han cambiado mucho. A través de nuestra revista hemos conseguido aglutinar a mucha gente, quitarles el miedo a los consumidores.  Las sociedades siempre van por delante de las leyes. Queremos derogar la ley 17/1967 y reinterpretarla para los tiempos modernos.

 http://www.publico.es/espana/519770/estuvimos-en-una-comision-ensenando-a-sus-senorias-como-se-liaba-un-porro#sthash.v525HReP.dpuf

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.