En física, la inercia es la propiedad que tienen los cuerpos de permanecer en su estado de reposo o movimiento, o la resistencia a modificar ese estado. Como consecuencia, un cuerpo conserva su estado si no hay una fuerza actuando sobre él.
Así caminamos por la vida, por inercia. Andamos por la calle con el piloto automático. Nos despertamos, nos duchamos, cogemos el metro, llegamos a la oficina, trabajamos durante 8 horas o más y tomamos al metro para llegar a casa. Al día siguiente, vuelta a empezar. En casi todo ese tiempo apenas hemos sido plenamente conscientes de cada una de nuestras acciones, del presente. Repetimos los mismos hábitos, anclados en una rutina. A veces la ciudad recuerda a multitudes de ‘zombis’ que vagan por las calles desplazándose por inercia, absortos y concentrados en miles de pensamientos sobre el pasado y el futuro. Acostumbramos a darle vueltas y vueltas a cavilaciones negativas sobre aquellas cosas que nos han pasado o que vendrán.
“Cuando cavilamos mucho sobre lo que no funciona, nos agotamos mental y emocionalmente, acumulamos malestar y no podemos decidir con claridad”, afirmaMiriam Subirana en su artículo “Gestionar el sufrimiento“. Efectivamente, ¿quién no se ha sentido agotado mentalmente y con dolor de cabeza tras recaer mil veces en el mismo asunto? Estos conflictos nos atrapan y nos impiden disfrutar del momento presente en el que nos encontramos. En ocasiones, aunque estemos en la playa más paradisiaca, frente al mar y descansando en vacaciones, no somos capaces de desconectar. Esas preocupaciones que merodean por nuestro interior nos ponen una venda en los ojos que nos impide sentir la brisa marina y calentarnos al sol, sensaciones únicas que se desvanecen por culpa del sufrimiento.
Alcanzar la mente plena o el Mindfulness es la solución para aprovechar nuestro tiempo al máximo. Es totalmente necesario sincronizar mente y cuerpo y abrazar el momento presente. Cuanto más percibamos ese sentimiento más vivos nos sentiremos y nuestra vida será de mayor calidad. Además, romperemos esos bloqueos que nos impiden pensar con claridad y tomar las decisiones acertadas y rápidas. La creatividad fluirá mil veces mejor si nos deshacemos de esas ataduras que construyen muros en nuestra cabeza. Desactivemos el piloto automático, rompamos la inercia, apliquemos una nueva fuerza y tomemos el timón.
Por Olmo Rodríguez
@olmorm
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La cuestión es intentar salir de esa inercia por cualquier método, pero es tan cómodo vivir con ella.
Si nos enfermamos y en lugar de corroer nuestras mentes con el pensamiento de que estamos enfermos, abreviando; que no somos el ombligo del mundo, y nuestros ratos libres los empleamos en hacer el bien por quien sea, el resultado será increíble para nuestras mentes.